La humanidad ha ganado unos kilos de más. Sin embargo, ese reparto de peso no ha sido igualitario en todo el mundo. De hecho, y al contrario de lo que se suele pensar, los más afectados por este aumento del índice de masa corporal (IMC) han sido los residentes en las zonas rurales de los países más empobrecidos que, en tres décadas, han pasado de la desnutrición a la malnutrición. Concretamente, y si nos estuviéramos refiriéramos a hombres y a mujeres con una estatura estándar (1,80 y 1,69 respectivamente), estaríamos hablando de un aumento de peso que rondaría los seis kilos. Y es que el índice masa corporal ha aumentado una media de 2,1 kilogramos por metro cuadrado desde 1985 en las zonas rurales, tanto en mujeres como en hombres.

Son las principales conclusiones de un estudio publicado en la revista Nature en el que han colaborado más de 300 equipos de trabajo alrededor del mundo y en el que se han recopilado los datos de 112 millones de adultos entre 1985 y 2017. Con esta investigación, por primera vez queda descartada la arraigada creencia de que en las zonas rurales la gente se alimenta mejor o que sufre malnutrición. En las zonas rurales, la población ha aumentado su peso en 2,09 y 2,10 kilogramos por metro cuadrado en hombres y mujeres, respectivamente. En las ciudades el incremento ha sido de 1,35 y 1,59.

Como deduce el informe, más del 55% del incremento de la masa corporal a nivel mundial ha ocurrido en los países que, en 1985, se consideraban emergentes o más pobres. Antonio Cabrera, investigador del Hospital Nuestra Señora de Candelaria y coordinador del grupo de investigación CDC (Cáncer, Diabetes y Enfermedades Cardiovasculares) de Canarias, afirmó a este periódico que el estudio debe marcar un antes y un después en las políticas de ayuda humanitaria a los países más empobrecidos. Entendiendo las ayudas como aquellas de carácter alimenticio, el también coautor de este estudio internacional, concluyó que estos datos deberían instar a los políticos a mejorar la educación y garantizar un mayor acceso a frutas y verduras para estas zonas.

Las mayores variaciones en cuanto a la situación de hace 30 años se encuentran en países como Egipto u Honduras, mientras que los países europeos y estadounidenses apenas han variado la situación en la que se encontraban hace 30 años y la diferencia con el medio rural, aunque existe, resulta ínfima. Esta disparidad entre urbe y campo tampoco es perceptible en España.

"En la evolución de las sociedades se ve que han ido ganando cierta capacidad adquisitiva, con lo que han podido empezar a llenar la panza pero de alimentos poco saludables", insiste Cabrera.

En este contexto, destaca la mujer subsahariana del mundo rural quien no ha conseguido variar demasiado su situación con respecto a 1985. "Es la única población del mundo que no ha seguido estos cambios", remarca el investigador, que considera que esta situación ocurre porque viven en sociedades en las que tienen que hacer a diario "una actividad física enorme".