El Cristo Resucitado recorrerá hoy las calles del casco histórico lagunero. Este es uno de los pocos pasos que salen a hombros en la vieja Aguere -la mayoría se desplazan sobre ruedas- y, como suele ocurrir en estos casos, en torno a su cuadrilla de costaleros hay historias de esfuerzo y dedicación, que a veces también incorporan otras peculiaridades. Las de Cristóbal Sánchez -que ha cargado en familia- y Francisco José Mijes -sevillano afincado en Tenerife- son de esas vivencias.

Cristóbal, de 50 años, explica que es "lagunero de toda la vida" y que desde siempre le gustó la Semana Santa. Según apunta, tenía la "curiosidad" de cargar un paso, y esta la acabó saciando tras conocer a dos miembros de la Hermandad del Rosario, que es la que acompaña al Cristo Resucitado. "Me invitaron y me gustó", afirma. Su experiencia adquirió un cariz más singular hace unos años, cuando costaleras se sumaron a la cuadrilla y tuvo la oportunidad de salir en procesión junto a su hija, lo que considera que fue un "privilegio" para él.

"Llevo alrededor de cinco años y la verdad es que no pensaba que fuera tan emocionante", sostiene Sánchez, que había pertenecido a otras cofradías de La Laguna, aunque no tan involucrado como en este caso, en el que, además de salir en procesión, participa en los preparativos necesarios para el gran día. "La gente ignora lo que sientes cuanto te metes dentro del paso y salen todos los sentimientos", continúa. "Yo lo vivo con esa intensidad", apostilla.

Por su parte, Francisco José Mijes tiene 27 años y es natural de Sevilla, si bien desde los diez años vive en Tenerife. El vínculo entre el Resucitado y este hermano de varias cofradías sevillanas comenzó paseando por La Laguna. "Vi una cuadrilla de costaleros y me llamó mucho la atención porque nunca había dado con una en Tenerife", comienza su relato. "Me acerqué, hablé con varias personas de la Junta de Gobierno de la hermandad y de la cuadrilla, incluso con el capataz, y me dijeron que las puertas estaban abiertas para todo el mundo", recuerda.

Aquello quedó en stand by durante dos años, hasta que un día decidió volver. "Me presenté aquí sin avisar y no me pusieron ningún problema", rememora. Su primera salida procesional fue en 2015, ayudando desde el exterior al capataz, mientras que en 2016 se metió debajo del trono. Desde entonces se ha convertido en un fijo de la cuadrilla.

"En mi casa suena Semana Santa todos los días", expresa Mijes, y señala que el primer paso en el que salió como costalero fue en el del Cristo de las Lágrimas, en Sevilla, con 18 años. Según indica, en esta etapa en la Ciudad de los Adelantados se suma a todas aquellas tareas en las que puede contribuir con la hermandad: "Monto el paso, colaboro con la junta, en las igualás, ayudando a los compañeros... lo que haga falta". Y, como sevillano, ¿cuál es su perspectiva de la Semana Santa lagunera? "Son diferentes formas de ver la Semana Santa, pero igualmente válidas", manifiesta.