María Martín, nombre ficticio por el derecho a la intimidad de la afectada, llevaba años acudiendo a la consulta de Carlos L. R. en el centro de salud de Canalejas de Las Palmas de Gran Canaria, hasta que un día hizo lo que muchas de sus anteriores pacientes: "Fui a la Secretaría del centro y pedí cambiar de médico". Tomó esa decisión porque salió de la consulta sintiendo asco, se fue a su casa, tuvo la necesidad de darse una ducha porque se sentía "sucia" y, con propia incredulidad, le contó lo que acababa de vivir a su marido, quien escuchó su relato también con algo de escepticismo.

"Fui por la rodilla, tengo un problema crónico y cada dos por tres me vienen fuertes dolores. Pero en vez de mirarme la rodilla lo que hizo fue ponerme de pie, me decía que estaba nerviosa, que me tenía que relajar, que las mujeres tenemos un ritmo de vida muy duro, y empezó a darme masajes en los hombros. Entonces noté cómo se pegaba a mi cuerpo por detrás y se rozaba a mí con su pene. Miré para ver si era el jersey que llevaba atado en la cintura, pero no estaba a la misma altura. Me quedé chocada y salí de allí. Nunca me miró la rodilla". De esta manera cuenta María Martín una experiencia que le hacía sentir entre desconcertada e indignada. "Pensé que eran cosas mías. Sientes como si fuese irreal y cuando lo cuentas nadie le da mucha importancia o te miran como si estuvieses exagerando". Ahora María Martín, dos años después de ese suceso, sabe que lo que le pasó sí tenía importancia y que no solo ella vivió esa situación. "Desde que vi en las noticias las iniciales del nombre supe que era él".

María cambió de médico en 2017, cuando tenía 40 años. "Siempre me hablaba con tranquilidad, muy suave, me daba mensajes tranquilizadores y positivos, pero ese día salí de su consulta asqueada". Un comportamiento amigable y afable hasta que un día cruzó los límites. "Te choca tanto que no te lo puedes creer y solo sientes asco". Así recuerda María al médico ahora acusado de haber realizado presuntamente tocamientos sexuales a una veintena de pacientes en el centro de salud de Arenales. A estas mujeres se suman otras cien que, al igual que María, habían solicitado el cambio médico.

El día que ella pidió que le asignaran a otro profesional sanitario, la mujer que le atendió no le preguntó los motivos de esa decisión. "Solo quería salir de allí y darme una ducha, pero tampoco creo que en ese momento pudiese explicarlo". Lo que no recuerda es quién de las dos consideró que era mejor tener una doctora. "Cuando pedí el cambió, sí que me miró como extrañada. Ahora entiendo por qué".

En estos momentos, tras hacerse públicas las denuncias contra el médico, María se plantea ir a la Policía para sumarse a ese cuentagotas de mujeres que hacen público una experiencia similar con el médico en entredicho. "Tengo que ir. A saber a cuántas le ha hecho qué y cuántas pueden ser menores". No lo hizo antes porque entendía que lo que le había sucedido era difícil de probar y porque sentía lo que muchas mujeres: "vergüenza".

La expaciente de Carlos L. ahora tampoco siente mucha confianza hacia el centro de salud de toda su vida: "¿Cómo es posible que cambiasen cien mujeres de médico y que nadie tomase medidas o abriese una investigación?". También se pregunta cómo han permitido que un médico denunciado con anterioridad siguiese trabajando con normalidad durante tantos años.