A los habituales gritos de guerra de "¡Al cielo con ella!", que caracterizan la particular madrugá chicharrera del Jueves Santo, cuando la Esperanza Macarena y Nuestro Padre Jesús Cautivo recorren el casco antiguo de Santa Cruz, este año se sumó una particular dedicatoria: "¡Va por ti, Blas!", en recuerdo del fallecido costalero y miembro de la hermandad. El grito, con voz rajada, se escuchó cuando La Macarena iba a enfilar la salida de la parroquia de La Concepción.

Procesionaba el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Amargura de regreso a su parroquia de San Francisco y, a su paso por la plaza del Chicharro, los concejales Gladis de León, Juan José Martínez, Carlos Tarife y Verónica Meseguer no ocultaban consultaba la hora para evitar llegar tarde a la salida de La Esperanza Macarena. Desde antes de las diez de la noche estaban llenos los aledaños de la plaza de la Iglesia de La Concepción para disfrutar en primera persona de una de las procesiones que más vecinos y visitantes reúne en la Semana Santa chicharrera. Con más de medio siglo de implantación, este estilo andaluz se ha convertido en un polo de atracción.

Dentro del templo, a la espera de la salida, coincidió la plana mayor. En contadas ocasiones se recuerda la presencia del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, en esta procesión, o la del titular del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo. Y la noche del Jueves Santo, junto al prelado y al jefe del Ejecutivo, también estaban el presidente del Cabildo Insular y el alcalde de Santa Cruz, junto a una nutrida representación política de las tres administraciones. Eso sí, monseñor Álvarez acompañó a la salida de la procesión, pero se dejó sentir su ausencia a la llegada a la parroquia de San Francisco.

Mientras los costaleros se preparaban, el regidor municipal, José Manuel Bermúdez saludó a los "hermanos" -como se refirió- uno a uno, con la vara de la hermandad en ristre. Como ya es tradición, Bermúdez dio la salida con el llamador del Jesús Cautivo, portado por costalero y con Leo Cortés de capataz. Las mujeres enfilaron la rampa y el silencio en el templo lo rompió una señora: "¡Qué bonito, hijas! ¡Qué bonito!". Sobre la madera de salida, bajo la torre, la mayoría de los pies descalzos realzaron el momento de tensión, y emotividad. "¡Bajar trasera!", gritó Leo. Y así se hizo. Ya en la puerta y frente a la plaza, grito "¡al cielo!", ovación y canto del "Novio de la muerte", mientras la costaleras bailaban a Nuestro Padre Jesús Cautivo. Y luego, otro clásico: "El Cristo de los gitanos". Se hacía esperar la salida de La Macarena, hasta que en esta ocasión fue el presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, quien accionó el llamador, para luego ser el capaz, Paco Cortes, el encargado de dirigir la salida del palio y dirigir una salida milimétrica bajo la torre de La Concepción. Tras unos minutos y asomarse La Macarena a la plaza de la Iglesia, un suspiro unánime de cuantos estaban dentro con el corazón en un puño. Fuera, ovación. "¡Macarena, guapa!", luego una segunda vez, y una tercera, correspondida con aplausos. Tras el esperado baile a la salida y hasta una saeta, la procesión puso rumbo a la iglesia de San Francisco, donde llegó sobre las doce. Segunda función. Con las costaleras dándolo todo en la subida por la rampa a Nuestro Padre Jesús Cautivo, y luego, los costaleros de La Macarena. Treinta minutos de refrigerio, y regreso al templo matriz, con prisas para evitar el chipichipi, y casi ya en familia, porque la tensión se había concentrado en la salida de La Concepción y la llegada a San Francisco en un Jueves Santo que gana adeptos.