Juan Rognoni Escario (Toledo, 1961) ha sido nombrado director de Cáritas Diocesana en la provincia tinerfeña tras cesar en el cargo Leonardo Ruiz del Castillo, que lo ocupó desde el 4 de diciembre de 2006 hasta cesar el pasado mes de mayo. Rognoni Escario es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y reside en Tenerife desde 1995. Participa desde hace años en el movimiento junior de Acción Católica y, en la actualidad, en la Asociación Talleres de Oración y Vida del Padre Ignacio Larrañaga, de la que es, junto a su mujer, coordinador nacional de España Meridional. Como voluntario de Cáritas participa en la parroquia de María Auxiliadora de Santa Cruz y es voluntario en el proyecto Empresas con Corazón. Ha ejercido la abogacía, especializado en Derecho del Trabajo, y durante 16 años fue jefe de Relaciones Laborales de Compañía Cervecera de Canarias.

Dada su especialidad profesional me imagino que sabrá de primera mano las dificultades padecidas por muchas trabajadores que durante la crisis perdieron su empleo y empresas que cerraron, lo que causó un aumento sin precedentes de personas que acudían a pedir ayuda a las ONG y a Cáritas.

Sí. Lo he vivido muy directamente y, sobre todo, con una mayor movilidad en el sector de la hostelería, que me enseñó mucho sobre la realidad del mundo del trabajo precario, aunque también existen empleos de calidad, pero evidentemente son aquellos que están vinculados a una especialización o formación.

¿Cómo inició su vinculación con Cáritas?

Empecé como voluntario en lo que llamamos la acogida en una parroquia y luego participé también durante dos años en el proyecto Empresas con Corazón, para protocolizar la relación con las empresas y cómo canalizar la actividad social. Empecé con otros dos voluntarios y acabé, el año pasado, con la propuesta de entrar como subdirector de la entidad, voluntario también, teniendo la vista puesta en preparar la sucesión de Leonardo para que se llevara a cabo el traspaso con tranquilidad.

Aunque es una pregunta más que formulada, tengo que hacérsela porque se insiste en que ya se ha salido de la crisis aunque ya se habla de una próxima recesión. ¿Desde el trabajo que se realiza en Cáritas han detectado ese fin de la crisis?

Lo que hemos visto, y así lo trasladamos el pasado 20 de junio cuando dimos a conocer nuestra Memoria Anual, es que estamos hablando de unos números muy parecidos en cuanto a las personas que atendemos en los diferentes proyectos. Es cierto que se ha ido mejorando, pero no de la manera que se dice desde el punto de vista de los datos macroeconómicos. Hay un sector de la población que durante la crisis perdió condiciones de bienestar, incluso, gente que estaba acomodada fue atendida por Cáritas y cuando las condiciones macro han ido mejorando esa gente sí ha podido subir un peldaño y han vuelto a su posición social o económica, quizás no exactamente igual a la que disfrutaban hace más de una década, pero han vuelto a una posición más desahogada. Sin embargo, hay gente que estaba en una situación precaria y que la crisis vino a hundirles más hasta caer en la exclusión social y, en algunos casos, la exclusión severa: para este grupo no acaba de llegar la mejoría. No se están poniendo las condiciones para poder integrar y rescatar a un montón de personas que cayeron con la crisis. Por tanto, hay una parte de la sociedad saneada y otra en unas condiciones severas que, además, se cronifican. Esto es lo más doloroso porque cada vez será más difícil ayudarlas a salir de su situación.

En los peores años de la crisis económica había familias que necesitaban ayudas para el día a día: recibos de luz y agua, alquiler de piso, comida, transporte... ¿se sigue demandando igual?

Quien tiene necesidades tiene las mismas necesidades que antes. Quien no puede pagar la factura de la luz, quien no puede costearse su comida, lo sigue demandando igual. Otra cuestión es que haya personas cuya situación ha cambiado como son aquellos que han encontrado trabajo pero que al final siguen demandando ayudas porque con el salario que perciben por el trabajo que han encontrado no terminan de llegar a final de mes, casi no pueden ni empezarlo.

Los trabajadores pobres.

Efectivamente. Se ha flexibilizado en cierta medida el mercado de trabajo de tal manera que para que no se pierdan empleos se ha reducido su retribución o se ha troceado un puesto de trabajo en varios contratos de tiempo parcial. Esto ha hecho que se contabilicen trabajadores que en la teoría ya no son un problema de carácter social, pero en la práctica siguen siendo personas o familias enteras en exclusión social. Es un problema que se tiene que abordar para que no haya empresas que se vean obligadas a flexibilizar contrataciones para no echar el cierre o para que grandes compañías dejen de aprovecharse de un marco legal que si bien sirvió para los momentos duros de la crisis, ahora deben plantearse tener plantillas con salarios dignos que les permita poder vivir y sacar adelante una familia.

Antes habló de la hostelería, parece que se avecina una caída de la llegada de turistas; el sector de la construcción fue uno de los grandes damnificados con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria: cerraron empresas y se destruyeron miles de puestos de trabajo que ni se han recuperado ni parece que lo vayan a hacer. ¿Cómo ve el panorama?

Afortunadamente, el turismo durante la mayor parte de los años que duró la crisis no se resintió. Había mercados que tenían graves problemas de seguridad y el destino de España y Canarias se vio beneficiado. Gracias a eso había más actividad económica, lo que no quiere decir que hubiera más trabajo porque muchas empresas del sector turístico redujeron sus plantillas al inicio de la crisis y mantuvieron esos mismos puestos a pesar del incremento del números de turistas que llegaban. Ahora aquellos destinos del norte de África que se vieron resentidos en su momento están volviendo a abrir y ya sentimos cómo se ha reducido la llegada de visitantes en el primer semestre del año. En cuanto a la construcción sabemos que se está recuperando pero faltan trabajadores cualificados. Y este es uno de los principales problemas que padece mucha gente, la falta de formación y por eso las organizaciones sociales y las administraciones públicas deben poner los esfuerzos y el apoyo en este tema.

Cáritas no solo da alimentos o paga facturas, también se ha implicado en la formación de los solicitantes de ayuda y la reinserción sociolaboral de los más vulnerables.

Lo primero que hace Cáritas es la acogida de las personas que demandan ayuda, luego las acompañamos para detectar cual es la situación en la que están, si es un problema de formación, desestructuración familiar, entre otros. Ahora trabajamos junto a otras entidades en Barrios por el Empleo para dar toda la formación posible para su inserción laboral, con Base 25 se ayuda en todo lo relacionado con la vivienda, al menos en aquellas cuestiones a las que podemos llegar como asesoramiento legal.

El precio de los alquileres de la vivienda ha aumentado mucho en poco tiempo y ha obligado a vecinos a dejar los núcleos en los que vivieron desde hacía tiempo, otros han perdido su casa y no han podido encontrar una que pudieran pagar. ¿Cree que debe haber regulación en los precios para evitar situaciones dramáticas?

Creo que debe regularse el alquiler vacacional porque los propietarios tienen derechos y obligaciones, pero por otro lado las administraciones públicas deben estar vigilantes para garantizar al menos viviendas sociales. La gente tiene derecho a especular con sus bienes, incluso con la vivienda, pero debe analizar cuándo deja de ser un derecho para convertirse en un abuso.