El acoso callejero, ya sea verbal o físico, se ha revelado como un problema diario con el que conviven niñas y jóvenes de los cinco continentes y que les impide disfrutar de sus ciudades como puedan hacerlo los chicos por la inseguridad e indefensión que les genera este tipo de agresiones.

Es una de las principales conclusiones a las que ha llegado Plan Internacional en su informe "(In) seguras en la ciudad: las experiencias diarias de niñas y mujeres jóvenes" a partir de los testimonios de 21.200 chicas de entre 16 y 30 años de Madrid, Kampala (Uganda), Sídney (Australia), Lima (Perú) y Nueva Delhi (India).

Las participantes en este estudio, que la organización lanza con motivo del Día Internacional de la Niña que se celebra el próximo jueves, han contado sus experiencias en Free to be, una iniciativa que permite situar en un mapa web los puntos donde se han sentido más o menos seguras y explicar el motivo de forma anónima.

Aunque la española es una de las más seguras, el resultado es que en estas cinco ciudades las jóvenes se enfrentan a sensaciones que van desde la incomodidad hasta el miedo que les producen comportamientos como piropos, silbidos, miradas insistentes, tocamientos o exhibicionismo.

En Madrid, las chicas denunciaron principalmente el acoso no físico: el 72 % de las 1.183 experiencias recogidas son quejas por acoso verbal y el 10 % aludía al físico; además, en el 11 % de las situaciones se mencionó la masturbación de hombres en público, la cifra más alta de todas las ciudades analizadas.

La mayoría de estos incidentes tuvieron lugar en la calle y en segundo lugar en transporte público, sobre todo en las zonas con intercambiadores y zonas con mayores aglomeraciones de gente, explica la directora de Incidencia política y social de Plan International, Emilia Sánchez.

Sin embargo, la mitad de las chicas creen que el acoso "sucede con tanta frecuencia" que ya están acostumbradas e incluso resignadas.

A pesar de la distancia geográfica entre ellas, las jóvenes de estas cinco ciudades tuvieron prácticamente la misma reacción, y es evitar las áreas conflictivas cuando se encontraban solas, aunque en algunos casos dejaron de estudiar o de trabajar o incluso se mudaron de domicilio.

"Buscan sus propias estrategias, intentan no pasar por lugares por los que ya han pasado este tipo de experiencias, tratan de ir en grupo para ayudarse unas a otras, mandan mensajes al salir y al llegar", explica Sánchez para insistir en que "lo claro es que cambian sus comportamientos habituales para protegerse, por eso no son libres".

Otro denominador común es que en todas las ciudades los acosadores fueron predominantemente hombres; también se han registrado comentarios de chicos que actuaban en grupos o pandillas, en varios casos bajo la influencia del alcohol o de drogas.

Por ejemplo, en Sidney, el consumo de estas sustancias fue un factor importante en casi la cuarta parte de todos los "puntos negativos", en Madrid en el 22 % y en Lima en el 16 %.

Más del 30 % de las participantes relataron el hecho a alguien conocido y de confianza, pero apenas el 10 % optaron por presentar una denuncia formal.

Y ello porque la inmensa mayoría teme represalias y además muchos de los comportamientos denunciados no están tipificados como delito, por lo que sienten que no sirve de nada. De hecho, la norma fue que las autoridades no tomaran ninguna medida.

"Esto es un problema social que hay que resolver porque las chicas deberían sentirse seguras en sus ciudades y no tienen por qué pasar miedo. Pedimos espacios donde las chicas puedan ser escuchadas y participar en las decisiones que toma la ciudad", concluye la portavoz de Plan Internacional.

De momento, algunas ya han puesto en marcha con éxito iniciativas para acabar con este problema; sin ir más lejos, el Ayuntamiento de Madrid se ha comprometido con la seguridad de las niñas y mujeres a través de un convenio firmado con ONU Hábitat y ONU Mujeres para llevar adelante programas de Ciudades Seguras.

También ha puesto en marcha campañas de comunicación para visibilizar la gravedad y sensibilizar a la población sobre el acoso callejero como "No es No, Madrid libre de violencias machistas" o el programa de "puntos violeta" para instalar lugares de referencia para las chicas en todas las fiestas de barrio, y ha empezado a trabajar en protocolos para los festivales de música.