Con una imponente estructura cubierta por más de 168.000 pajitas de plástico usadas, el artista canadiense Benjamin Von Wong intenta agitar las conciencias de los vietnamitas y recordar la ingente cantidad de residuos de plástico que terminan contaminando sus ríos y mares.

Bautizada como ''La separación del mar de plástico'', en referencia a la división bíblica de las aguas del Mar Rojo, Wong explica que con esta obra de 3,3 metros de alto expuesta en un centro comercial de Ho Chi Minh (antigua Saigón) hasta el próximo 24 de marzo intenta "crear algo bello y único a partir de una tragedia medioambiental".

La estructura atrae la atención de casi todos los paseantes, que se hacen fotos, echan un vistazo al vídeo explicativo sobre el proceso de creación y recorren con curiosidad el pasadizo formado entre las dos olas de pajitas.

"Quería crear algo tan grande que no pudiera ser ignorado por cualquiera que lo viera. Elegí las pajitas como símbolo porque es un objeto que es fácil dejar de utilizar, no supone ningún sacrificio. La concienciación tiene que empezar en algún sitio y las pajitas son una puerta de entrada accesible", indica Wong a Efe.

El proyecto dio sus primeros pasos el pasado mayo, cuando Julia Mesner, fundadora de la plataforma ecologista Saigon Zero Waste, se puso en contacto con Wong para crear una obra de arte impactante que llamara la atención sobre el problema del plástico en Vietnam.

Tras decidirse por las pajitas como símbolo, decenas de voluntarios reclutados por Saigon Zero Waste recogieron durante dos meses miles de pajitas usadas que el propio Wong ayudó después a limpiar antes de colocarlas sobre la estructura de madera actual.

Al proyecto también se sumó la cadena de cafeterías Starbucks, a menudo criticada por grupos ecologistas por la cantidad de desechos de plástico que genera en todo el planeta.

"Nos ayudaron con puntos de colecta de pajitas usadas en sus establecimientos y también nos dieron ayuda financiera. Ahora en Starbucks Vietnam -dice Mesner- las pajitas están escondidas y son los consumidores los que tienen que pedirlas si las quieren".

"Es un gran cambio porque en Vietnam lo normal es que se entregue una pajita aunque se pida solo un vaso de agua", añade la fundadora de Saigon Zero Waste, que en su año y medio de vida ha convencido a más de cien establecimientos de la ciudad de que usen pajitas ecológicas de plástico, metal o bambú.

Esta joven francesa y su marido, Michael Burdge, se decidieron a fundar Saigon Zero Waste cuando en una excursión por un paraje cercano a la ciudad se encontraron con un grupo de monos salvajes mordisqueando bolsas de plástico y se dieron cuenta de la magnitud del problema del plástico en Vietnam.

Un informe de la revista Science de 2015 situaba a este país como el cuarto del mundo que más plástico vertía en el mar, con ocho millones de toneladas anuales.

Otra investigación de la Universidad de Tecnología de Ho Chi Minh en colaboración con el Instituto Francés de Investigación y Desarrollo en 2018 descubrió que la concentración de microplásticos en los ríos y canales de la ciudad era mil veces mayor que en ríos europeos.

"La gente en Vietnam siempre se asegura de que la calle delante de su casa esté limpia, pero lo tiran todo por la alcantarilla y piensan que se soluciona el problema, no se dan cuenta de que el plástico termina en la cadena alimentaria", dice Wong.

Sin embargo, asegura que el país indochino "no difiere mucho del resto del Sudeste Asiático" en eso y recuerda que "la conversación sobre el plástico es también nueva en Occidente". "Le hemos empezado a prestar atención en los últimos cinco o diez años", añade.

Abrumado por estadísticas que prevén que en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos, prefiere poner el acento en pequeñas acciones que pueden crear un cambio global y destaca la mentalidad positiva que ha encontrado en muchos jóvenes vietnamitas durante la realización de su obra.

"Veo que a las nuevas generaciones les importa el problema, muchos jóvenes han dedicado mucho tiempo y esfuerzo a ayudarnos en este proyecto. Es algo muy motivador e inspirador", subraya.