La moda antivacunas está aterrizando también en el reino animal. Al igual que ocurre con los niños, los dueños de animales de compañía se están relajando ante la errada sensación de que las enfermedades ya no existen y que, por tanto, la vacunación no es necesaria. Un fraude que este colectivo intenta justificar argumentando unas bajas tasas de seguridad con respecto a su efectividad.

La rabia es una de las enfermedades afectadas por esa falsa percepción de seguridad. Pero, lejos de ser una patología erradicada -que es uno de los objetivos de la OMS para el año 2030-, la rabia continúa en activo y cada vez más cerca de Canarias. En Ceuta, hace unos pocos días, se confirmó un caso de esta enfermedad vírica en una cachorra introducida desde Marruecos -donde la rabia es endémica-, lo que ha puesto el pueblo patas arriba. De hecho, la Consejería de Sanidad de la ciudad autónoma ha tenido que poner en marcha actuaciones preventivas desde hace unos días suministrando vacunas a todas aquellas personas que han tenido contacto con el animal, así como aislando y posteriormente sacrificándolo.

"La rabia es una enfermedad mortal", recuerda María Luisa Fernández Miguel, presidenta del Colegio Oficial de Veterinaria de Santa Cruz de Tenerife. Y la tasa de mortalidad no es baja. "La rabia es una enfermedad vírica infecciosa que acaba siendo mortal en casi todos los casos una vez que han aparecido los síntomas clínicos", concluye la Organización Mundial de la Salud (OMS). Concretamente, el fallecimiento se produce cuando el virus alcanza el sistema nervioso central. Por eso se recomienda lavar a fondo las heridas y vacunar de inmediato tras un contacto de riesgo.

Además, se trata de una enfermedad presente en todos los continentes excepto en la Antártida, pero más del 95% de las muertes humanas se registran en Asia o en África. Esta patología está presente en 150 países, pero la globalización y unas "fronteras cada vez más difuminadas" son un caldo de cultivo ideal para que se produzcan casos prácticamente en cualquier lugar.

Por eso, destaca que, al igual que en humanos, los movimientos antivacunas hayan también calado en los dueños de los animales domésticos, poniendo en riesgo no solo la salud de perros, gatos o cobayas, sino la de las personas que se encuentran a su alrededor. El calendario vacunal perruno en Canarias, por ejemplo, propone una vacuna obligatoria de la rabia a los 3 meses, pero su efecto no es duradero, por lo que se debe inyectar una dosis de recuerdo al menos una vez al año. Cada vacuna, así como sus refuerzos, cuestan unos 25 euros. Un precio "asumible" para alguien que ya debe cuidar de un animal, como constata la presidenta del Colegio de Veterinarios.

"Es una barrera sanitaria, que se perdería si la vacunación baja del 70% o el 80%", insistió la veterinaria que remarca que este movimiento es aún muy incipiente y aún no ha tenido efectos visibles en las tasas de vacunación. Y es que es totalmente necesario que los perros estén vacunados contra esta enfermedad porque son los focos de transmisión principales a los humanos. La rabia se transmite mediante zoonosis, es decir, de animales a personas y en un 99% ocurre debido al mordisco o el arañazo profundo de un perro, al ser el animal con el que se suele tener una relación más cercana. También tiene que ver con que su comportamiento difiere, por ejemplo, del que puede tener un gato que, "cuando está enfermo se esconde", explica Fernández Miguel.

Canarias está libre de esta enfermedad, en parte gracias a las campañas de vacunación en perros impulsadas desde hace décadas. Así lo destaca el Ministerio de Agricultura que afirma que "España ha estado libre de rabia terrestre desde el año 1978". Pero no significa que la situación no pueda revertirse ya que Canarias se encuentra cerca de uno de los principales focos endémicos de esta enfermedad: el Norte de África. "Al encontrarnos en islas es difícil que llegue por los controles que hay que pasar para llegar hasta aquí", alega la experta que, sin embargo, hace hincapié en que pueden haber incidentes que desemboquen en un contagio. Así, por ejemplo, si una rata con la rabia consiguiera burlar los controles de un barco en Marruecos y llegar hasta Canarias, tan solo tendría que morder a un perro no vacunado para empezar a expandir la enfermedad por las Islas. Una propagación que podrá evitarse siempre y cuando tengamos unas buenas defensas, es decir, que nuestros animales de compañía estén correctamente vacunados.

El cambio climático y la leishmaniosis

El mosquito que transmite el parásito de la leishmania no existe en Canarias, pero eso no significa que no pueda llegar. "El cambio climático y la globalización son dos factores que pueden precipitar la llegada de esta enfermedad a las Islas", explica María Luisa Fernández, presidenta del Colegio de Veterinarios de Santa Cruz de Tenerife, que incide en que esta enfermedad es muy común en la Península. Además, es una patología para la que no se puede descartar la zoonosis, ya que se han encontrado casos en humanos inmunodeprimidos.

Bajan los abandonos pero crecen las pérdidas

Aunque en esta época se incide mucho en los abandonos de animales, parece que la tendencia en España y en las Islas es positiva. Cada vez son menos los dueños que abandonan a su animal de compañía, especialmente la población de áreas urbanas. Lo que sí es más común es la pérdida de perros y gatos, por lo que María Luisa Fernández, presidenta del Colegio de Veterinarios de Santa Cruz de Tenerife, insiste en la necesidad de identificar a los animales de compañía mediante la implantación de un chip. "Si se pierde y lo tiene, en pocas horas volverá a estar en casa, pero si se pierde y no cuenta con identificación, será difícil volver a encontrarlo", remarca.