A tan solo 12,5 años luz de distancia, se encuentra la estrella de Teegarden. Se trata de una de las estrellas más pequeñas que existen, del tipo enana roja, que forma parte de la constelación de Aries. Su temperatura es de 2.700°C y su masa es una décima parte la del Sol. A pesar de su proximidad, no fue descubierta hasta 2003, por su débil luminosidad.

"Hemos estado observando esta estrella durante tres años para ver posibles variaciones periódicas en su velocidad", explica Mathias Zechmeister, investigador de la Universidad de Göttingen y primer autor del estudio. Los datos han revelado la existencia de dos planetas, ambos similares a los planetas interiores del Sistema Solar. Apenas son un poco mayores que la Tierra y están situados en la llamada "zona habitable", donde podría existir agua líquida. "Es posible que estos dos planetas formen parte de un sistema más grande", señaló Stefan Dreizler, también investigador de la Universidad de Göttingen y coautor de este trabajo.

El IAC ha participado muy activamente en las campañas fotométricas de la estrella. Estas se han llevado a cabo con instrumentos como Muscat2, instalado en el Telescopio Carlos Sánchez, del Observatorio del Teide (Tenerife), y con infraestructuras de la red de telescopios de Las Cumbres Observatory, entre otras. "Estos estudios nos han permitido descartar que la señal de los planetas fuera debida a la actividad de la estrella y, en el caso de estos dos nuevos planetas, no pudimos detectar sus tránsitos", comenta Víctor Sánchez Béjar, investigador del IAC y otro de los autores del artículo que publica la revista Astronomy & Astrophysics. Para poder utilizar el método del tránsito, los planetas deben pasar por delante del disco estelar y atenuar la luz procedente de la estrella durante un instante. Esta alineación fortuita solo ocurre para una fracción muy reducida de sistemas planetarios.

Curiosamente, el sistema de la estrella de Teegarden está situado en un lugar especial en el cielo: desde esta estrella, se podrían ver los planetas de nuestro sistema solar pasando por delante del Sol y, dentro de unos pocos años, la Tierra sería visible como un planeta en tránsito para cualquiera que pudiera estar mirando.

El tipo de estrellas a las que pertenece la estrella de Teegarden son las más pequeñas para la cuales se puede medir la masa de sus planetas con la tecnología actual. "Este descubrimiento es un gran éxito para el proyecto CARMENES, que fue diseñado específicamente para buscar planetas alrededor de las estrellas menos masivas", dice Ignasi Ribas, investigador del Institut d'Estudis Espacials de Catalunya (IEEC) y coautor del artículo.

La basura espacial se 'recogerá' desde El Teide

La basura espacial se desintegrará desde El Teide. "La potencia de los láseres que se implantarán en el Observatorio del volcán, como parte una red de comunicación óptica, podría ser decisivos para poder barrer la basura que hemos ido dejando alrededor de nuestro planeta".

Como constató el director del Instituto de Astrofísica (IAC), Rafael Rebolo a este periódico, con el acuerdo firmado entre el instituto y la Agencia Espacial Europea (ESA) también se quiere estudiar aquellos restos de satélites que se encuentran en órbitas bajas -a 500 o 600 metros de altitud-, "para poder determinar sus trayectorias e incluso, lograr un método de influencia en las mismas", afirmó Rebolo. El mecanismo que propone el director del IAC se basa en poder disparar con estos láseres a dichos objetos para que caigan hacia la atmósfera.

Bastaría con un empujoncito para que estos pequeños objetos, de menos de 20 centímetros, cayeran a la Tierra y se pulverizaran en la atmósfera, dejando de "molestar" al resto de satélites que sí están haciendo alguna función. Aproximadamente, alrededor de nuestro planeta giran entre 20.000 y 30.000 piezas de lo que un día fue un satélite, es decir, la inmensa mayoría. "Con un láser no podremos modificar la trayectoria de las más grandes", pero de esas hay cientos y no miles, como afirmó el investigador.

Rebolo calcula que, en caso de implementar con éxito esta limpieza, en un periodo de cinco o seis años podríamos haber limpiado nuestro cielo. "Si cada noche uno puede disparar 20 o 30 objetos, con 1.000 noches el asunto estaría resuelto", insistió. Si esta necesaria limpieza no se ha llevado a cabo antes es simplemente porque no existía la tecnología necesaria. "Uno necesita apuntar muy bien al objeto, lo que requiere de un muy buen observatorio donde no se distorsione la atmósfera y un muy buen sistema de corrección adaptativa de las distorsiones", explicó el director del IAC. Y todo esto exige un conocimiento que "realmente se ha adquirido hace una década".