Vecinos del barrio de Salamanca rechazan perros en el parque Secundino Delgado

La asociación de vecinos La Arboleda se reinventa y repasa sus necesidades que reabren el viejo debate sobre el uso del parque

Una treintena de vecinos trabajó por grupos la realidad del barrio de Salamanca en el primer encuentro promovido por Plena Inclusión Canarias.

Una treintena de vecinos trabajó por grupos la realidad del barrio de Salamanca en el primer encuentro promovido por Plena Inclusión Canarias. / María Pisaca

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Santa Cruz de Tenerife

El parque Secundino Delgado, el particular García Sanabria que se localiza en el barrio de Salamanca, acogió la tarde del pasado sábado una nueva iniciativa promovida por la asociación de vecinos La Arboleda que llevó a cabo el colectivo Plena Inclusión Canarias, organización con más de 40 años representando y apoyando a personas con discapacidad intelectual para defender los derechos y lograr la inclusión en la sociedad.

La jornada se presentó bajo el lema «Tomos somos barrios» y suponía la primera toma de contacto de residentes, después de un trabajo de campo que se inicio en enero y que ha incluido hasta un cuestionario para conocer las principales preocupaciones del barrio. Es la primera vez de este trabajo con Plena Inclusión Canarias, pero la realidad es que si por algo se distingue la asociación La Arboleda es precisamente por un estudio que realizó hace cuatro años y que marcó la hoja de ruta de las prioridades que se ha trazado la directiva que preside Gabriela y que tiene al inquieto e infatigable Jesús Triana como secretario.

La cita comienza poco después de las seis y media de la tarde, en el corazón del propio parque Secundino Delgado. De hecho, la quincena de sillas distribuidas en la parte trasera del monumento del padre del nacionalismo canario crea un ágora para facilitar el diálogo.

"Salamanca manda"

Entre los participantes, desde vecinos que peinan canas a algún joven de 23 años que nada más incorporarse dice: «Salamanca manda». También se suma a la reunión Israel, vecino y profesor que se incorpora recién llegado de la fiesta fin de curso en el Instituto Benito Pérez Armas, donde imparte clases, cuenta ante la mirada de Rita. «¿Tu eres María Pisaca?», le pregunta a la fotoperiodista de EL DÍA a quien sigue a diario por las páginas del periódico. «Soy incondicional de Los Mojos», dice a una vecina con sentido de pertenencia de la sección del rotativo que incluye denuncias vecinales.

El secretario de la asociación cuenta con tono pausado el trabajo realizado: más de setenta cuestionarios realizados por vecinos y una treintena por comerciantes.

El conector comunitario encargado del moderar la actividad, Ricardo Martín, de unos veinte años, intenta arrancar la reunión explicando que sobre un mapa se van marcar los recursos que existen en el barrio, así como lugares de riesgos que se encuentran en la zona, y divide a los asistentes en tres grupos. El encuentro vecinal en uno de ellos evidencia que más que lugar dónde están los recursos –algo conocido para quien habita en el barrio Salamanca– se quiere entrar en situaciones a mejorar.

Debate canino

Para romper el fuego, Jesús Triana, que toma nota de las demandas, se refiere a las mejoras que están pendientes que se lleven a cabo, como la colocación de un aro y una portería en el parque. Surge en la conversación el debate sobre la presencia de perros en este particular García Sanabria del barrio de Salamanca. Tere, vecina y arquitecta, rechaza tajantemente los canes en el parque. «No quiero perros ni sueltos ni amarrados», lo que reabre el debate histórico. De hecho, en el pasado se prohibieron los perros en esta zona, un pulmón verde que se cierra todos los días a las diez de la noche.

«Hay un cartel que impide dejar los perros sueltos», precisó Jesús Triana que recordó que se instalaron gracias a la mediación del alcalde. La vecina es tajante. Ni atados ni sueltos, y explica que nos niños que transitan la zona –ella es madre– no se sienten seguros, al margen de la falta de civismo de quienes no recogen los excrementos de sus mascotas. «Ni atados ni sueltos», reitera.

A su lado, Juan Carlos, otro vecino que teletrabaja en su casa que se localiza en la calle de Los Sueños. «Tengo un niño de 7 años, me viene otro en camino y tengo perros, y no soy partidario de que entren en el parque», le confió.

Punto negro en el tráfico

El tiempo parecía apremiar. Ricardo intentó dividir el grupo de diez participantes, pero Rita dijo que ya estaba en marcha. Juan Carlos pidió la palabra. «Viene a proponer solo un tema de seguridad». Ricardo insiste en que se localicen los recursos en el mapa. En medio de la sed de diálogo y ganas de barrio, Tere invita a Juan Carlos a contar su propuesta. Vive en la calle de Los Sueños y en el giro desde la vía Poeta Tomás Morales pasan a diario más de cien vehículos en dirección contraria en ese tramo de cien metros. «Pintar en el suelo dos flechas mejoraría la información de la actual señal vertical y evitaría cualquier día un accidente», advierte desde la experiencia de quien se estableció en el barrio hace ya cinco años.

Apremia el tiempo. Puesta en común para recoger las ideas, desde unos toldos velas para los columpios a una zona de juego divertida que propusieron dos niños, o un punto de encuentro intergeneracional. «Que no sigan quitando aparcamientos», dice una vecina frente a la defensa que hace la presidenta de la asociación, que ahora disfruta de la calle; «antes los coches no dejaban paso». Juan Carlos y Tere apostaron por talleres en el parque para talleres, que sean más interesantes que cursos de castañuelas o comida oriental. Lolo, uno de los últimos en incorporarse, también propone: «una estantería en el parque para los libros que se dejan por ahí para que se pueda leer». Eso sí, esperan que sus demandas no queden precisamente en una hoja de publicación.

"Nos vemos en septiembre"

Se acaba el tiempo. «Nos volvemos a ver en septiembre», se emplazan. Ricardo Martín, el conector comunitario del proyecto puesto en marcha por la asociación La Arboleda en el barrio Salamanca, con patrocinio de la Fundación La Caixa, explicó la metodología de esta primera iniciativa que se desarrolla en Santa Cruz

«Se realizó un mapeo colectivo; esto es una herramienta participativa que busca organizar y visualizar sobre un mapa de la zona información del territorio a partir de las experiencias, conocimientos y perspectivas del vecindario. Es una actividad más dentro del proceso de escucha que comenzó en enero, con las diferentes entrevistar realizadas a la ciudadanía, tanto vecinos como empresarios».

Estos encuentros comunitarios establece la próxima cita, en septiembre, en el caso del barrio Salamanca, y se tratará de seguir con el proceso de escucha y reflexionar sobre los resultados, para estudiar cómo se pueden utilizar, y qué acciones pueden tomarse a partir de la información obtenida para cocrear iniciativas comunitarias que den respuesta a la realidad del barrio».

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