El doctor en Historia y Periodismo y profesor de Historia de la Comunicación de la ULL Julio Yanes acaba de publicar su nuevo libro, La primera división provincial en los orígenes y la consolidación del periodismo grancanario, 1852-1859, donde relata que el periodismo local surgió por pretender descentralizar la provincia.

Es muy incitante su estudio, que relaciona la primera división provincial del Archipiélago con el origen y consolidación del periodismo canario. ¿Se produjo en términos de pleito insular ya entonces, a mitad del siglo XIX?

El nacimiento del periodismo grancanario está muy ligado a la aspiración de las fuerzas vivas de Gran Canaria por conseguir descentralizar la provincia y crear dos provincias o dos subgobiernos, lo que ocurrió en 1852. Entre dicho año y 1859 se editan unos seis periódicos y todos tienen los mismos principios configuradores, la misma línea editorial. En primer lugar persiguen la división provincial. Pero hay que tener en cuenta que el pleito insular databa de años atrás, de 1808 cuando se produjo la invasión francesa de la Península Ibérica. Surgió entonces la Junta Suprema en La Laguna que reclamaba jurisdicción sobre todo el Archipiélago y a la que responde el Cabildo de Gran Canaria y la Audiencia territorial de Las Palmas reivindicando su jurisdicción sobre la zona oriental de las Islas. Hasta 1852 no se articuló el debate en Gran Canaria a través de un periódico, lo que sí se había hecho en Tenerife.

El periodo investigado es muy breve, de 1852 a 1859. ¿Qué hechos se suceden en ese septenio?

Es un periodo breve, pero estudiado con una metodología exhaustiva, lo que se llama microhistoria. De modo que he realizado un estudio muy detallado de cada periódico que se editó, número a número, página a página.

¿Cuántas y cuáles eran las cabeceras en las Islas Orientales, y qué frecuencia tenían?

El primer periódico fue El Porvenir de Canarias. La periodicidad en esta época era semanal, bisemanal o trisemanal, no diaria. Los ejemplares tenían dos hojas, es decir, cuatro páginas y estaban impresos con una máquina plana muy rudimentaria. Luego aparecieron otros periódicos como El Crisol, El Canario, el Ómnibus, La Reforma o El País. El Ómnibus tiene una peculiaridad. Entre 1852 y 1859 estaba en vigor la ley de prensa del régimen isabelino que no permitía tratar asuntos políticos a los periódicos a no ser que pagaran un depósito previo. En las zonas marginales como Canarias y gran parte de la Península no existía prensa política, no se podía hablar del tema porque no había editores que pudieran cubrir el depósito. El Ómnibus fue el primer periódico grancanario que pagó la fianza a finales del periodo isabelino, cambió de título por El Eco de Gran Canaria y se convirtió en la primera prensa política y republicana de la zona oriental.

¿Había prensa privada independiente?

En esa época era imposible que hubiera prensa privada independiente. Había muy pocos lectores, las tasas de analfabetismo eran del 80% y los ingresos por publicidad eran mínimos. Los periódicos no daban beneficios económicos. Detrás había mucho altruismo. Se quería luchar por descentralizar la provincia por lo que las fuerzas vivas de Gran Canaria eran quienes apoyaban estos periódicos. Hubo periodistas muy relevantes, tales como el historiador Agustín Millares Torres que dirigió El Porvenir de Canarias, El Canario y el Ómnibus en alguna etapa. El músico Eufemiano Jurado fue también un personaje muy relevante que dirigió el Ómnibus y El Eco de Gran Canaria. El profesor Amaranto Martínez dirigió El País, pero en esta época no había facciones enfrentadas que promovieran periódicos distintos para polemizar por intereses diferentes.

En su libro comenta que el periodismo insular de aquel tiempo era un mixto de los modelos mediterráneo y americano. ¿A qué se refiere?

Los estudiosos del periodismo de los países occidentales distinguen tres modelos: el de los países del centro y norte de Europa, donde los periódicos tienen una pluralidad ideológica importante, pero sus diferencias no les impiden, como a los partidos políticos, hacer pactos y coincidir en cosas. En los periódicos de los países latinos que dan al Mediterráneo (incluyendo a Portugal que asoma al Atlántico) y que son España, el sur de Italia o Grecia, el modelo está muy polarizado, con partidos extra sistemas, donde cuesta mucho pactar y coincidir en la defensa de valores similares. El tercer modelo es el anglosajón que se puede apreciar bien en EE.UU., donde la polarización ideológica de la sociedad es mínima, hay un amplio consenso social. Cuentan con el partido demócrata y el republicano y las diferencias son ínfimas. Los periódicos son esencialmente informativos y las distinción entre las líneas editoriales son reducidas.

¿Y qué modelo seguimos en Canarias?

En el aspecto ideológico, nos parecemos más al modelo angloamericano porque tenemos escasa polaridad ideológica en contraposición a la Península. Por eso aquí se pacta con mucha más facilidad. Los periódicos carlistas aquí son rarísimos y también los de extrema izquierda que duran poco. Sin embargo en la Península los hay anarquistas, etc... La explicación para las diferencias de las Islas con el resto de España se produce porque no tuvimos Edad Media igual que en Norteamérica porque fueron conquistados ambos territorios al final de este periodo. Sin embargo, en la Península sí hubo Edad Media y unas fuerzas conservadoras muy arraigadas, como la Iglesia y el caciquismo. Cuando llegó la revolución liberal allí costó mucho, se produjeron fricciones muy fuertes y de ahí surgió el abanico tan polarizado. En el Archipiélago el liberalismo entró de una manera mucho más plácida.

¿Cómo era el impacto social de aquellos medios?

Tenía importancia aunque las tiradas fuesen reducidas con pocos lectores porque no había radio, televisión ni libros. Los periódicos iban a parar a las ventas, barberías y otros espacios de sociabilidad donde los pocos que sabían leer lo hacían en voz alta y mucha gente escuchaba. Se releían las noticias muchas veces. Lo que pasa es que la estructura era caciquil y se creaban embrionarias corrientes de opinión para las que era difícil abrirse paso con esa estructura.

¿Hay datos fiables sobre la tirada de aquellas publicaciones?

He localizado el timbre que pagaban los periódicos canarios de aquella época a Hacienda por su difusión por correo. Ese timbre se basaba en conciertos que los editores celebraban con la delegación de Hacienda. Se calculaba el número de ejemplares que editaban y en función del peso llegaban a un acuerdo y pagaban una cantidad. Hay un texto del editor de El País, que incluyo en el libro, donde se realizan las cuentas exactas de los ejemplares que tiraban, lo que les costaba el papel o la imprenta... El periodismo en esa época, como he dicho, no generaba beneficios económicos.

Y su lenguaje: ¿era popular o más bien culterano?

Más bien culterano porque los periódicos estaban escritos por una minoría ilustrada que se dirigía a sus mismas minorías. A nivel mundial, al principio, los periódicos eran productos elitistas dirigidos a los pocos que sabían leer. Empezaron a llegar a toda la población a finales del siglo XIX en Nueva York con Pulitzer, por ejemplo. La población neoyorquina ya estaba casi toda alfabetizada. Se empezó a utilizar un lenguaje y unos temas más populares. También el sensacionalismo. En Canarias se produce el cambio cerca de la Primera Guerra Mundial, es decir, en el siglo XX. El periódico entonces comienza a convertirse en un producto de consumo para las clases populares aunque todavía en la época de la República había un 30% de analfabetismo.