Cada vez conocemos más consecuencias del cambio climático. El dióxido de carbono (CO2) tiene muchísimos efectos en nuestro planeta cuando se consigue integrar con el medio. Entre todos los efectos descritos, se encuentra el flujo de CO2 atmosférico hacia el océano, pues se conoce que, en algunos lugares, el mar no es capaz de asumir el gas provocando la acidificación del medio.

Esta transformación del PH del medio marino no permite la solidificación del carbonato cálcico. Por tanto, esta situación dejaría en riesgo a los arrecifes de coral y, en las Islas, las poblaciones de lapas, burgados o caracoles, que perderían la capacidad de formar su concha. Sin embargo, aún se desconoce cómo esta situación afecta a las zonas costeras.

El proyecto CanBIO, coordinado por Loro Parque Fundación, está justamente intentando arrojar cierta luz sobre cómo este dióxido de carbono que lanzamos a la atmósfera afecta a las zonas de costa en el Mediterráneo y en Canarias. Con la información recabada en los próximos cuatro años pretenden poder refinar los modelos actuales de cambio climático, así como comprender el impacto de este gas y su grado de amenaza para la salud y la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.

La investigación, en la que también participan las universidades canarias, la ONG Elasmocan y Avanfuer, ha publicado ya los primeros resultados de su subprograma CanOA (Acidificación Oceánica en la Región Canaria), después de cuatro meses de obtención continua de datos. La conclusión a la que han llegado constata que las aguas que rodean Canarias se encuentran en una situación envidiable en comparación con la costa mediterránea.

La conservación del medio marino o su capacidad de rebotar el CO2 de nuevo a la atmósfera es incluso más grande entre La Palma y La Gomera. Por otro lado, el Mediterráneo y la desembocadura del río Ebro funcionan como una especie de "sumideros de CO2", es decir, son las zonas que "absorben el dióxido de carbono con más intensidad", según explicó Javier Almunia, director de Loro Parque Fundación.

De esta manera, también han identificado que la "capacidad de asimilación" de este gas tiene que ver con la temperatura a la que se encuentra el medio marino. Por esta razón, el proyecto plantea la continua toma de datos, ya que en cada estación puede variar el resultado. La hipótesis que barajan los investigadores es que "el intercambio de gases es muy complejo y heterogéneo en zonas costeras, no es homogéneo como en resto del océano", afirmó Almunia.

Durante los próximos cuatro años, CanBIO seguirá haciendo uso de los sistemas de medición instalados en varios barcos comerciales para poder conseguir una representatividad mayor. Se trata de un "sistema que está operativo todo el trayecto" de estos buques de mercancías y pasajeros, cuyos recorridos suelen ser entre islas o hacia Barcelona, como constató Almunia. Todos estos datos se traducen en una "foto fija", que posteriormente van a ser completados "con la instalación de dos boyas en dos puntos permanentes entre Tenerife y Gran Canaria, y el uso de un minisubmarino".

"Al contar con datos semanales tendremos información sobre cómo evoluciona la temperatura del agua y de cómo afectan las épocas más ventosas al medio", afirmó Almunia. Todos estos datos se comparten de manera automática, por lo que los grupos de investigación tendrán la oportunidad de analizarlos en tiempo real durante hasta 2022.

El proyecto de investigación está financiado a partes iguales por Loro Parque Fundación y el Gobierno de Canarias. Cada uno de ellos ha invertido 1 millón de euros para la puesta en marcha del mismo. No obstante, la empresa adelantó el dinero en su totalidad para poder comprar los aparatos necesarios a instalar en los barcos comerciales.