Un año más, las inmediaciones del recinto ferial han sido testigos del trasiego de cientos de jóvenes que se acercaban cargados de bultos e ilusiones. Cualquiera que no supiera que se celebraba la Lan Party hubiera pensado que se había abierto una terminal de pasajeros en la que los jóvenes de las islas, y algunos venidos de fuera esperaban para irse de vacaciones una semana. A diferencia de otros viajes, las maletas portaban pantallas de ordenador, discos duros, cables, auriculares y, en el hueco que sobraba, algo de ropa.

En esta edición, el tiempo no correspondía al mes de julio y alguno de los presentes incluso aprovechó para bailar bajo la lluvia con la música del festival de fondo. La fiesta había empezado antes de que abrieran las puertas.

A pleno rendimiento

La zona de entrada fue durante casi toda la tarde de ayer un hervidero de actividad. La calidad es una norma de la organización y, para agilizar el trámite de acreditación, decenas de voluntarios comprobaban cada identificación y el permiso de sus tutores en el caso de los menores de edad. Entrar en el festival implica unas normas: "Se etiquetan todos los equipos de los participantes. De esta forma existe un registro y así cada uno sólo podrá llevarse un equipo o pantalla si es el que trajo al entrar", indica Laura, una voluntaria de la organización.

Carlos, de 21 años, pertenece al clan "Calce Team". Repite por tercer año y nada más entrar está buscando en el plano dónde se encuentra el resto de amigos con los que ha quedado. Otros jóvenes que también buscan su ubicación llevan junto con las maletas una tienda de campaña. Aún no habían pasado por la zona de descanso para descargar sus pertenencias.

"Hay un ordenador que está dejando a su grupo de mesas sin red. Está en el puesto 18 del tercer switch de la primera columna", indica con precisión matemática un voluntario que soluciona problemas técnicos Su compañero se levanta para solucionar la incidencia, mientras otros atienden a los jóvenes que no dejan de acercarse a la zona de control para preguntar dudas. "Algunos prefieren no hacer cola, así que al final del día tendremos el 90% de ocupación y el resto probablemente vendrá el fin de semana, ya que trabajan", aclara Antonio Cabrera, director del festival.

Javier es uno de los 789 jóvenes que ya se habían registrado en las cinco primeras horas. Se encuentra como en su casa, tanto por la ropa cómoda que lleva como por lo que lo rodea: su propia silla, una televisión de 32 pulgadas, la consola de videojuegos y un portátil. "Ya he visto gente conocida aquí. Espero pasármelo de lujo jugando con los colegas. Ahora me estoy bajando unas películas que me ha pedido mi prima".

Los participantes este año disfrutarán de algunas sorpresas. Algunas de ellas llegarán literalmente llovidas del cielo. Un zepelín teledirigido, como los utilizados en los estadios, tiene unas pinzas que soltarán regalos sorpresa. Está equipado con dos cámaras que permitirán grabar las imágenes y proyectar un directo en alguna de las grandes pantallas que se encuentran repartidas por todo el recinto.

La terraza exterior también tiene sorpresas. El campo de paintball "se ha sustituido por un Láser Tag que es totalmente inocuo", indica Daniel, encargado del dispositivo. Además se ha instalado "el mayor tobogán acuático hinchable de Canarias y uno de los mayores de España", destacó.