Existen algunas enfermedades que son parte de un grupo de riesgo y que se relacionan con el envejecimiento, las llamadas enfermedades crónicas. Estas dolencias son aquellas de duración larga y que progresan de forma muy lenta. Y aunque cualquiera puede desarrollarlas, sin importar la edad que se tenga, éstas son más habituales en las llamadas personas de la tercera edad.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) destaca que de cada seis españoles, al menos uno sufre de alguna enfermedad con estas características. Por consenso general, es considerada crónica si la enfermedad pasa o ronda los seis meses. Es recomendable en estos casos, que el anciano repose en cama en una habitación iluminada y aireada, con una agradable temperatura. Es relevante que se le estimule de manera constante, para intentar mantener la capacidad funcional y evitar complicaciones que afecten más aún la calidad de vida.

Las enfermedades progresivas de larga duración

Los adultos mayores (AM) las padecen, y uno de los mayores riesgos es la aparición de las escaras. Para evitarlas lo ideal es que permanezcan recostados encolchones antiescaras para ancianos, porque estas lesiones aparecen al existir deficiencia en la circulación, ya que la piel queda comprimida entre una prominencia del hueso y el colchón, por períodos muy prolongados de inmovilidad.

La falta de buena circulación sanguínea provoca la muerte del tejido, el cual se desprende con la aparición inmediata de una úlcera, que suele infectarse. Existen diversos factores que predisponen a ello, como la inmovilidad durante largos períodos, la pérdida de la conciencia o insensibilidad si hay daño en el cerebro, la desnutrición, la circulación inadecuada que ocurre mucho en AM con diabetes, y la pérdida de los controles de los esfínteres.

Un cambio de postura cada dos horas es necesario para evitar esta inmovilidad y el adulto mayor puede colocarse de lado, de espaldas o boca abajo. En cada una de estas posturas, se debe evitar que las extremidades o la cabeza queden en incómoda posición, que los talones no queden comprimidos con el colchón, para ello son ideales las almohadillas para los tobillos, o que las rodillas queden comprimidas una contra otra, si se encuentra de lado.

Los colchones antiescaras ayudan y evitan la necesidad de cambiar esta postura cada dos horas, y se recomienda complementarlos con la protección de las áreas más vulnerables, con protectores de codo, taloneras, almohadillas o vendas especiales para los pies. También es muy importante que la piel se mantenga seca y limpia, en especial en las zonas de pliegues. Si aparecen áreas enrojecidas o con ampollas, existe la posibilidad de que aparezcan las escaras, por lo que hay que protegerlas con cuidado.

Las sábanas deben estar muy limpias y bien extendidas, sin arrugas u objetos extraños que afecten o puedan erosionar la piel, ya que en esta edad es muy frágil y delicada. Es recomendable lubricar con masajes o fricciones aplicados, con una mezcla de alcohol y glicerina en proporción de un 50%, y aplicarla dos veces al día en las áreas sobre las que se apoya.

Afecciones y enfermedades de riesgo en la tercera edad

Para atender y cuidar la salud de las personas de la tercera edad es preciso identificar y conocer estas afecciones, con el fin de buscar un especialista ante cualquier síntoma de una de estas enfermedades.

Éstas son algunas de las más habituales en las personas mayores:

Artritis

Es una inflamación o hinchazón articular que apareceen las articulaciones de las extremidades y es habitual que se convierta en crónica o genere complicaciones como la artrosis.

Artrosis

Suelen sobrevenir tras un cuadro muy grave de artritis y es muy habitual que la padezcan casi todos los AM, aunque se detecta más en mujeres que en hombres. La edad provoca la degeneración del cartílago que une las articulaciones, lo que provoca dificultades e insuficiencia motora, así como dolores al hacer algún movimiento, por muy leve que éste sea. En los casos leves, el dolor disminuye con antiinflamatorios, rehabilitación o infiltraciones, y si se trata de casos extremos y graves, son tratados con cirugía, sustituyendo las articulaciones con prótesis de silicona u otro material artificial que permita la articulación del miembro.

Parkinson

Es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la progresiva pérdida de las neuronas, en la llamada sustancia negra del cerebro. Su síntoma más evidente es un temblor o trastorno en los movimientos, pero también es habitual que se produzcan cambios cognitivos, funcionales y emocionales.

Alzheimer

Al igual que el Parkinson, se trata de una dolencia neurodegenerativa, muy temida por las personas de la tercera edad, puesto que implica una progresiva pérdida de la memoria y las habilidades de la mente. Lo más terrible es que no tiene cura hasta el momento. Es causada por el envejecimiento del cerebro, lo que provoca que las células nerviosas se debiliten, y se atrofien algunas áreas del cerebro.

Ictus o accidente cerebrovascular (ACV)

Cuando se obstruye o rompe uno de los vasos sanguíneos que llevan la sangre al cerebro, se desarrolla un Ictus, que provoca que el adulto mayor quede paralizado parcialmente o en su totalidad, disminuyan sus facultades motrices o del habla, y en algunos casos graves, ocasionan la muerte.

Hipertrofia de próstata

Es la más habitual entre los hombres mayores de la tercera edad. Responde a un excesivo crecimiento de la próstata, que produce problemas al orinar, y en casos extremos cálculos renales e infecciones graves. Lo más recomendable para prevenirla es reducir el consumo de cafeína y de alcohol, ingerir suficiente agua antes de dormir. Si se encuentra en un estado avanzado, la solución es una cirugía prostatectómica, que también es una intervención utilizada en los casos de cáncer de próstata.

Osteoporosis

La produce la disminución de calcio y otros minerales en los huesos, por lo que existen muchas probabilidades de sufrir fracturas con un mal movimiento o una caída. Aparece con mayor frecuencia en las mujeres, sobre todo al llegar a la menopausia, debido a las inevitables carencias de hormonas. Para mejorar sus efectos se recomienda ingerir alimentos ricos en calcio y aportar a la dieta diaria, dosis extras de calcio. Una vida sana, que incluya actividades deportivas y una dieta equilibrada, también ayudan.