EducAcción es el proyecto más personal de la escritora y empresaria Sonia Díez, un libro que no se conforma con recoger las quejas y lamentos de padres, profesores, sindicatos, Administración? sino que empatiza con las verdaderas razones ocultas tras ella y les da la vuelta, convirtiéndolas en un manifiesto inclusivo, en el que cada cual cuenta con su papel, por el cambio educacional. "El modelo educativo hay que cambiarlo, los niños del futuro no se merecen la educación del pasado", reclama esta doctora en Ciencias Económicas y Empresariales, MBA por el Instituto de Empresa y licenciada en Psicología y Ciencias de la Educación, con varias acreditaciones de posgrado por la Universidad de Harvard. En la actualidad es presidenta del grupo empresarial Horizonte Ítaca, conformado por los centros educativos Colegio Internacional Torrequebrada, en Benalmádena, Málaga; Colegio Internacional Europa, en Getxo, Vizcaya, y Fundación Ítaca y Wakana, en el Parque Natural de los Alcornocales, Cádiz. Para esta profesional que es vicepresidenta de la Federación de Mujeres Directivas el nuevo modelo debe basarse en el esfuerzo, el apoyo, la creatividad, el sentido crítico, la confianza, el talento y la motivación. Valores en los que debe focalizarse el profesor en las aulas para formar a los niños en esas habilidades y competencias que el mundo futuro está demandando. Uno de esos agentes educativos es el profesorado. Para Díez, el profesorado debe sufrir un fortísimo cambio, que permita la evolución de su figura como guía y acompañante en la formación del alumno.

¿El modelo educativo actual está caduco?

No es que esté caduco, es que pertenece a otra época y es propio de un mundo que ya no existe como tal, por lo que está desfasado. Es lo que pasa con un coche o con una cocina de hace 150 años, obviamente resultaría absolutamente ridículo usarlos, mucho más si tenemos en cuenta que los horizontes que se nos abren son de continuo cambio y van a exigir otro tipo de competencias que no se recogen en la enseñanza que ofrecemos hoy.

¿A qué tipo de competencias se refiere?

Debemos abandonar todo aquello que medimos, reproducimos cosas innecesarias. Tú no mides las competencias de pensamiento crítico, de creatividad, que es algo que todos nacemos con ello y terminas desarrollando. O la capacidad de trabajar en equipo y las habilidades sociales. Se pone énfasis en contenidos que se olvidan y no en otras habilidades.

¿Cuáles serían, a su modo de ver, las competencias básicas con las que debe salir un niño hoy de la escuela?

Un niño tiene que salir de la escuela sabiendo quien es, aunque parezca de Perogrullo. Uno necesita tener una clara idea de cuáles son sus talentos, sus destrezas, sus gustos, sus afinidades? para ser capaz de comprender los límites de uno mismo y afianzar las cosas que necesita trabajar más, además de ver los horizontes en cuanto a tu capacidad de automotivarte. El mundo tiene, ahora más que nunca, un montón de horizontes que antes eran impensables, porque tienes a tu alcance casi la capacidad infinita de aprender lo que quieras gracias a las nuevas tecnologías y a la globalización. Si eres capaz de poner en marcha un itinerario de desarrollo personal en el que tú te puedas comprometer es fundamental. Lo que vemos en los jóvenes hoy es una carencia importante de creatividad y responsabilidad, pero realmente les damos muy pocas oportunidades de hacerse responsables de su propio desarrollo. Y la otra cosa es entender el mundo en el que vives, no se trata de tener un contenido destacado sino que los alumnos puedan comprender el mundo explorando o teniendo experiencias que les van a hacer crecer no sólo intelectualmente sino personalmente. Ahora podemos compartir experiencias de manera gratuita con personas que están en la otra parte del mundo y hacer investigaciones y trabajar con otras personas que hubiera sido impensable en otro momento y eso ahora es real. Toda esa realidad permite que los niños puedan tener un pensamiento crítico, es decir, una opinión sobre cada una de las cosas que están sucediendo.

¿Estamos enviando alumnos frustrados a la Universidad?

Sí y, además, sabemos que es muy frustrante que a ti cuando te han estado diciendo durante quince años de tu vida que después de formarte bien y hacer todo lo que te han pautado que hicieras para llegar a la Universidad lo que te esperaba al otro lado es el éxito. Esa es la gran promesa del sistema educativo, pasa todos los obstáculos, pasa todos los exámenes y, al final, tendrás un éxito esperado y esperable tanto académico como profesional, y la respuesta es que las expectativas se ven sistemáticamente truncadas.

¿Cómo se puede hacer el aprendizaje más placentero o menos frustrante?

El placer es una posición inherente a todo ser humano, es decir, aprender y descubrir cosas nuevas produce placer en el ser humano. Lo antinatural es forzar a las personas a estar sometidas a sistemas que no producen placer o que no fomentan el placer de aprender. Por eso una de las cosas que tenemos que hacer es involucrar al alumno en la toma de decisiones, porque si no es imposible que se produzca ese placer del aprendizaje. Hay que conseguir que el alumno sea consciente de que es el protagonista de su propio aprendizaje.

