Desde que el hombre empezó a observar las estrellas, su obsesión por conocer dónde estaban exactamente se hizo cada vez más grande. Así, y hasta el día de hoy, la inquietud por medir el universo ha sido una constante para reconocidos físicos como Albert Einstein o Stephen Hawking y se ha materializado en distintas unidades medidas como las Unidades astronómicas, los años luz o el paralaje-segundo (parsec). 7

Pero aún no hay un acuerdo que satisfaga a todos los sectores de la ciencia, especialmente porque ninguna medida determina de forma totalmente clara si el universo es estático, se está acelerando o se expande a un ritmo constante.

Por esta razón, el estudio internacional publicado en la revista Nature en el que ha participado el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad de La Laguna (ULL), adquiere un papel muy relevante a la hora de arrojar luz sobre esta incógnita que lleva décadas rondando la cabeza de los investigadores. La clave podría estar en el sistema binario formado por una estrella y una enana blanca, la bautizada como "M31N 2008-12a" o, para concretar, "12a". Esta última resulta toda una bomba de relojería que sufre cada año una explosión masiva transformándola en nova.

Esta bomba estelar se encuentra a 2,5 millones de años luz, en Andrómeda, la galaxia espiral más cercana a nuestro sistema solar. La enana blanca es una predadora y utiliza a su compañera para adquirir masa. Esta pequeña estrella masiva y compacta le "roba" un material a la otra "que va incorporando en su superficie", como explica Pablo Rodríguez-Gil, coautor del artículo e investigador del IAC y de la ULL.

"Al ir depositándose este material, la capa superficial de la estrella empieza a ganar presión y temperatura, provocando una bomba de hidrógeno y consecuentemente una explosión de nova", insistió Rodríguez-Gil. Las explosiones de 12a son muy recurrentes, de una vez al año. Concretamente, libera materia y energía cada año en torno al mes de noviembre, porque "ya no puede aguantar más la presión".

En cada una de esas explosiones emite material hacia el medio que la rodea, formando una burbuja que, a día de hoy, ya tiene 400 años luz de diámetro, lo que equivaldría a medio millón de Sistemas Solares.

Pero el material que libera a 10.000 kilómetros por segundo -suficiente para vencer la fuerza de gravedad del sistema binario - no es equivalente al que roba. "Hay una masa crítica para las enanas blancas, que es de aproximadamente un 40% más que la masa del Sol", explica el astrofísico,que incide en que, cuando llegue ese momento, "no podrá mantenerse y colapsará". Esto provocará que en un periodo de alrededor de 20.000 años, "12a" se convierta en supernova, aunque, como remarcó Rodríguez-Gil, esta explosión estará lo bastante lejos como para no afectar a nuestro planeta.

¿Pero entonces qué tiene que ver "12a" con la medición del universo? Las variaciones del brillo de este tipo de supernovas ("tipo Ia"), observadas también en supernovas de galaxias más lejanas, son un patrón para la medida de distancias cosmológicas. "Estamos hablando de medir parámetros fundamentales del universo", concreta el astrofísico, que remarca que el entender la física de un sistema como "12a" en los "momentos" previos a la explosión de supernova acercará a los investigadores a la medición precisa de parámetros cosmológicos.