Puro amor y humildad son dos de los patrones que rigen a la familia Ramos Álvarez. Un grupo que hacen equipo y que, además, se percibe de puertas para fuera. Un proyecto de vida compartido y que funciona como un perfecto engranaje cuya principal fuerza motriz es Pilar Álvarez, la madre de Natalia y Noelia -también de Airam-, reconocidas futbolistas de la UDG. Tenerife Egatesa y Sevilla, respectivamente.

"Somos una piña. Con la edad que ellas tienen (20 años) ninguna hace nada sin consultárnoslo a su padre (Migue) y a mí. La lucha que han mantenido desde pequeñitas las han puesto dónde están. No obstante, más allá de haber logrado su objetivo en el fútbol -jugar en Primera- y estudiar sus carreras universitarias, han mantenido los valores y la humildad en la que se han criado", comenta Pilar.

De ambas destaca la felicidad que las caracteriza: "son unas niñas muy alegres". Mientras, revela que Noelia se parece más a ella y Natalia es más "padrera", pese a su condición de gemelas "son diferentes. Sin embargo, no tengo ni una sola queja de ninguna de ellas; son muy sacrificadas, disciplinadas y cariñosas no, lo siguiente", subraya emocionada.

Si en la actualidad Pilar es la que encuentra un apoyo fundamental en sus vástagas, en el pretérito las gemelas lo encontraron en su madre cuando decidieron calzarse las botas y empezar a jugar a fútbol. "Me encargaba de prepararles todo lo necesario para que fueran a entrenar y también de llevarlas al campo de fútbol. Ahora, siempre que puedo, estoy en la grada apoyándolas", indica.

No todo ha sido un camino de rosas, pero los lazos son tan fuertes que las dificultades sólo los han fortalecido. Cuando las gemelas rondaban el cuarto mes de vida, Noelia -la actual guardameta del Sevilla- sufrió un problema cardiaco que le hizo que Pilar tuviera que marchar a la Península y así separarse del resto de familia, incluida de su otra hija, Natalia.

Otro de los trances más complicados que atravesó la mentada familia fue la marcha de las gemelas a Valencia para enrolarse en las filas del Levante UD. "Felices porque cumplían su sueño, pero tristes porque dejaban un vacío. No obstante, cada vez que podíamos íbamos a visitarlas; de hecho, pasamos, por primera vez en la vida, la noche de Reyes fuera para poder darles sus regalos y que no se sintieran solas en esa fecha", asume la progenitora que sufrió cuando sus pequeñas se marcharon del nido.

Madre no hay más que una, que se lo digan a Pilar, la cual encontró en su progenitora un apoyo, una referencia para educar a sus retoños y alguien que suplicó porque su hija saliera adelante.