Los investigadores del Grupo de Homicidios y otros equipos que se ocuparon de esclarecer el asesinato del empresario Carlos Machín Quintero en la documentación remitida inicialmente a la autoridad judicial no han identificado una motivación concreta que justifique la presunta decisión del abogado Evaristo González Reyes de encargar el asesinato del primero.

En cualquier caso, lo que quedó claro desde el primer momento es que las dos personas que acudieron al aparcamiento de la Escuela Oficial de Idiomas de La Laguna no pretendían robarle dinero ni objetos de valor. Los acusados de perpetrar la ejecución, Ernesto Inocencio O.H y su amigo Julio David G.O., vigilaron la salida de Machín del edificio de La Verdellada, el primero presuntamente lo acribilló en su Nissan Qashqai y después se marcharon. Es decir, que no accedieron al vehículo ni a la víctima o sus efectos personales.

Además, todo indica que las personas implicadas en este asunto eran perfectamente conscientes de que en ese momento no llevaba una cantidad importante de dinero que justificara su muerte.

Ante dicha evolución de los acontecimientos, los agentes de la Policía Nacional trabajaron con la hipótesis de que los implicados llevaron a cabo algún tipo de venganza o de ajuste de cuentas. Pero se desconoce el móvil de esta ejecución, que requirió una planificación de varias semanas o meses, en base a la información recopilada por los funcionarios del cuerpo de seguridad. Cuando falleció, Machín Quintero portaba dos teléfonos, lo que hacía habitualmente, y ambos eran conocidos por su entorno familiar y empresarial.

En ninguno de tales terminales los agentes del Grupo de Homicidios y su equipo de colaboradores encontraron dato alguno significativo para el caso. Ni amenazas, ni rencillas, ni mensajes de contenido sentimental ni de relaciones extra matrimoniales. Para desarrollar su nuevo proyecto empresarial, Carlos Machín constituyó una sociedad mercantil junto a un socio. Los investigadores tampoco detectaron entre ambos enfrentamientos, ni rencillas, ni amenazas. Así se desprende del análisis de los teléfonos de ambos.

A Carlos Machín le constaban dos antecedentes policiales. Uno de ellos data de 1995 por un delito de estafa, mientras que el otro está relacionado con una reclamación que la Unidad de Delitos Económicos y Violentos (UDEV) de la Policía Nacional le efectuó en el año 2012 en relación con el conocido caso Corredor. Al menos en este último caso, su vinculación con Evaristo González Reyes fue determinante para que acabara buscado por el citado grupo de la Brigada Provincial de Policía Judicial.