El capitán Antonio Márquez, de la Unidad Aérea de Tenerife de la Guardia Civil, tiene a sus espaldas más de 500 rescates en muy diferentes enclaves del Archipiélago en 25 años de trabajo en las islas. En abril pasado, la Asociación de jefes de agrupaciones de Protección Civil de Canarias (Aprocica) le entregó una distinción en el Cabildo de Tenerife. Dicho colectivo destacó de Márquez su vocación por "sumar" en la prevención e intervención en emergencias. Sobre la actividad de los jefes y voluntarios de Protección Civil, explica que, "si no estuvieran ellos, sería muy difícil solventar algunas situaciones". Recuerda que, "en el día a día, siempre están", en sus municipios o colaborando en actividades de otras zonas de la Isla.

Antonio Márquez apuntó que "hace falta una organización insular" de Protección Civil, que coordine a las agrupaciones de toda la Isla, tanto para intervenir en eventos multitudinarios como en emergencias relevantes. Le sorprende que todavía haya municipios que carezcan de grupos de este tipo. Pone en valor la actividad de los voluntarios, sobre todo en "una sociedad deshumanizada, en muchos casos, donde las administraciones o las organizaciones no gubernamentales no pueden, no quieren o miran para otro lado ante algunos problemas sociales". Sin querer regresar a etapas pasadas de nuestra historia, reconoce que echa de menos la humanidad y la convivencia en los barrios y comunidades de hace algunas décadas, la preocupación por los vecinos o las familias con graves necesidades. Piensa que, mediante colectivos como los de Protección Civil, "los ciudadanos contamos". Señala que, en muchos casos, las instituciones deberían poner al día los planes de emergencia para el ámbito territorial que les corresponda; y, en otros casos, tienen que crearse, para que los recursos puedan dar una respuesta lo más eficaz posible ante una situación real grave.

¿Ya existe una planificación de este tipo para el Parque Nacional del Teide? "Que yo sepa, no, nadie nos lo ha notificado", aclara. En cualquier caso, la Unidad Aérea de la Guardia Civil ya hizo sus propuestas, que consisten en la creación de zonas de aterrizaje de helicópteros, para dejar o recoger equipos de intervención o ciudadanos afectados ante cualquier suceso, con las debidas medidas de seguridad para la tripulación y los servicios que trabajan desde tierra. Desde su punto de vista, se deben habilitar seis espacios de esas características y mejorar un séptimo. Apunta que tres de ellos tienen que estar en la parte alta del Teide; uno cerca de la estación alta del Teleférico (junto a la montaña del Azufre); otro en el sendero del Pico Viejo, y el tercero en el Mirador de Telesforo Bravo. En su opinión, la mejora debería afrontarse en el punto existente junto al refugio, ya que ahora los helicópteros toman tierra sobre el depósito del agua, pero esa actuación conlleva riesgos. Los otros tres puntos planteados están en la base del Teide. Uno se ubicaría en la antigua gasolinera, por debajo de la estación del Teleférico. Otro estaría frente al cruce de la Boca Tauce y el tercero, en la entrada a El Portillo, cerca de la sede de Cruz Roja.

Para el capitán Márquez, la creación de estos espacios no generaría daños de tipo medioambiental, ya que apenas se requieren obras.

Manifiesta que las autoridades deberían tener mayor conciencia de la importancia de permitir entrenamientos a pilotos de rescate con helicópteros en enclaves como el Parque Nacional del Teide o barrancos del Macizo de Teno, por ejemplo. Cree fundamental que estos profesionales puedan prepararse en lugares por donde transita un número muy elevado de personas, donde pueden darse condiciones climatológicas extremas y suele haber muchos accidentes. Y esta demanda no la realiza pensando en él o en su equipo, sino en pilotos que empiezan a trabajar en las islas, o bien en los de las fuerzas aeromóviles del Ejército de Tierra (Famet) o Batallón de Helicópteros de Maniobra (Bhelma VI), que tienen capacidad para realizar vuelos nocturnos. Recuerda la importante labor desempeñada por estos últimos en la evacuación de personas que se debió hacer en la Punta de Teno hace años al derrumbarse parte de la carretera. El traslado de los afectados se hizo con una aeronave de la Guardia Civil y con tres del Bhelma VI. Dos de las tripulaciones del Batallón actuaron de forma voluntaria, ya que no les tocaba trabajar.

En los últimos años, a la Unidad Aérea de Tenerife de la Guardia Civil también se le ha asignado la coordinación de medios en incendios forestales. El capitán explica que esa labor consiste en programar el orden de actuación para verter agua sobre los puntos de fuego, así como controlar las limitaciones de las horas de vuelo de cada recurso; los tiempos de descanso de las tripulaciones, si fueran necesario; la localización de los puntos en los que se puede tomar agua; avisar a los equipos de intervención que puedan estar en peligro; rescatar a aquellos cuya vida esté en riesgo o llevar a personal médico a un enclave concreto cuando se requiera. Márquez refiere que también ha tenido que mediar ante algún conflicto de intereses. Por ejemplo, una tripulación lo avisó de que, cuando fueron a recoger agua a un estanque durante un incendio, una mujer comenzó a tirar piedras al helicóptero, ya que pensó que le estaban robando. El capitán habló con ella, le tomó sus datos y apuntó las coordenadas del depósito para que, una vez sofocado el fuego, la autoridad competente le repusiera el agua sin coste alguno. Y así consiguió calmarla. Este es el procedimiento que se sigue actualmente en todos los casos.

Anécdotas desde el aire para salvar a personas

Anécdotas desde el aire para salvar a personasDesde el helicóptero no es fácil determinar cuando unas personas están pidiendo auxilio o saludando. Hace varias semanas, se detectó a una pareja aislada en la playa de la Garañona (en el Norte de la Isla) por la subida del mar. No tenían móvil y estaban a la intemperie. Llegaron a pensar en salir de allí en una balsa de juguete. Al ver al helicóptero, hicieron señales y se les rescató. Pero otras veces las víctimas no hacen nada para facilitar el auxilio. Dos parapentistas cayeron al mar cerca de la playa de Tamadite (Anaga). Lo primero que vio el capitán fue dos parapentes tendidos sobre el agua, por lo que pensó que se habían ahogado los deportistas. Pero, tras unos minutos, detectó a dos hombres desnudos en la citada playa, donde encendieron fuego para calentarse. En ningún momento hicieron señal alguna para que se les recogiera. Ante las dudas, el mando de la Guardia Civil indicó a un compañero que les preguntara si eran ellos los parapentistas accidentados, respondiendo afirmativamente.