La soledad no deseada se ha convertido en un grave conflicto social en las Islas que requiere un óptimo abordaje. Se trata de una realidad que afecta en mayor proporción a la tercera edad y que "en muchos casos" desemboca en trastornos depresivos. "En la actualidad, Canarias registra 62.600 personas mayores de 65 años que viven solas, de las que 40.000 son mujeres", manifiesta José Cabrera, psicólogo y director técnico del Teléfono de la Esperanza en Canarias. Siguiendo esta línea, el profesional pone de relieve los efectos perjudiciales que puede provocar esta situación en la salud de los afectados. "La soledad acarrea serios problemas en el bienestar físico y emocional de las personas. Algunos expertos comparan ya la gravedad de sus consecuencias con las que produce el tabaquismo, el colesterol, o la hipertensión", enfatiza.

El problema se hace cada vez más visible. De hecho, según detalla Cabrera, el pasado año la entidad atendió a una suma de 5.400 personas a través del Teléfono de la Esperanza, mientras que el Teléfono de las Personas Mayores de Canarias -que se enmarca dentro del proyecto Escuchando a nuestros mayores, y que cuenta con la financiación del Ejecutivo autonómico- anotó 3.460 intervenciones. Lo cierto es que este recurso, que empezó a operar en octubre de 2016, ha registrado un notable incremento de usuarios con el transcurso de los años. Así, en 2018, las llamadas aumentaron en un 50% en comparación con las efectuadas durante el ejercicio del año anterior. "En 2017 atendimos más de 2.000 llamadas, pero en 2018 el incremento fue sorprendente", resalta el director.

Por lo que concierne al perfil de los sujetos que deciden hacer uso de este servicio, el psicólogo asegura que son personas que no saben establecer relaciones sociales, y por ende, son "incapaces" de conectar con otras. "Hablamos de gente que se siente muy sola, y que en ocasiones, sufre depresión y está en situación de dependencia. Las causas que las han conducido a la soledad suelen estar asociadas con la pérdida de la pareja, o bien, con problemas familiares", explica el responsable. No obstante, como dato llamativo, destaca que en ocasiones "estas personas conviven con otros miembros de la unidad familiar, pero se sienten abandonadas".

Los datos que maneja la asociación reflejan también diferencias notorias entre los usuarios en función del sexo. En este sentido, el 84% de los hombres que hace uso de la citada línea vive solo, frente al 55% representado por las féminas. Si bien es cierto, que el estado civil predominante entre el sexo masculino es la soltería (45%), mientras que en el caso de las mujeres la situación de viudedad (24%) es la más frecuente.

"Nosotros nos preocupamos por escuchar a estas personas, pero evitamos dar consejos para que sean capaces de tomar sus propias decisiones y así puedan comprender lo que les está sucediendo", comenta el profesional. A esto cabe sumarle la nutrida variedad de cursos y talleres que ofrece la entidad para conducir a los ancianos a una vida mejor. "Disponemos de una amplia red de recursos, y si la situación es grave, no dudamos en derivar a los sujetos al Servicio Canario de la Salud", apostilla Cabrera.

Sin embargo, considera "imprescindible" una mayor implicación de los Gobiernos en lo que concierne al desarrollo de herramientas que no solo beneficien a este colectivo, sino a todas las personas que atraviesan por esta situación similar. Ya Europa ha dado grandes pasos. Un claro ejemplo lo pone Reino Unido con la creación de la Secretaría de Estado para la Soledad. "Esta clase de medidas son muy beneficiosas porque ayudan a crear conciencia social y la soledad es un mal que se debe atajar a tiempo", sentencia el director.

Por su parte, el doctor de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, Jorge Lázaro, pone en valor que muchos estudios avalan la influencia de la soledad en los estados depresivos " graves y leves", y en los hábitos de vida "poco saludables". Para después agregar que, "se han establecido también conexiones con un mayor porcentaje de demencia, e incluso, con el riesgo de muerte".

Ante esto, el profesional sanitario aboga por el desarrollo de políticas que potencien la creación de relaciones sociales desde las primeras etapas de la edad adulta. "La raíz de este problema es sociocultural y la solución debe proceder de esta vía", determina el especialista.

Una cuestión cultural

Desde la perspectiva de la salud mental, la soledad es un concepto cuyos efectos están influidos por dos vertientes: la psicológica y la cultural. "Esta situación es mucho más frecuente en los países del sur de Europa, mientras que en los nórdicos, al estar más acostumbrados a este tipo de situaciones no sienten sus efectos", apostilla el doctor Jorge Lázaro. A juicio del profesional del hospital norteño, y teniendo en cuenta que la vertiente cultural es una variable que no puede ser modificada, es importante trabajar la prevención desde las primeras etapas de la edad adulta "y tener unas relaciones sociales amplias".