Poco a poco ellos se están colando en nuestra realidad. A medida que gotean las noticias del "realismo" de realidades virtuales, o el auge de la inteligencia artificial en sus múltiples facetas sentimos un poco más cerca, un poco más real, la creación de humanos virtuales. Aunque son un poco torpes en estos primeros años, nadie duda de que ganarán habilidad a medida que pasen los años. Como la vida misma. La diferencia es que ellos no envejecerán

No son pocas las noticias del advenimiento de la cuarta revolución industrial que arrasará con millones de puestos de trabajos. Todos sustituidos por robots y programas informáticos inmunes al cansancio, carentes de todo tipo de derechos, rentables en las empresas que aspiran a una economía global que trabaja las 24 horas del día, los 365 días del año. Si tu trabajo puedo hacerlo una máquina, estás perdido. Tarde o temprano lo hará, la cuestión es si se podrá llegar a la jubilación antes de que suceda. Ante este panorama, en el imaginario colectivo se encuentran los vídeos de máquinas de Boston Dynamics capaces, cada vez más, de proezas físicas que les equipara a animales de carga. Pero hay más, mucho más con máquinas nada inteligentes pero que pueden hacer los trabajos repetitivos de una forma eficiente. La conducción autónoma está a un paso de ser una realidad que transforme nuestra sociedad.

Aún queda mucho para siquiera acercarse al futuro distópico que plantean series como Humans que explora el impacto emocional, incluso sexual, que generan los androides en la sociedad. En la actualidad Sophia es el robot humanoide, de nacionalidad Saudí, más avanzado del mundo y aunque es capaz de responder preguntas sencillas sobre temas predefinidos, su inteligencia programada no parece presagiar que veamos calles con androides pululando en poco espacio de tiempo. Aunque así fuese, no les tendríamos miedo y serían realmente juguetes, los Tamagotchi del siglo XXI.

Los humanos virtuales, o la denominación que quieran poner en el futuro, han encontrado otras formas de ser aceptados por la sociedad. Una de ellas es conseguir sustituir a los políticos. Michihito Matsuda quedó tercero en los últimos comicios de la prefectura de Tama, en Japón. Su promesa de acabar con la corrupción con políticas "imparciales y equilibradas" hizo que su mensaje llegase a calar entre los votantes.

Una de las características que identifica a un ser humano es su cara. Nuestra evolución ha hecho que seamos capaces de reconocerlas fácilmente, recordarlas y aceptarlas como seres iguales. Un fabricante informático con el fin de demostrar la capacidad de cálculo de sus productos, está creando fotografías de personas que no existen. Utilizando inteligencia artificial y un banco de imágenes de fotografías de personas son capaces de crear infinidad de nuevas "caras" que no pueden distinguirse en su mayoría como artificiales. La capacidad de copiar estos procesos que permite la informática ha hecho que aparezcan clones de este servicio, como crear fotografías de gatos que no existen, aunque con unos resultados más discretos, de momento.

Un ejemplo ¿vivo? del auge de los humanos virtuales es Imma, una influencer virtual que ha ganado casi 60.000 seguidores en Instagram con 78 publicaciones. Selfis de estudio y callejeros, sola, o acompañada con seres humanos, Imma es la creación de ModelingCafe, una firma de creación de imágenes generadas por ordenador y que ha trabajado en títulos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild. No solo se trata de crear una buena imagen técnica, también se ha buscado dotarla de personalidad, prestando atención a los detalles, como las raíces oscuras de su virtual cabello teñido. Ella ha posado en una revista con dos modelos humanos Mayben y Aria, utilizando maquillaje real y virtual creado por un profesional del peinado y maquillaje. Los creadores de esta publicación querían comprobar qué tan lejos llegan los límites virtuales utilizando una modelo totalmente falsa.

¿La seguirías?