¿Están a salvo las islas más remotas del planeta de la invasión de especies exóticas gracias a su aislamiento? Puede parecer paradójico, pero desde que el hombre ha derribado las barreras naturales, son esas islas las que más especies invasoras acogen, con riesgo para su biodiversidad.

La publicación estadounidense "Proceedings of the National Academy of Sciences" reproduce este mes un informe sobre qué está pasando con la biodiversidad de las islas de la Tierra, con datos de 257 archipiélagos de todos los océanos, entre ellos Canarias.

Los firmantes de este trabajo, pertenecientes a una veintena de universidades y centros de investigación de Europa, Asia, África y Oceanía, recuerdan que las islas suelen ser "puntos calientes para la biodiversidad", lugares donde la evolución ha puesto a prueba durante millones de años a la flora y la fauna, hasta moldear especies que a menudo solo existen allí.

¿Está a salvo esa riqueza del impacto que supone la introducción, voluntaria o negligente, por parte del hombre de especies nuevas en su territorio?, se preguntan los autores. Su respuesta parte de la base de que, según la teoría clásica, cuanto más aislada esté una isla, menos deberían sufrir sus especies únicas.

Pero los datos dicen lo contrario, como apunta ya el propio título del trabajo: "La lejanía promueve las invasiones biológicas en islas de todo el mundo". Hoy son las islas más remotas las que mayor número de especies invasoras albergan en el planeta, tanto en plantas como en mamíferos, reptiles u hormigas. La única excepción son las aves, sin diferencia entre las islas más cercanas al continente y las más lejanas.

El único archipiélago español incluido en el estudio, las islas Canarias, puede dar testimonio de las consecuencias de ese fenómeno con varios ejemplos, que van desde la amenaza que representa la culebra real de California para el futuro del lagarto gigante de Gran Canaria a la imparable extensión de plantas como el rabo de gato en algunos de sus mejores parques naturales, pasando por los daños que ocasiona el conejo en la flora endémica del Teide.

Mención especial merece la plaga de más de un millón de ardillas morunas que sufre Fuerteventura tan solo 53 años después de que alguien liberara en sus barrancos una sola pareja traída desde Sidi Ifni, entonces colonia española.