Los más de 2.400 satélites que se encuentran alrededor de la Tierra están permanentemente cogiendo datos de todo lo que les rodea. Algunos nos permiten hablar por whatsapp con personas que se encuentran al otro lado del mundo; otros nos ayudan a saber qué tiempo hará mañana para elegir un trapito acorde a la ocasión y otros nos guían para que no nos perdamos. Y mientras nosotros avanzamos en redes 5G o en fibra óptica, la ingente cantidad de información que recaban estos satélites llega a las estaciones terrestre a pedales. Los sistemas de comunicación actuales se han quedado desfasados.

Los datos se recaban utilizando antenas y microondas de forma tradicional, lo que limita la rapidez para descargar dicha información que cada vez tiene una mayor calidad. Es como si alguien intentara reproducir en streaming un contenido en 4K con la conexión a Internet que proporcionaba un módem en los años 90. Y como escuchar continuamente el característico sonido de la conexión estableciéndose tampoco es plato de buen gusto para los científicos, ahora intentan buscar nuevos métodos de conexión para llevar los avances tecnológicos terrestres al espacio. En esto se basa un acuerdo firmado recientemente entre el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Agencia Espacial Europea (ESA), que busca establecer en Canarias una de las sedes para una próxima red de comunicaciones por láser. “Esta tecnología es 100 veces más rápida que la que usamos actualmente”, explicó el director del IAC, Rafael Rebolo.

Desde hace más de 25 años, se ha estudiado la viabilidad de establecer esta tecnología en las Islas, y tras este largo periodo de tiempo, se ha hecho realidad. Ahora, deben seguir probando su viabilidad para acabar implementándola como un sistema rutinario dentro de las comunicaciones con los satélites, hasta que quizás un día, “podamos comunicarnos con estaciones a un millón de kilómetros de distancia”, concluyó Rebolo. ¿El objetivo final? Poder “comunicarnos con el espacio profundo”. Concretamente, los investigadores pretenden que podamos llegar a mandar y recibir paquetes de bytes desde la Tierra a Marte, como quien hace un directo de Instagram, prácticamente en tiempo real.

Para ello, Rebolo considera que se debería llevar a cabo una red de telescopios que sirvieran como antena, en lugar de las actuales parabólicas de radio. “Vamos a estudiar el tamaño más adecuado que tendrían que tener los telescopios que integraran esta red de comunicaciones ópticas”, afirmó Rebolo, que cree que con que tuvieran entre 4 y 12 metros de diámetro podría ser suficiente. Este periodo de estudio “va a ser lento” pero el director del IAC se muestra optimista y considera que quizás en “una década o dos” la información que nos llegue a través de estos satélites “se duplicará”.

Lograr una red de fibra óptica en el espacio no es lo único que permitirá la implementación de esta red de comunicación óptica en el Observatorio del Teide. En un futuro, la potencia de estos láseres podrían ser decisivos para poder “barrer la basura” que hemos ido dejando alrededor de nuestro planeta. “Con este acuerdo también se quiere estudiar la basura espacial, aquellos restos de satélites que se encuentran en órbitas bajas -a 500 o 600 metros de altitud-, para poder determinar sus trayectorias e incluso, lograr un método de influencia en las mismas”, afirmó Rebolo. El mecanismo que propone el director del IAC se basa en poder “disparar” con estos láseres a dichos objetos para que caigan hacia la atmósfera. Bastaría con un “empujoncito” para que estos pequeños objetos, de menos de 20 centímetros, cayeran a la Tierra y se pulverizaran en la atmósfera, dejando de “molestar” al resto de satélites que sí están haciendo alguna función. Aproximadamente, alrededor de nuestro planeta giran entre 20.000 y 30.000 piezas de lo que un día fue un satélite, es decir, la inmensa mayoría. “Con un láser no podremos modificar la trayectoria de las más grandes”, pero de esas hay cientos y no miles, como afirmó el investigador.

Rebolo calcula que, en caso de implementar con éxito esta limpieza, en un periodo de cinco o seis años podríamos haber limpiado nuestro cielo. “Si cada noche uno puede disparar 20 o 30 objetos, con 1.000 noches el asunto estaría resuelto”, insistió. Si esta necesaria limpieza no se ha llevado a cabo antes es simplemente porque no existía la tecnología necesaria. “Uno necesita apuntar muy bien al objeto, lo que requiere de un muy buen observatorio donde no se distorsione la atmósfera y un muy buen sistema de corrección adaptativa de las distorsiones”, explicó el director del IAC. Y todo esto exige un conocimiento que “realmente se ha adquirido hace una década”.

“Hacemos más ciencia por menos dinero”

Hacer funcionar los observatorios de Canarias es más barato que los del resto del mundo. Así lo constató el director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), Rafael Rebolo, al ser preguntado por la infrafinanciación de la ciencia en España. “Hacemos más ciencia por menos dinero”, reconoció el director del organismo público de investigación. “Comparado con los grandes observatorios ubicados en otros lugares, estamos financiados menos de la mitad”, concluyó Rebolo, que insistió, no obstante, en que el trabajo que se realiza en las Islas es de la misma calidad.

A pesar de la financiación, el Instituto de Astrofísica de Canarias buscará “ser más competitivo” con las instalaciones que se están “construyendo y mejorando”. Asimismo, Rebolo apuesta por la construcción de algún telescopio gigante, “porque nuestros cielos dan la talla”. A este respecto, y sobre la lejanía en la que se encuentra la construcción del TMT (Thirty Meters Telescope) de La Palma, el director del IAC admitió que, si la Corte Suprema no hubiera dado el visto bueno a Hawaii, el TMT ya se estaría construyendo aquí. “Vamos a ver cómo es la reacción de la oposición y ya ellos verán si pueden continuar razonablemente”, insistió Rebolo, que recordó que “en caso de conflicto, ellos saben que aquí tienen la posibilidad de hacerlo”.

El director del IAC no cierra las puertas así al TMT, pero asegura que su vista está puesta en la construcción de otros telescopios “que son los más grandes de su tipo”. “Tenemos suficiente para trabajar en los próximos diez años”, sentenció.