La belleza es uno de los factores más ambiguos que puede existir dentro de la sociedad actual ya que cada persona tiene sus propios gustos y nadie llega a una misma conclusión. Es cada vez más habitual que los seres humanos opten por cambiar algún aspecto de su cuerpo o cara para evitar complejos del pasado y subir su autoestima. Respecto a este último término, la autoestima puede definirse como el aprecio u orgullo que tiene una persona de sí mismo, un aspecto fundamental para ser una persona exitosa en el siglo XXI.

El aspecto físico y la autoestima están totalmente ligados cuando se miden las ganas de emprender una acción o un proyecto, por lo que es fundamental cuidarse físicamente para tener la autoestima alta. A nadie le agrada verse en el espejo y no ser la mejor versión de uno mismo, es por ello que muchas personas recurren a clínicas especializadas o la cirugía para dar un vuelco a su vida y comenzar a triunfar en ella.

Esta situación de la sociedad ha sido aprovechada por algunas empresas ya que desde 2008 se puede apreciar una gran crisis dentro del mercado de la cosmética. Desde hace un par de años, el mercado ha crecido y cada vez las ventas crecen dentro del sector. Los datos ofrecidos por Stanpa, Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética, demuestran el crecimiento vertiginoso al que crece el sector de la cosmética en España. Las ventas han aumentado un 3,25% en el último año hasta llegar a una facturación inédita hasta el momento de 6.660 millones de euros. Los productos dedicados al cabello han sido claramente superados por el cuidado de la piel y perfumería.

La belleza se ha convertido realmente en un negocio para las empresas ya que la ven como un aspecto imprescindible para muchas personas. Existen diversos casos de personas que han decidido operarse una parte de su cuerpo por complejo y que el resultado sea peor a como estaba anteriormente. Aun así, la crisis ha hecho que estas operaciones no sean posibles y la opción más barata sea adquirir productos cosméticos como cremas para reducir las arrugas o la apariencia física. Esta ha sido la principal razón del despunte de las ventas en 2018 y se espera que éstas aumenten en los próximos años, aunque en menor medida.

Diversas compañías han sacado al mercado todo tipo de productos con colágeno, una proteína que cada vez está más extendida ya que se supone que ilumina la cara y sirve para dar un aspecto más colorido al rostro. El público principal al que van dirigidos estos productos son personas que no terminan de sentirse cómodos con su aspecto tras el paso de los años en su vida, por lo que ven en el colágeno una válvula de escape de esta incomodidad. Muchas empresas ofrecen productos de este tipo con el cometido de combatir las arrugas para poder aparentar una edad menor de la que verdaderamente tiene la persona.

El paso del tiempo no se digiere de la misma manera en todas las personas, es habitual encontrar a personas ya jubiladas gastarse parte de su pensión en cremas que ven anunciadas en la tele como parche al paso de los años. Se espera que en el futuro esta tendencia siga aumentando ya que diversos estudios de mercado han obtenido resultados como que 7 de 10 personas mayores de 50 años adquirirán algún cosmético antiarrugas en los próximos 3 años. Esta estadística solo demuestra el crecimiento que tiene por delante la industria.

España es uno de los principales países productores de productos con colágeno, aunque es curioso que no coincide con el número de consumidores. La gran mayoría se exportan a otros países del mundo por lo que los habitantes españoles pueden presumir de no tener tantos complejos de belleza como sí los hay en otros países como EEUU o Canadá.