La manicura permanente se ha convertido en una tendencia cada vez más demandada por las féminas. Es popular por su larga duración, su atractivo, y por la intensidad de sus colores. Sin embargo, según alertan muchos profesionales de la dermatología, no todo son ventajas y los productos que se aplican durante la ejecución de esta práctica estética pueden alterar la salud de la piel. Lo cierto es que los esmaltes que se emplean poseen una alta concentración de acrilatos, una sustancia que ha sido la responsable de provocar un aumento de las denominadas dermatitis alérgicas de contacto en el transcurso de los últimos años.

"Los resultados estéticos son maravillosos, pero pocas personas tienen en cuenta los riesgos que representa para la salud. Algunos ejemplos los ponen las lesiones en las manos, en la cara, o incluso, en los párpados", anota el doctor Leopoldo Borrego, profesor titular de Dermatología en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), que ejerce su actividad médica en el Complejo Hospitalario Universitario Insular- Materno Infantil.

En base a las palabras del especialista, los acrilatos están constituidos por una familia de moléculas con estructuras químicas muy dispares en los que se distinguen dos grandes grupos: los monómeros -moléculas muy pequeñas- y los polímeros -formados por la agrupación de monómeros-. Siguiendo esta línea, y según aclara el médico del hospital capitalino, son precisamente los primeros los responsables de las alteraciones que acontecen en la piel. "Penetran fácilmente y atraviesan las capas. De hecho, la dermatitis alérgica se ha disparado muchísimo en la última década en las esteticistas que trabajan cada día con esta sustancia", indica el doctor. Para después agregar que "son muchas las profesionales que se han visto obligadas a dejar su empleo, o al menos, a no incluir entre sus competencias esta clase de manicura".

No obstante, el problema ha experimentado además un notable aumento entre las clientas que recurren habitualmente a la práctica. "Las reacciones alérgicas no son conocidas por todo el mundo, y lo más grave es que los productos se están comercializando de una forma muy libre por Internet, incluso, a modo de kits infantiles que incluyen pinturas con estas características. Así, se está contribuyendo al desarrollo de alergias a los acrilatos desde la infancia", dice el doctor Borrego.

Un hecho que, a propósito, califica de "grave", pues se puede ver traducido en la imposibilidad de que los individuos sean sometidos a prácticas clínicas importantes para la salud.

"Las personas que experimentan esta alergia no podrán utilizar prótesis dentales, brackets u otras aplicaciones propias de la ortodoncia, porque podrían sufrir lesiones en la boca. Además, tampoco podrán hacer uso de las prótesis que habitualmente se implantan en los huesos, en el caso de necesitarlas en un futuro", indica el profesional sanitario.

No es la primera vez que esta práctica estética genera un debate entre los profesionales. Ya el pasado 7 de junio este conflicto fue puesto sobre la mesa en el marco del Congreso Nacional de Dermatología y Venerología de Barcelona, en el que muchos facultativos solicitaron a las autoridades una regulación de estos esmaltes. También, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) alertó el pasado mes de marzo de la alta agresividad de estos cosméticos, y de las alergias que causa a muchas usuarias asiduas.

Pero el asunto tampoco ha pasado desapercibido por el Servicio de Dermatología del Hospital Insular, que también ha querido publicar una casuística en la revista Allergy, en la que informa de las repercusiones que puede acarrear esta alternativa estética. Ante esta realidad, el doctor no duda al decir que "la regulación legal ya debería existir, y tendría que ser muy estricta". Al tiempo que aboga por una mayor divulgación de los "peligros" que se esconden detrás de esta alternativa estética, que tanto furor desata entre las consumidoras.

Por su parte, la doctora Carolina Medina, doctora adjunta del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín y responsable de la Unidad de Enfermedades Autoinmunes y Sistémicas, manifiesta también su detracción hacia esta clase de actividades, por varias razones. "Por un lado, hay que tener en cuenta que el hecho de tener la uña en oclusión puede enmascarar muchas patologías sistémicas tales como enfermedades hepáticas, endocarditis o problemas de tiroides. Además, la dermatitis que puede producirse como consecuencia de una reacción alérgica a los acrilatos preocupa a los profesionales del sector".

Sin embargo, la especialista del hospital norteño va más allá y hace referencia también a los daños que sufren las propias uñas. "En ocasiones, abusar de la manicura permanente puede desencadenar la formación de hongos en las uñas, sin que estos sean visibles. También podría ocasionar la destrucción de la lámina ungueal, porque tanto los esmaltes que se utilizan como los productos empleados para su retirada son muy abrasivos", argumenta la doctora Medina. "Además, hay que tener en cuenta", prosigue, "que la lámpara que se utiliza para proceder al secado del esmalte hace que los productos se adhieran aún más a la uña, lo que da lugar a que posteriormente se haga mucho más frágil".

Asimismo, al igual que el doctor Borrego, la médico considera "imprescindible" proceder a una regulación de los esmaltes de uñas. "Es importante que se establezca una concentración máxima de acrilatos en estos productos. Sería conveniente, incluso, controlar que no se realicen estas manicuras hasta que la práctica se encuentre regulada", determina la dermatóloga del Negrín.