Prácticamente tres meses después de que se produjera el terremoto de 4,2 de magnitud en la escala Ritcher entre Tenerife y Gran Canaria, la zona ha vuelto a temblar. Entre ambas islas ayer, a las 08:45 horas se registró un seísmo que alcanzó una magnitud menor que el vivido en enero, llegando a una de 3,2 en la escala Ritcher, según informó el Instituto Geográfico Nacional (IGN).

El temblor, que fue prácticamente inadvertido por la ciudadanía, se registró a 25 kilómetros de profundidad, como indicó el IGN en su página web.

En esta zona del Atlántico entre ambas islas es habitual que se produzcan movimientos sísmicos, aunque los investigadores aún no se ponen de acuerdo en las razones.

A lo largo de la historia se han manejado muchas hipótesis, aunque la que más se repite es la de que existe una falla tectónica entre ambas islas. Esta es el argumento más utilizado ya que se ha descartado en diferentes ocasiones que los movimientos que se registran sean de origen volcánico. No obstante, según la propia directora del IGN, María José Blanco, un sistema de fallas en dirección noreste-sureste no tiene por qué ser la única respuesta.

Vincular los movimientos a un sistema de fallas, "teniendo en cuenta la configuración que poseen las redes sísmicas actuales", según Blanco, "es complicado". La directora del IGN concretó que las limitaciones de la instrumentación de tierra no permiten un control en profundidad de la localización sísmica.

No obstante, para Luca D''auria responsable de la Red Sísmica Canaria, la recurrencia de estos sismos entre Tenerife y Gran Canaria se deben a un movimiento a lo largo de una falla o un sistema de fallas de origen tectónico.