Tiziana Annunziata Cantone se ahorcó con 33 años, el 13 de septiembre de 2016. En Nápoles. Su entierro fue retransmitido por televisión, dada la relevancia nacional del personaje. ¿Pero cuál era el origen de su fama? Una felación. Una felación grabada con móvil donde aparecía diciendo "¿Estás grabando un vídeo? ¡Bravo!" y cuyas imágenes acabaron en Internet y vistas hasta la saciedad. Ella misma las envió a cinco amigos por WhatsApp, entre ellos a su exnovio, Sergio di Palo. Uno de los cinco las subió a la red. Entonces todo estalló: el "¡Bravo!" de Tiziana apareció en memes, camisetas, carcasas de móviles y parodias protagonizadas incluso por otras mujeres que repetían bravo, bravo y bravo antes de echarse a reír. Tiziana era la comedia nacional. Un año después de la difusión del vídeo, pese a cambiarse de aspecto y de residencia, a Tiziana la seguían reconociendo por la calle y le decían bravo, bravo, bravo.

Peleó legalmente para que un juez le reconociera el derecho al olvido ?que las compañías tecnológicas borrasen todos los enlaces que llevaban al vídeo?, lo consiguió, pero aún así fue condenada a pagar 20.000 euros de costas legales. Una semana después, su tía la encontró colgada en su habitación.

El caso de Tiziana es, hasta la fecha, el que mayor notoriedad internacional ha alcanzado en un nuevo ámbito de debate donde los efectos de las nuevas tecnologías se cruzan dramáticamente con la vieja violencia social que se ejerce contra las mujeres. ¿Quién mató a Tiziana? La justicia italiana no ha encontrado culpable a ninguno de los hombres que originalmente recibieron el vídeo, pero ¿qué decir de los millones de personas que contribuyeron al escarnio de Tiziana?

Una trabajadora de la fábrica madrileña de la empresa de camiones y furgonetas Iveco, de nombre Verónica y madre de dos niños pequeños, se quitó la vida hace dos semanas casi a la misma edad que Tiziana, con 32 años. No pudo soportar haberse convertido en la comidilla de toda la factoría en la que trabajaba cuando, por segunda vez y ésta de modo más masivo, empezó a saltar de móvil a móvil un vídeo sexual protagonizado por ella.

La policía investiga quién fue la persona ?previsiblemente una de sus exparejas en la fábrica? que subió el vídeo a un grupo de WhatsApp que los compañeros utilizaban para repartirse los turnos. En la esfera pública se han sucedido las manifestaciones de condena al que tiró la primera piedra y a los que después le siguieron al compartir las imágenes. En las redes sociales los tuiteros reivindicaban con su hashtag preceptivo su pureza moral, asegurando que jamás contribuirían a un linchamiento digital. Pero el amparo de la impune intimidad que ofrece internet ésta es la realidad: en las páginas de vídeos porno más populares en España las palabras más buscadas después de conocerse el suicidio eran "Verónica", "Verónica Madrid" y "Trabajadora Iveco".

En la madrugada del 7 de julio de 2016, se produjo en los sanfermines el siniestro debut de "la Manada", pero ¿cuánto tiempo lleva operando en internet la Manada digital?

Que la víctima de este caso haya sido una mujer es un aspecto medular. Algunos expertos no dudan en calificarlo de violencia de género si, como parece, se demuestra que la primera persona que abrió la lapidación pública de Verónica fue uno de sus anteriores novios.

Los datos del Ministerio del Interior revelan que las mujeres son la principal diana de los ciberdelitos de carácter sexual o de intercepción ilícita de imágenes. En el V Informe sobre Cibercriminalidad, con datos de 2017, se resalta además que "las víctimas menores de edad son más vulnerables" a los delitos de "amenazas, coacciones y los delitos sexuales". Hubo 2.287 niños y niñas que, acorde con los datos se hace dos años, se convirtieron en víctimas de este tipo de prácticas delictivas. Los delitos sexuales cometidos a través de la web ?donde podría encuadrarse el caso de Verónica? han ido creciendo con fuerza en España. Desde los 974 casos registrados en 2014 a los 1.312 de la última estadística publicada, de hace dos años. Las víctimas masculinas fueron 351, las femeninas 607 en el año 2017. La diferencia se hace más abrumadora cuando el foco lo ponemos en el sexo de las personas detenidas o investigadas por estos delitos: 726 hombres frente a 46 mujeres.

