La parroquia de San Francisco de Asís, en la capital tinerfeña, es el punto de encuentro esta tarde-noche de los centenares de fieles que se reunirán para participar en los cultos religiosos del Señor de las Tribulaciones, que goza del título de Señor de Santa Cruz desde 2012 que reconociera de forma oficial el Ayuntamiento de la capital.

Se trata de una imagen que disfruta de gran popularidad y fama milagrosa. En su historia de devoción, dos referentes claves. El primero se remonta 1795, como queda constancia en la carta que remite el administrador del Hospital de Dolores, de La Laguna, al vicario de Santa Cruz. En el escrito que firma Francisco Tolosa, que fue capitán en la victoria sobre Nelson y llegó a ostentar el cargo de teniente coronel de Milicias Provinciales, cuenta la curación de la esposa del tesorero general de Reales Rentas José Carta, quien se llevó la imagen, que estaba en el antiguo Hospital de Dolores, a su casa, en la santacrucera plaza de la Candelaria, para colocarla en la habitación donde se encontraba su esposa, María Nicolasa Eduardo, gravemente enferma.

En el escrito remitido por el administración del Hospital de Dolores al vicario de Santa Cruz le comunica: "Se observó una erupción de varias partes del rostro de dicha escultura, al parecer como agua, según lo líquido y cristalino de las gotas que formaba. La recogieron en unos algodones, dejando rastro enjuto. Al poco rato, volvió a repetirse ese hecho, por lo que el citado José Carta llamó al teniente Pedro Ortiz, que volvió a enjugarla, al creer que el origen de este fenómeno se debía a la proximidad de la lámpara que estaba junto a la talla. Así, se retiró la lámpara y, sin embargo, sucedió lo mismo por tercera vez, ya en presencia de más testigos". Por este hecho, la talla fue adquirida al sacerdote Fernando de Fuentes, que la custodiaba en el Hospital de Dolores, por Francisco de Tolosa, que la donó a perpetuidad en 1802 al convento franciscano de San Pedro Alcántara, cerca de su domicilio.

De más repercusión social fue el otro milagro que se le atribuye al Señor de las Tribulaciones y por el que se vale el reconocimiento como Señor de Santa Cruz. En 1893 arriba al puerto capitalino el barco italiano Remo de que se dice que su tripulación contagió a muchos chicharreros con la epidemia de cólera morbo-asiática. La excepción, precisamente, fueron los vecinos del barrio de El Toscal, que se libraron de los estragos de la enfermedad. Rescata el párroco de San Francisco de Asís, Jacinto Barrios, una de las crónicas de la época para asegurar que "sus habitantes creyeron ver en este hecho la actuación del Señor de las Tribulaciones y, en acción de gracias, interpelaron al párroco Santiago Beyro y Martín para que hiciera las gestiones a fin de que se cambiara el antiguo nombre de la calle de Oriente por el de la Sagrada Imagen".

Se atribuye este milagro al Señor de las Tribulaciones porque la propagación de la enfermedad paró poco después de la procesión de la imagen en rogativa por las calles de El Toscal.

El actual párroco de la iglesia donde se venera el Señor de las Tribulaciones recuerda que, aunque el pleno del ayuntamiento ordenó el 4 de enero de 1894 grabar el nombre "en una lápida bajo una pequeña hornacina abierta, donde el arquitecto municipal crea más estético, para colocar en ella una reproducción fotográfica de la referida efigie", todavía hoy queda pendiente que se lleve a efecto. Este hecho histórico en Santa Cruz quedó inmortalizado con la concesión del título de "Muy Benéfica" y la Cruz de Primera Clase de la Orden Española de Beneficiencia a la capital tinerfeña.