¿Cuál debe ser el papel de los padres?

El papel de los padres debe ser el de amar a sus hijos. No se trata de controlar si hacen o no los deberes. Su papel es el de supervisar pero desde el amor. El niño debe ser responsable y en la responsabilidad no educa un padre helicóptero que interviene en todas las decisiones que tome el niño. Ellos deberán tomar decisiones como cualquier adulto y cuando se equivoquen deberán asumir la responsabilidad de haberse equivocado. La labor de los padres es la de amar a sus hijos y acompañar, y el profesor tiene que proceder a realizar una función instructiva. El conocimiento no se encuentra en contenedores, está fuera del aula, y el profesor debe enseñar al alumno a pensar bien, que es una habilidad que el alumno debe desarrollar a lo largo de toda su vida académica y personal.

¿Están desmotivados hoy los docentes?

Les pasa un poco lo mismo que a los alumnos. De repente, el mundo ha cambiado y su ámbito de participación se ve encorsetado en un contexto de incertidumbre, y eso produce es ansiedad. El docente tiene que tener, cada vez más, la certeza de que su labor es la de estar presente y acompañar al alumno y ahí no se puede equivocar.

¿Qué es lo que estamos haciendo mal?

Por un lado está la postura de los profesores que han perdido la motivación y solo piensan en negociar condiciones salariales que les permitan vivir más tranquilamente. Pero también tenemos un enorme grupo de profesores que tratan de explorar nuevas formas de acompañar a los alumnos. Creo que, además, hay muchas iniciativas que están poniendo en valor la labor de estos docentes que son más audaces. Cualquier iniciativa que obtenga resultados en cuanto a la mejora del conocimiento del alumno tiene mucho valor y debe ser puesta en un lugar de prestigio, por pequeña que sea la contribución.

¿Apoya métodos educativos como Montessori?

Tanto Montessori como otros métodos tienen del entorno de cien años. Montessori creó su método para niños que estaban deprivados, que tenían dificultades de aprendizaje y no avanzaban por la vía normal, y con el tiempo se demostró que apelando a otro tipo de métodos el alumno podía aprender mejor, también el que no tenía discapacidad. Eso se ha llevado al aula con éxito. Pero no hace falta adscribirse a un epígrafe de un método concreto porque no podemos contemplar un método creado en los albores de la II Guerra Mundial como algo que realmente aporte un valor diferencial y absoluto en la etapa en la que estamos, en la que nos estamos planteando la inteligencia artificial y el mundo en que vivimos tiene retos mucho más importantes, como el de ser conscientes de quién soy yo en un mundo hiperconectado. Esos son retos mucho más importantes para el desarrollo del alumno actual.

¿En ese mundo hiperconectado qué papel juega la tecnología en la educación?

Es una herramienta maravillosa, pero como todas las herramientas maravillosas tiene su lado afilado y el peligro de que si no se utiliza adecuadamente puede generar disfunciones e incluso daños. Los neurocientíficos aconsejan que no debería utilizarse la tecnología antes de cuarto de Primaria aproximadamente porque antes de los 8 años hay cosas mucho más importantes que el niño tiene que hacer y después de esa edad hay que saber para qué, pero es cierto que ofrece un mundo de oportunidades tanto de crecimiento intelectual como relacional. La forma en la que nos relacionamos a través de la tecnología es un mundo superextenso para explorar y hay que tratarlo como un asunto relativamente importante que precisa de la creación de una asignatura o un contenido propio porque ya es algo que está presente en la vida de los chicos.

¿Por qué no conviene introducir la tecnología en el aula antes de los 8 años?

La plasticidad del cerebro de un niño requiere del desarrollo de ciertas habilidades y aptitudes que tiene que ver más con la manipulación de objetos y la correlación espacial que con la tecnología. Es más provechoso que en los primeros años del niño dediquemos tiempo a desarrollar esas destrezas para que luego con la tecnología se pueda complementar.

¿Qué opina de los "padres helicóptero", y el uso de grupos de Whatsapp es un peligro?

Los grupos de Whatsapp son un peligro en la medida que sobrecargan de una relación no natural a una parte fundamental de los equipos educativos que son los padres. Esa presencia continua y los miedos, chascarrillos o infundios que circulan por ellos en lugar de tender a generar círculos virtuosos genera todo lo contrario a lo esperado, críticas y malentendidos, cuando en educación necesitamos tener una comunidad unida por el compromiso con el niño. Todo lo demás sobra.

¿Qué opina de la presencia creciente de manuales para padres? ¿Existe demasiada orientación pedagógica?

