Mientras unos se afanan por no perder el tranvía para ir al encuentro del Crucificado lagunero, Cristo Yeray se debate esa madrugada del Viernes Santo por lograr un sitio dormir; el que usaba ahora está vallado.

Rumbo a Aguere, a la procesión de la Madrugada en la que cada Viernes Santo sale el Cristo de La Laguna de su Santuario, otro Cristo espera el tranvía en plaza de Weyler. En su caso, Cristo Yeray. Un chico que hasta esa noche pernoctaba en el Barranco Santos en una zona que han vallado y que se mezcla con cuantos esperan el paso del tranvía para poner rumbo a la procesión. Cristo, Yeray, pide un euro. Ni eso, solo completar lo que le falta para coger el transporte guiado por sabe que están los revisores y no quiere tener problemas. Con ocho años asegura que falleció su madre víctima de cáncer, y dos años después perdió a su padre. Por deudas perdió su vivienda en La Candelaria. De eso hace ya casi quince años; la mitad de su vida. La madrugada del Viernes Santos muchos van a la procesión, pero Cristo Yeray se bajará en la parada Conservatorio, para buscar cobijo en la casa de un amigo. Seguro que a esta hora duerme, casi se lamenta.

Mientras, decenas de personas se suben al transporte guiado para participar en la procesión del Cristo de La Laguna. Antes de la primera de las siete palabras -tantas como reflexiones se proponen en su procesión-, el rector del Santuario, Daniel Padilla, dirige una hora santa, mientras se repite la estrofa de la canción: "Jesús me ama y se entregó por mi".

En los bancos, parece haberse batido el récord de togas por metro cuadrado. Daniel Padilla anuncia el inicio de la procesión. La primera reflexión la dirige Montserrat del Pozo, superiora general de las Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, congregación que prepara en Tenerife su próximo capítulo general. De ahí, la nutrida presencia de religiosas en la madrugada del Cristo de La Laguna. Un pedazo de cielo parece haber bajado cuando se las escucha entonar una canción, a la que sigue la reflexión.

Dentro del templo, Daniel Padilla y otro presbítero inician la procesión, a la que se suman a la salida del Santuario el alcalde de La Laguna, flanqueado por dos miembros de su equipo, para afrontar el recorrido. Desde la misma puerta del santuario, los esclavos forman una hilera a izquierda y derecha que acerca a vecinos y visitantes hasta la puerta del convento de San Francisco. Justo ahí se suma a la representación religiosa Jesús Agüín, para cruzar la plaza del Cristo rumbo al convento de las Claras. Antes, fieles deciden pertrecharse en la churrería mientras otros acuden a la calle a su inicio desde la plaza del Cristo, donde el laureado solista Javier Hernández, miembro de Sabandeños y de la UA El Cabo, interpreta al Cristo moreno una malagueña, la primera de una serie que se sucederán en la fría y ventosa madrugada, entre los intentos del portador del estandarte del Cristo por evitar que el viento pase factura. De las Claras, acompañado el Cristo por La Dolorosa, San Juan y La Magdalena, a las Catalinas, en la plaza del Adelantado, donde unos hace oración y otros prefieren ir a la churrería próxima. Y así, sucesión de estaciones penitenciales hasta culminar la procesión después de las nueve de la mañana, a la espera que llegue la Magna por la tarde.