Fachadas, rincones y esquinas de las calles del casco histórico de Guía de Isora se han llenado esta Semana Santa de plantas, flores y texturas naturales para mezclarse con los elementos típicos de la celebración religiosa. Naturaleza en la calle, arte floral y devoción se combinan así en una iniciativa que impulsa una arraigada tradición en el municipio y que por primera vez ha podido disfrutar el Jueves y el Viernes Santo en el recorrido habitual de las procesiones del casco isorano.

Parroquia y ayuntamiento, junto a decenas de vecinos de todas las edades, se han volcado en la preparación de los diversos elementos decorativos durante las últimas semanas. Las manos de los residentes han dado formas a hojas, pétalos y maderas, para reinventar la expresión de la Semana Santa, que en Guía de Isora tiene una larga historia que llega hasta donde la memoria alcanza.

Iconografía religiosa pero revestida de naturaleza. Colores, olores y texturas muy diferentes al asfalto y cemento en el que fueron presentadas, a lo largo de las estrechas calles del casco histórico, y que con el paso de las procesiones cobraron un significado especial. Arte floral para decorar un escenario urbano al solemne paso de imágenes sagradas, velas y, sobre todo, muchas emociones.

El Viernes Santo ha sido el día central de la celebración religiosa en Guía de Isora. Tres procesiones salieron de la iglesia de Nuestra Señora de la Luz para recorrer el centro del casco histórico. A las siete de la mañana comenzó la Procesión del Calvario, a las seis de la tarde, la Magna, y por último, a las diez de la noche la del Silencio, que repitieron recorrido pero sólo iluminada con la luz de las velas de los participantes.

Las procesiones, que empezaron el Domingo de Ramos y se desarrollaron durante toda la semana, cobran relevancia gracias a los once pasos que se pudieron ver, entre los que destacan Señor Predicador; Cristo de la Dulce Muerte o la obra del siglo XVIII llegada de La Habana (Cuba).