Desde hace unos años, la arqueología está incorporando técnicas procedentes de las ciencias naturales y experimentales para ampliar el rango de los restos que es capaz de analizar. La investigadora Carolina Mallol ha montado en el Instituto de Bio-Orgánica Antonio González de la Universidad de La Laguna un laboratorio especializado en este abordaje metodológico y ha coordinado un seminario de Campus América.

Dos científicos estadounidenses han presentado sus avances en este tipo de estudios geoquímicos aplicados a yacimientos arqueológicos. Concretamente, han participado en esta reunión científica Gideon Hartman, de la Universidad de Connecticut, y Jay Quade, de la de Arizona.

El primero trabaja en el uso de estas metodologías para responder cuestiones de interés para arqueólogos. Indaga sobre el desarrollo de cierta vegetación en regiones dominadas por el clima Mediterráneo en lugares esenciales para comprender la expansión humana fuera de África y para el comienzo de la agricultura. Su charla se centró en los indicadores o "proxies" climáticos y en las interpretaciones que permiten.

Por su parte, Quade explicó los trabajos realizados en un yacimiento de Turquía donde se quiere estudiar la intensidad del uso y de la población que hubo en dicho emplazamiento mediante una aproximación geoquímica. El proyecto analiza la orina que tanto animales como humanos depositaron allí para estimar cuántos individuos vivían en él.