La próxima vez que quiera ver las hojas cayendo o las abejas polinizando las flores, o simplemente quiera volver a sacar esa ropa de "entretiempo" que ha ido acumulando con los años y que aguarda encima de su armario en una bolsa hermética, quizás ya sea demasiado tarde. Las suaves temperaturas que caracterizan los meses primaverales y otoñales están perdiendo su hueco en la situación en el que se encuentra nuestro planeta. Canarias, que además nunca se ha caracterizado por tener un gran contraste entre estaciones, corre el riesgo de perder sus meses de tregua.

A partir de ahora, y debido al efecto del cambio climático, en el Archipiélago "seguramente tendremos dos estaciones, una más fría y otra más cálida". Así lo afirma Emilio Cuevas, director del Observatorio Atmosférico de Izaña (IZO), adscrito a la Agencia Estatal de Meteorología, que hace hincapié en que los veranos "se están adelantando y atrasando". "Lógicamente las primaveras y los otoños son más cortos por esa razón", concluye el investigador.

Ante la inminente modificación de nuestro entorno, la sociedad tendrá que modificar todo su esquema mental en relación a las estaciones climáticas. Pero estar abocados a unos veranos más largos y a inviernos más difíciles está más cerca de ser una anécdota que de un gran problema, porque a la sociedad "no está preparada" para el reto económico y social que va a conllevar el cambio climático.

Lejos de intentar ser catastrofísta o alarmista, el investigador del IZO concluye que el problema al que se está enfrentando la humanidad es realmente alarmante. El pasado abril, la estación meteorológica registró una concentración de dióxido de carbono jamás vista por el ser humano en su historia.

De hecho, tan solo se conoce de una concentración similar (416 partes por millón) y se realizó hace tres millones de años, durante la segunda mitad del Plioceno. En ese momento, los ecosistemas en la Tierra parecían estar pasando por una modificación similar a la que estamos viviendo en este siglo XXI.

El aumento de las temperatura del mar, la atmósfera y el terreno -que en Canarias ha sido mayor que a nivel mundial- está directamente relacionado con las, cada vez más frecuentes, olas de calor, el aumento del nivel del mar o los fenómenos extremos (sequías y lluvias torrenciales). No está tan claro si las tormentas tropicales tienen una relación directa con el cambio climático, pero como remarca Cuevas, "con un océano y una atmósfera más cálidos, favorecemos que haya posibles tránsitos".

"Fenómenos como el Delta o el Gordon, que han afectado a Canarias, Madeira, Azores e, incluso Galicia, no se veían hace unas décadas", recuerda Cuevas. Con el cambio climático los fenómenos atmosféricos "más extremos van a aumentar". Y el problema está en que su variabilidad y su forma desconcierta incluso a los predictores.

El aumento de temperaturas, sin embargo, no está siendo de la misma manera ni en todo el mundo, ni dentro de una misma región. Canarias es ejemplo de ello. Aunque la temperatura en las Islas ha aumentado una media de un grado y medio en los últimos 103 años, "el incremento no es homogéneo", como explica el investigador. Las cumbres, en este sentido, son las que más sufren, mientras que las ciudades y municipios de costas aún pueden atemperarse gracias a la acción del mar. En un promedio en el globo, el aumento medio y ponderado de las máximas es menor que en Canarias, tan solo de 0,9 grados centígrados en los últimos 50 años, por lo que en relación el nuevo valor que marcan los termómetros de las Islas es "mucho".

Demasiado lejano

Una de las dificultades del cambio climático es su carácter futurible. Lo lejos que nos queda es lo que ha provocado que se viertan discursos de todo tipo. Así hay personas que no creen en su existencia -como los miembros del gobierno de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump- y otras que, aunque lo creen, no verán sus consecuencias y no les importa. "Es uno de los mayores retos a los que nos vamos a enfrentar en el futuro, y no estamos actuando correctamente en cuanto a rapidez", lamenta Cuevas.

Sin embargo, ya algunas consecuencias son palpables, como el aumento progresivo de las olas de calor. "Es un hecho constatado, cada vez son más frecuentes e intensas", insiste Cuevas, que afirma que la evolución de este fenómeno se ha estado estudiando durante los últimos 20 años.

"El modo de vida va a cambiar inevitablemente", afirma Cuevas, que considera, no obstante, que "la humanidad se irá adaptando". Al fin y al cabo, siempre ha sido así. Sin embargo, no por ello debemos olvidar la preocupación, porque como remarca el investigador, "a las guerras también nos adaptamos, pero nadie quiere una".

El cambio climático no supondrá "el fin del mundo", pero sí que afectará de manera desigual a las poblaciones del planeta. "Imagina un verano muy caluroso, la gente que tenga dinero podrá permitirse el lujo de poner aire acondicionado en todas las habitaciones, los más pobres no", alega. Y es que los españoles, que sufren una terrible pobreza energética en invierno, ya consumen más energía en verano.

Para intentar paliarlo los Gobiernos alrededor del mundo se deberían poner de acuerdo para poder hacer una acción dirigida y eficaz. Sin embargo, esto no está ocurriendo. Mientras Europa "es un buen ejemplo de que hay acuerdos que se cumplen", países como Estados Unidos resultan todo lo contrario. "Con la política de Trump ha habido un incremento de las emisiones de dióxido de carbono y Estados Unidos es de los países más contaminantes", afirma Cuevas.

Mediciones internacionales

Los investigadores asumen que la realidad está por llegar, pero poco más pueden hacer que realizar mediciones continuas del estado de la atmósfera, los océanos y el medio ambiente en general, porque la última palabra la tienen las administraciones públicas.

En el Observatorio Atmosférico de Izaña se integran dos trabajos paralelos. El más importante es la vigilancia de los cambios que se producen en la composición atmosférica. "Medimos los gases de efecto invernadero, los reactivos, los de la capa de ozono y los aerosoles, es decir, los que causan el 98% del calentamiento global", explica Cuevas.

La otra faceta del observatorio es la dar soporte a otras estaciones a nivel estatal e internacional para calibrar sus equipos. Porque el enclave en el que está ubicado el centro, cuenta con el aire más limpio de la Tierra. Desde Izaña se puede lograr medir la composición primaria de la atmósfera, sin apenas ruido, lo que confiere una visión global desde un pequeño lugar.

Pero la calibración de espectrómetros o fotómetros desde Izaña no solo alcanza a todos los lugares del planeta, también el espacio. Porque desde el pequeño observatorio que mira directamente al Teide, se puede saber si la red de satélites está midiendo correctamente las diferentes variables meteorológicas y repararlo si fuera necesario.