"Un caso como el de Verónica es una situación en la que existe una violencia estructural de género", sentencia Soraya Calvo, sexóloga y pedagoga. "En los medios el foco siempre se pone en la mujer. Se habla de una madre que se suicida, pero antes que madre es una mujer. Se habla de que el vídeo había llegado a su marido, cuando la grabación es de una relación previa a su matrimonio. ¿Por qué no ponemos el foco en el hombre que ha divulgado el vídeo o en el elemento de agresión en el medio de trabajo? La sexualidad en las mujeres sigue siendo menospreciada y es objeto de crítica. Hay una validación social de la sexualidad diferenciada entre hombres y mujeres", añade. "En un hombre no es nada sucio, y eso introduce el elemento de género. A los hombres no se les acosa como a las mujeres", añade.

Soraya Calvo es especialista en la materia. Es autora de una propuesta didáctica para el segundo ciclo de la ESO que lleva por título Sexting positivo. La grabación y el intercambio de imágenes sexuales puede ser, como en el caso de Verónica o de Tiziana, la semilla de la tragedia. Soraya Calvo hace las matizaciones pertinentes: "Por sí mismo el sexting no es una práctica problemática, no es un crimen ni un delito. Para que sea sexting tiene que haber consentimiento, debe ser consensuado, se comparten fotos y vídeos, pueden ser un selfie, el contenido puede ser más o menos explícito, y la finalidad es positiva y de disfrute. No hay sexting si te envían las fotos sin consentimiento, si tu pareja hace público el contenido, si te están chantajeando?"

Esta práctica no se limita, ni mucho menos a los adultos."No hay diferencias entre adolescentes y adultos. Pero los adolescentes tienen menos capacidad de gestionar las consecuencias negativas derivadas de él, igual que un embarazo tras una relación sexual; en los adultos hay más filtros, se sabe que puede ser un delito difundir las imágenes, hay más percepción de riesgo y la estructura de las relaciones está más configurada. Un adulto tiene más colchón en el que apoyarse, ha superado ya más tabúes", explica Calvo, quien subraya que "formar en respeto e intimidad también es educación sexual".

Charo González Arias, abogada, profesora de Sociología, indice en la necesidad de hacer más pedagogía: "Cada vez hay más casos. Con críos y crías cada vez es más habitual, con extorsiones de exparejas. Lo que hacen falta son cambios culturales, educación sexual en los institutos, las leyes a veces son defectuosas pero en esto van por delante, hay países en los que ya está penado el acoso callejero, los piropos? Hay que forzar cambios legales para que se entienda la gravedad de estas conductas".

La psiquiatra Pilar Saiz, especialista en suicidio, también manifiesta su preocupación sobre el impacto que estas "pornovenganzas" pueden tener en los menores. "Los medios para difundir las imágenes están al alcance de todo el mundo, hay gente que no es consciente de lo que hace al enviarlas porque le falta un hervor, otros lo hacen por afán de venganza, como es posiblemente el caso de Verónica".

Sostiene que los adultos "manejamos mejor" este tipo de exposiciones públicas en las que "el sexo femenino es el afectado". "Los que no tienen ninguna percepción del riesgo son los chavales, tendría que dárseles más educación y hacerles entender que son imágenes que van a quedar. Superar o no un episodio como este depende del afrontamiento personal: un tercio de personas lo supera bien, otro tercio más o menos y otro no lo superará nunca".

Verónica, la trabajadora de Iveco, murió a manos de un vídeo.