Creo que es algo casual. Todos los manuales tienen una intención y una visión de cómo debe ser el ideal de un buen padre o un ideal de una buena familia. Pero un manual, ya por definición, tiene un principio y un final. Me parece interesante que la gente lea mucho de pedagogía, de criar a los niños, de educación? y que tenga su criterio propio, pero yo no soy muy de manuales. Creo que las familias que tenemos ahora mismo en España han cambiado más a lo largo de los últimos diez años que a lo largo de toda la humanidad. Hemos tenido un cambio brutal en la configuración y tipología de familias, monoparentales, pluriparentales?, que es una evolución querida y deseada por parte de la sociedad, pero que difiere de las expectativas de un manual que trata de sintetizar y buscar entre las personas para que confluyamos en algo concreto, pero vista la realidad no nos lleva a mejores conclusiones. No existe un manual ni un estándar para la crianza de los hijos. Lo que importa es la realidad y la vivencia de la familia que tenemos.

Pasemos al papel de la Administración y los cambios legislativos de últimos años, ¿cómo repercute esa incertidumbre normativa en el sistema educativo?

Vivimos bajo la falsa ilusión de que normativizando y estandarizando vivimos más seguros y es todo lo contrario; en momentos de cambio y de inestabilidad, de lo que se trata no es de normativizar sino de tener una actitud mucho más colaborativa. Somos poco emprendedores de verdad, se llevan a cabo iniciativas casi de maquillaje. Lo que hay que cambiar es el paradigma y eso requiere de un cierto atrevimiento, atrevimiento a fallar y pensar de forma diferente. Y eso implica atreverse a poner en marcha iniciativas que no van a ser fructíferas o completas a la primera, lo cual no significa que no sean buenas. Puede que haya que realizar ajustes, pero cuando uno elige un camino de cambio, lo único que tiene claro es que hacia donde debe tender a moverse es más seguro que quedarse parado. Y eso es un poco lo que estamos viviendo, tenemos 8 millones de niños escolarizados y un 20% de fracaso escolar. Eso significa que 1.600.000 niños van a fracasar y es un drama. Iniciar cambios, aunque parezcan pequeñas roturas para construir en beneficio del niño, no debería darnos tanto miedo.

Usted vivió en primera persona esa experiencia de tomar la iniciativa y emprender con la creación de varios colegios. ¿Cómo le ha ido?

En uno de nuestros colegios llegamos al convencimiento de que uno de los grandes problemas era que los profesores pasaban toda la vida aislados y los niños también, así que lo primero que hicimos fue tirar los tabiques. A lo mejor no es del todo legal, pero creímos que era la mejor manera de generar transparencia y que los niños se criaran en un colectivo de adultos que pudieran ser referente. Esa fue una iniciativa que tuvo sus luces y sus sombras porque al principio no sabíamos lo que iba a pasar, pero la realidad nos ha demostrado que fue un verdadero acierto porque se superó la acomodación en la medida que las personas que se suman al cambio se comprometen con él.

¿Considera que existen diferencias en el aprendizaje entre niños y niñas?

No mayores a las que pueda haber entre un niño concreto masculino y otro niño o entre una niña concreta y otra niña. Hay diferencias en la maduración y también culturalmente hablando en cierto tipo de competencias que parece que están más desarrolladas en las niñas, como las competencias emocionales y la comunicación, pero por lo que trabajamos en el aula, las diferencias entre niñas y niños son menos significativas que las que se pueden encontrar entre un niño concreto y otro niño concreto de la misma edad.

¿Ellas tienen que demostrar más sus capacidades cuando crecen?

No sé cuánto tienen que crecer para contestar a esa pregunta. Sí puedo decir que en la parte académica las niñas van demostrando muchas capacidades que están reconocidas por expediente académico. Ellas obtienen mejores notas o más reconocimiento que los niños en habilidades que tienen que ver con el uso del lenguaje. Y en la vida profesional, a pesar de que las mujeres han demostrado que superan con creces las expectativas que les exigen, tienen que demostrar más, lo cual tampoco lo entiendo muy bien. Parece ser que a partir de los 25 años sí tienen que justificar que su condición femenina compensa esas habilidades y esas destrezas y tienen que explicitarlas para poder conseguir una posición de igual frente a los hombres.

¿Tratan esa realidad a través de la Federación de Mujeres Directivas de la que es usted vicepresidenta?

Sí, una de las labores fundamentales es trabajar el liderazgo en el lado femenino. Es decir, tradicionalmente, cuando las mujeres han ocupado puestos de poder se les presuponía una ambición y una dureza de rol masculino impostado que no les correspondía. Y se la consideraba una usurpadora de algo que normalmente se atribuía al hombre. Y eso es un desafío que tenemos por delante porque se sigue cultivando en nuestro país el hecho de que resulte vergonzoso que la mujer tenga la ambición de desarrollar su propio proyecto. Claro que la ambición existe, pero en el mundo anglosajón ambitious tiene una connotación positiva y en castellano, negativa.