Europa, los dos Carlos, los dos Samueles, Doris, Enrique, Fran, Daniel... Son algunos de los actores de un espectáculo especial por su carácter inclusivo. Cada uno tiene su perfil en esta historia con formato de musical sobre un circo en crisis que va a ofrecer El último show, título de la obra. Son -al mismo tiempo que el domador, el forzudo, el payaso o el jefe de pista- una decena de usuarios de las asociaciones Apanate y Aspercan, que se ocupan de chicos con autismo y Síndrome de Asperger. Ambos colectivos , junto a la Fundación Disa, impulsan esta iniciativa que se estrenará el próximo día 14, a las 20:00 horas, en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna.

Mónica, profesora, apuntadora, directora de escena y alma máter se afana porque todo vaya bien. "Tres minutos, aunque el vestuario no esté completo", anuncia porque, pese a llevar ensayando desde hace varios jueves en la sede lagunera de Apanate ayer era espacial porque había público. Poco, pero importante para ellos por aquello de la publicidad: los medios de comunicación.

Además de Mónica lo corroboran Abel y Beatriz, coordinadores de las dos organizaciones solidarias que -con Fundación Disa- han diseñado el montaje. Denominado Proyecto Platea cumple la segunda edición tras la primera obra, el año anterior, dedicada al Mago de Oz. Con la intención de tener continuidad a la hora de promover la inclusión de personas con autismo.

Son una veintena los involucrados en esta aventura. La decena de usuarios ya presentados, cinco voluntarios y varios profesionales que colaboran para que todo salga bien. Entre ellos un acróbata o un mago (de verdad) que, literalmente, engullía la baraja ante el asombro y la admiración de todos porque había comido "a la carta".

Mónica explica con orgullo: "Esta es la creación colectiva de es un grupo con muchas cualidades. Hay quien canta muy bien (lo demostró Europa); quien como amante de los animales ejerce de domador (el entrañable Carlos, especialista en dinosaurios y dragones) o el forzudo Dimitri que ama la ópera. Los perfiles que mejor encajan. Ha ido mucho mejor de lo que esperábamos porque hemos partido de escucharles y ver lo que proponen. Han demostrado ser muy buenos y chicos fantásticos".

Mónica advierte de que "es un ensayo básico, el general será el jueves que viene. Si nos equivocamos no importa. Seguimos adelante sin parar". El grupo ya se ha disfrazado, según sus personajes, y antes de empezar la función todos juntan sus manos y se juramentan para hacerlo bien. Como cualquier grupo de teatro que se precie. La voz cantante la lleva Fran que resume con su frase: "Vamos a disfrutar todos juntos".

Europa, en su rol de empresaria, anuncian público que debe cerrar el circo porque las cuentas no dan. Recuerda los orígenes de su "circo de pulgas". Luego comienza el espectáculo.

Entre canciones, donde destaca su bonita voz, baile y mucha imaginación se desarrollan diez minutos marcados por una sola palabra: inclusión. Mónica anima, apunta, baila y se mimetiza con unos chicos que se nota que lo viven intensamente. Se equivocan, claro, pero como les pidiera su alma máter continúan adelante en una metáfora de la vida misma. Ayer se vinieron arriba.

Cuando se apaga la música y los personajes del circo ya se retiran, la empresaria les grita: "No se vayan". Luego les anuncia que hay que cerrar "porque las cuentas no dan". Tristeza generalizada, sorpresa... Si quieren saber el final tendrán que esperar a la representación del día 14.

La base de esta historia es la adaptación libre de una película, incluida la banda sonora que bailaron, como si no hubiera un mañana, nuestros actores. Pero esto no es una película aunque se trata, sin duda, de El último gran show.