‘El Corbeta’ saca a flote la triste historia del carpintero de ribera que lo reparó
San Andrés recupera el barco de Manolo ‘El Chocolate’, rehabilitado por un taller de Alcalá que sorteó el cierre dictado por un alcalde para hacer una acera

Andrés Gutiérrez

Cuatro de la tarde de este miércoles. Hora anunciada para el regreso a secano del Corbeta, uno de los cuatro barcos que fue propiedad de Manuel García, pescador de San Andrés a quien todos conocían más como ‘Manolo El Chocolate’. Su hija, Mariam, reconoce la afición que tenía su padre a poner nombretes y en uno de esos intentos se quedó con el suyo, al margen de que también le gustara.
Recuerdos de mar y amistad
En La Muralla, delante de La Bámbola, a sus 86 años Sixto de la Rosa recuerda cuando salía algunos fines de semana con Manolo García a coger palometas de camino a Antequera. Primo del recordado centrocampista del CD Tenerife Vivillo de la Rosa Cabrera, de la década de los sesenta y principios de los setenta –a quien rememora como si lo hubiera visto sobre el césped ayer–, cuenta que también estuvo hace un mes cuando se llevaron al Corbeta a reparar.
«Les dije que no lo cogieran así porque lo iban a partir; no me hicieron caso y se partió en dos». Sixto salía a pescar por placer, pues se dedicaba a rectificar cigüeñales. «Era más que mecánico», apostilla.
Un homenaje familiar
Durante la conversación, aparece el camión que traslada el barco desde Alcalá, en Guía de Isora, donde tienen su taller los hijos del célebre Ángel Sánchez, de los últimos carpinteros de ribera de la zona.
Entre la comitiva que espera el desembarco, las hijas de Manolo ‘El Chocolate’ y hasta algunos de sus nietos, entre ellos Jesús, percusionista del grupo indie Nave Rota.
«Mi padre era pescador, hijo de pescador», comienza Mariam, con voz serena pero emocionada.
Amor por la mar y la música
Desde los nueve años ya ayudaba a su padre en el barco familiar, El Faraón. «Cosía redes, hacía mandados, lo que hiciera falta». Tras cumplir el servicio militar en la marina, regresó a San Andrés y decidió dedicarse de lleno al mar. «Le preguntaba por qué no hacía otra cosa y él decía que no, que le gustaba. Amaba la mar», recuerda la más pequeña de sus dos hijas, quien define a su padre como «una persona que pensaba siempre en los demás antes que en sí mismo, muy buena persona».

'Corbeta' regresa a San Andrés / Andrés Gutiérrez
Su gran afición, además de la mar, fue la música.
«Tocaba el laúd en la rondalla de San Andrés, la 25 de Abril. Yo tocaba la bandurria. Le encantaba la zarzuela. Era muy alegre, siempre ayudando a todo el mundo. Tuvo cuatro barcos: el Amanda, el Corbeta, el María Antonia y El Faraón, que era el de mi abuelo».
El legado del pescador
«Siempre fue muy activo. Se quedó con El Corbeta para salir de recreo, hasta que ya no podía atenderlo más. Entonces se lo cedió a un gran amigo, Elliot, también pescador. Él aprovechó el motor, el folio y demás y después lo entregó para que sirviera de homenaje a los pescadores del pueblo».
La familia de Manolo ‘El Chocolate’ vivió el regreso del Corbeta, ya restaurado, como un homenaje a todos los pescadores de San Andrés, a un pueblo que vivió de la mar, que ayudó mucho a Santa Cruz cuando no había nada y venían aquí a buscar pescado.
A nivel personal, dice, «es el recuerdo de saber que mi padre siempre estuvo ahí y que siempre estará, no solo para nosotros».
Una triste historia
La rehabilitación del barco que rinde tributo a los pescadores de San Andrés fue encomendada por el Distrito de Anaga a los talleres del recordado Ángel Sánchez, en Alcalá.
El testimonio del hijo más pequeño del célebre carpintero de ribera pone al descubierto los avatares que tuvieron que sortear para no naufragar entre políticos.
El taller de los Sánchez
Luis Sánchez, hijo y nieto de carpinteros de ribera, recuerda que su padre procede de La Gomera y estuvo toda su vida trabajando la madera.
«Era huérfano y empezó desde niño con los carpinteros que trabajaban los barcos de fuera, los de Álvaro Rodríguez López. Luego pasó por La Palma, Venezuela y terminó en Alcalá. Allí montó el taller, pegado al mar».
En ese pequeño rincón, Ángel Sánchez no solo fabricó barcos, sino que dio luz al pueblo.
«Tenía un motor que alimentaba la electricidad del barrio. A las once de la noche desconectaba y ese era el aviso para ir a dormir».
Luis es el menor de cuatro hermanos: «Veníamos del colegio y mi padre nos tenía allí, en el taller. A las once de la noche seguía dando tablas y mi madre aguantando las maderas del barco».
Resistencia y orgullo
Luis no olvida los momentos de desilusión que tuvo que enfrentar su familia.
«Tuvimos un problema grave en el pueblo. El alcalde de Guía de Isora, Pedro Martín, cerró el taller, que llevaba más de setenta años trabajando, solo para hacer una acera para los turistas. A mí eso me dolió mucho, porque aquel taller era del pueblo».
Recuerda juicios, abogados y frustración.
«Al Ayuntamiento no le costaba nada atacarnos, pero a nosotros nos costaba dinero defendernos. Y eso fue lo que más daño me hizo».
Aun así, los hermanos Sánchez siguieron adelante, trasladándose a una cooperativa y, más tarde, al muelle de Puerto de Santiago.
«Hemos hecho más de 600 barcos. Es una historia bonita, pero difícil de entender».
Con el Corbeta ya recuperado, Luis siente que su oficio sigue vivo: «Todo el mundo trabaja con fibra, pero nosotros seguimos con la madera».
Luis no se embarca. «Me gusta ver los barcos, hacerlos, sentir que se hicieron. Pero navegar, no», comenta con la satisfacción de quien hace de un barco una obra de arte.
Empeño de El Pescador
Manolo ‘El Chocolate’ no llegó a ver su Corbeta ‘fondeado’ junto a la carretera de acceso a Las Teresitas, gracias a la iniciativa que defendió en 2021 la asociación de vecinos El Pescador, de San Andrés, con Marcos Cova a la cabeza. Años después, el colectivo logró incluir la rehabilitación del barco en los presupuestos participativos de Santa Cruz, lo que permitió que el Distrito de Anaga, bajo la dirección de Gladis de León, encargara los trabajos de mejora por 15.000 euros. Un mes bastó para que El Corbeta luzca como nuevo.
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