El cáncer tiene mucho que ver con la suerte. Te puede tocar o no en parte como la lotería, pero también influyen la herencia genética y los factores ambientales. Manuel Hidalgo, oncólogo despedido del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO ) y muy respetado en Estados Unidos donde las universidades y hospitales se lo disputan por sus investigaciones rompedoras para combatir la enfermedad, afirma que "cada cáncer actúa de forma diferente según la persona a la que ataca". Hidalgo, que ha participado en unas jornadas de la Fundación Areces sobre oncología personalizada de precisión, acaba de fichar por el Hospital Cornell de Nueva York, mientras mantiene varios pleitos con el CNIO, la institución que dirige María Blasco a la que acusa en esta entrevista con Epipress de torpedear sus investigaciones y de someterle a una caza de brujas.

¿Es el cáncer en general una consecuencia de la vejez?

Es uno de los factores no controlables más importantes después de la mala suerte.

¿Qué tiene que ver la suerte con padecer cáncer?

El cáncer tiene mucho de aleatorio y de mala suerte. Hay gente que lo padece sin tener antecedentes familiares ni estar expuestos a factores ambientales que lo favorezcan.

¿Hay que recurrir a una oncología personalizada para hacerle frente?

Las personas somos heterogéneas y los tumores, también. Esa heterogeneidad se mantiene desde el momento en el que aparece el tumor, durante su evolución y a la hora de afrontar la capacidad de respuesta a un tratamiento.

Un tratamiento de precisión. ¿Qué quiere decir eso?

Que hay que buscar el talón de Aquiles de ese tumor y enfrentarte a él de forma precisa conociendo qué genes en concreto han sufrido una mutación en una persona.

¿Cómo va el tratamiento personalizado integrado que han ensayado en los ratones con la idea de aplicarlo a pacientes con cáncer resistente al enfoque estándar?

Está en marcha y hemos aprendido que cuando los ensayos no funcionan en ratones probablemente tampoco lo hagan en personas. Por el contrario, puede que funcionen si paran el cáncer en el ratón pero el problema está en industrializar este procedimiento porque es lento y costoso. Creo que para ensayos de fármacos es mejor apostar por el conocimiento genético de los humanos que confiarlo todo a los experimentos con ratones.

¿Por qué se produce un crecimiento descontrolado de ciertas células que acaban provocando esta temible enfermedad?

El cáncer es una enfermedad genética que se produce por la mutación de algunos tipos de genes. Están los oncogenes que actúan de aceleradores del cáncer, los supresores de tumores que si se rompen no frenan la enfermedad y los reparadores que son una especie de mecánicos que tratan de arreglar la rotura del acelerador y del freno. Normalmente, estos tres tipos de genes se rompen progresivamente a lo largo de 10 ó 12 años y es cuando se disparan esas células que provocan la enfermedad.

¿Cómo influyen la genética y los factores ambientales en el desarrollo del cáncer?

Hay un grupo de personas predispuestas a la enfermedad porque heredan la mutación de esos genes. Por eso es fundamental contar con diagnósticos genéticos para aplicar una medicina preventiva. Los factores ambientales también influyen. Si uno fuma, no lleva una dieta saludable o está expuesto a contaminantes o infecciones aumenta la probabilidad de sufrir cáncer. Después está el factor aleatorio de la mala suerte. Hay que llevar una vida sana y vacunarse en los casos que se pueda para evitar ciertos cánceres.

Por tanto, ¿qué podemos hacer para prevenirlo?

Controlar los factores modificables, conocer a esas familias que lo heredan e implementar las técnicas de prevención con mamografías y colonoscopias.

Supongo que las alteraciones genéticas que producen el tumor generarán sustancias posibles de detectar, lo que haría posible evitar su aparición.

Esperemos que así sea pero aún no hemos logrado detectar esas sustancias para detectar un cáncer de forma precoz.

¿En qué consiste la secuenciación del mapa genético del cáncer de páncreas, publicado por usted en la revista 'Science' en 2008, un hito importante en la lucha contra el cáncer?

Analizamos letra por letra el genoma de 24 pacientes para descubrir los errores que había en las 23 parejas de cromosomas de cada uno de ellos.

¿Qué han avanzado desde entonces?

Se ha avanzado muchísimo en la tecnología que se aplica para hacer esta secuenciación de forma más rápida y barata.

¿Cómo ha quedado su pleito con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) que dirige María Blasco que le despidió a usted por supuestos motivos disciplinarios por incompatibilidad con sus otras ocupaciones?

El despido por supuesta incompatibilidad ha sido declarado procedente pero quedan otros pleitos por dilucidar.

¿Qué pleitos le quedan pendientes?

Yo sufrí acoso laboral y les he puesto una querella por fraude ya que no han devuelto los 500.000 euros que me dio la Comisión Europea para desarrollar el proyecto que compatibilizaba con mi actividad en Boston.

¿Ha intentado María Blasco poner trabas a sus investigaciones?

Totalmente. Sufrí una caza de brujas.

¿Qué es lo que más le ha decepcionado del CNIO?

Cuando llegué era un centro espectacular. Mariano Barbacid lo creó con maestría pero desde su marcha todo se fue a la deriva y tienen hasta problemas por fraude de datos.

¿Se arrepintió de dejar su cargo de codirector del programa de cáncer gastrointestinal de la Universidad John Hopkins para volver a España?

Sí, a la larga me arrepentí. La vida me hubiese sido más fácil si me hubiera quedado en el Hopkins.

Pero luego volvió a Estados Unidos al ser nombrado director de un centro vinculado a la Universidad de Harvard y presentado como autor de un trabajo rompedor en terapias experimentales.

Soy catedrático en Harvard pero ahora me marcho a Nueva York, al Hospital Cornell como jefe de oncohematología.

¿A qué conclusión le llevan estos episodios tan conflictivos?

Que son una pérdida de tiempo. Para mí lo fundamental es trabajar e investigar y todos esos pleitos te distraen.

¿Qué opinión tiene de lo ocurrido en torno al profesor e investigador Carlos López Otín, cuyos ratones experimentales aparecieron misteriosamente infectados y hubo que sacrificarlos en detrimento de sus investigaciones?

La historia de López Otín me suena mucho a la mía. Es una historia de envidias, celos y egos. Entre los científicos hay muchas envidias y le deseo lo mejor al profesor López Otín.