Pálpese la parte de atrás del cráneo, justo encima de la nuca. ¿Nota algo, un cuerpo extraño, una protuberancia que no recuerda que estuviese allí? En caso afirmativo, puede deberse a un acto usual, repetitivo, que se ha estandarizado de una década para acá: consultar el teléfono móvil. Eso es, al menos, lo que concluyen David Shahar y Mark G. L. Sayers, investigadores de la facultad de salud y ciencias del deporte de la Universidad de Sunshine Coast, en Australia, en un estudio publicado en la revista científica Nature .

Los investigadores realizaron su estudio sobre 1.200 radiografías de individuos entre los 18 y los 86 años. Pero fue en el ámbito de edad entre los 18 y los 30 años, en el que se registraron 218 radiografías, que los investigadores encontraron que alrededor del 40% de los sujetos presentaban una protuberancia que podía ir desde unos pocos milímetros (la mayoría) hasta alcanzar los 3,1 centímetros en algunos casos.

Radiografías de dos individuos con el "cuerno". | Nature

La conclusión de los investigadores es que el "cuerno" surge como contrapeso para compensar el sobreesfuerzo que hace el cuello al realizar de forma repetida el gesto de bajar la mirada para mirar el móvil. Además, los investigadores también apuntan a que ese gesto puede provocar papada.