Los policías nacionales que investigaron el asesinato de Carlos Machín Quintero realizaron escuchas telefónicas en los meses previos a la detención de los ocho acusados por este caso. El 17 de abril de 2019 se cumplía un año del trágico suceso. Por aquel momento, se desarrollaba el juicio por el caso Corredor en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Uno de los arrestados por dicho asunto en 2012 estaba muy enfadado por su implicación en un delito y por el que tenía que acudir a una vista oral. Y los agentes del Grupo creado específicamente para esclarecer la ejecución de Machín Quintero interceptaron varios mensajes de voz que el citado hombre le envió al abogado y empresario Evaristo González Reyes, considerado por los agentes y la jueza como presunto autor intelectual de la referida muerte.

Por aquel día, el 17 de abril de 2019, entre otras cosas, le dijo lo siguiente: "¿Sabes lo que me estás haciendo? Primero, que te tengas que esconder si me llega a pasar algo, tú no te vienes a esconder de mí (...)". Además, le advierte de que "si me pasa algo, tú no...tú ni tu familia está viva ya, ¿vale?. Ya se acabó esta tontería, tú no te ríes de mí, que vas a ...".

También le dice "Eso será tu puto problema, no es el mío, ¿vale? Me metiste en ese juicio, cara dura, que eres un puto cara dura, ¿vale?". Y le añade: "así que déjate de rollitos y cumple como los hombres y déjate de matones, que no tienes ni media cachetada y cumple con las personas adultas, ¿vale?".

Le añade que "lo que estás buscando es que yo me vuelva más loco y entre por algún sitio y te haga el daño que no te ha hecho nadie, al lorito donde te estás metiendo, ¿vale? Campeón, que yo no soy Pedro Carlos (Machín) ni ningún tonto el culo, ¿vale?".

Pocos segundos después, el mismo individuo vuelve a enviar otro mensaje a Evaristo González Reyes para insistir en sus advertencias. "(...) tú te has reído de mí, te ríes de mis padres enfermos, se ríe de mis hijos en Semana Santa, y no es ahora, si no [que] llevas años haciéndonos lo mismo, para que tú te sientas bien con los (?) que tú paras". Y en dicho mensaje de voz insiste en hablar de la víctima del asesinato. El autor de las amenazas afirma "Carlos era un tonto a las tres, ¡ay si me pasa algo!, que te vas a cagar por las patas abajo, menos mal que tengo una familia entera (...)".

En el mismo mensaje, los agentes captaron otra frase que consideraron de interés: "Y me cago en ti y en tos los asesinos que trabajan contigo".

Además, en dicha grabación se le escucha asegurar: "mandó un par de hijoputas y le mataron al colega". Para los investigadores del asesinato se consideró relevante incluir tales conversaciones en el atestado, ya que existe una relación evidente entre el varón que envía el mensaje y Evaristo González Reyes, ambos implicados en el caso Corredor, lo que, a su vez, vincularía a estos con la víctima, que también llegó a estar acusado en dicha operación.

A los policías les llamó la atención la forma en que el individuo vincula al abogado y empresario con la muerte violenta de Machín más de un mes antes de que se produjera la detención de González Reyes y otras siete personas.

Las diferentes alusiones efectuadas por dicho hombre sobre la ejecución del amigo, socio y colaborador hizo pensar a los funcionarios que o bien conocía con certeza la presunta implicación de González Reyes en los hechos, o bien tenía sospechas.

Los agentes también interceptaron una serie de llamadas en las que el acusado de ser el autor material de los disparos, Ernesto Inocencio O.H., preguntaba periódicamente a su pareja por si le habían ingresado una determinada cantidad de dinero. Y para ello informó a dicha mujer de una cuenta en una entidad bancaria, para que la revisara cada cierto tiempo. El interés de los policías en tales comunicaciones se debe a si los mencionados recursos económicos estaban vinculados o no al supuesto pago por la muerte de Machín.

Cuando la persona con la que habla desde prisión le dice que no se ha hecho ese movimiento, Ernesto dice: "seguro que no ha ingresado el hijoputa ese". Los investigadores sospechaban que, para llevar a cabo buena parte de esas comunicaciones, Ernesto Inocencio utilizó un móvil oculto en el interior de prisión.