Pequeños fragmentos de plásticos llegan a nuestro entorno cada día desde que el humano empezó a recrear todos los útiles de su día a día con este tipo de material más barato. Ropa, cosméticos, redes de pesca, cubertería y, prácticamente todo lo que se pueda imaginar, contiene plástico. La llegada de estos residuos, que pueden ser microplásticos (de menos de 5 milímetros de diámetro) y mesoplásticos (de 5 a 25 milímetros), lejos de lo que se pueda pensar, viajan desde distintas partes del mundo sin que podamos hacer nada. De hecho, la playa de la Lambra, ubicada en La Graciosa, es una de las que ha registrado mayores concentraciones de este tóxico, aún siendo una de las zonas de Canarias más alejada de la contaminación urbana.

No se trata entonces de un fenómeno local, como determinó en 2017 un grupo de investigadores de la Universidad de Las Palmas (ULPGC), sino de un problema establecido a nivel mundial. En su estudio Contaminación de microplásticos y alquitrán en tres playas de las Islas Canarias, los investigadores, liderados por la bióloga, Alicia Herrera, determinaron que son los plásticos consumidos en el Caribe o las Maldivas, los se están acumulando de manera masiva en nuestras playas.

El estudio contempló el análisis de tres playas de las Islas orientales, concretamente Lambra (La Graciosa), Famara (Lanzarote) y Las Canteras (Gran Canaria), ya que se conoce que la Corriente Canaria arrastra los materiales del océano Atlántico hacia el norte o noreste de Canarias, lo que convertía a estas tres en las playas más expuestas.

Los investigadores determinaron que "los valores de plástico y alquitrán registrados eran muy altos en las tres playas". Sin embargo, Lambra "era la más afectada". Porque aunque en Las Canteras fue donde se encontraron mayores fragmentos de microplásticos (94,3%), en Lambra las muestras no solo alojaban una cantidad preocupante de este material (52,7%), sino que también contenían un 35,6% de alquitrán y un 11,7% gránulos industriales. También la arena de la Lambra contenía la mayor concentración de micro-deshechos con 23,7 gramos por metro cuadrado de media, por encima de los 16,6 gramos de Famara o los 5,4 de Las Canteras.

Los datos son sorprendentes entre otras cosas porque tanto Famara como Lambra "no están localizados cerca de puertos comerciales", como sí es el caso de Las Canteras. De ahí que los científicos determinaran que, especialmente los deshechos de alquitrán, estén llegando desde los barcos petroleros que descargan el material al mar o de antiguas fugas de petróleo que se han depositado en las piedras, que fragmentadas por la acción de las olas, se han convertido en pequeños fragmentos sólidos de alquitrán.

La mareas y el viento son las razones últimas de que esto ocurra justamente en unas islas no excesivamente afectadas por la acción antrópica. La contaminación tan alta de Lambra puede tener relación, según el estudio, con el hecho de que es "la playa más expuesta, la más ventosa y en la que las olas tienen más fuerza", especialmente en otoño y en invierno, momento en el que se registró una mayor acumulación de estos desechos. Los investigadores además dejan una puerta abierta a que la superficie en la que están alojadas las playas tenga también relación con el depósito de estos materiales, pero afirma que no existe suficiente información como para ratificarlo.

Los investigadores tachan la situación de "alarmante", especialmente porque las playas de Lanzarote y La Graciosa son Reservas de la Biosfera, así como áreas de protección especial para pájaros (ZEPA). "Los microplásticos y las pequeñas esferas de alquitrán son un gran riesgo para la población local de pájaros", alerta el informe. Y es que, en un estudio anterior, se determinó que el 83% de las pardelas canarias contenían de medía 8 piezas de plástico en su interior. La ingesta de plástico es peligrosa porque provoca que los animales se sientan saciados y no coman, lo que les lleva a la hambruna y, a su posterior fallecimiento.

Alicia Herrera ha seguido investigando en esta línea, y junto a su grupo de investigación, el pasado febrero publicó en el Marine Pollution Bulletin, un estudio en el que determinó que también los peces canarios están ingiriendo microplásticos. Concretamente, halló que, de los 120 tractos gastrointestinales estudiados, el 78,4% de los peces habían consumido algún tipo de estos imperceptibles residuos.