"Pasamos de vivir en la iglesia de Los Llanos a tener una casa en San Pío": así le cambió la vida a 1.136 vecinos de Santa Cruz
Más de un millar de familias de Santa Clara, San Pío y Cuesta de Piedra podrán regularizarán la titularidad de su vivienda tras la extinción del Patronato de La Candelaria

Vecinos de las viviendas del Patronato de La Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife. / Andrés Gutiérrez

«Pasamos más hambre que un ministro de guerra». Así define su infancia Nuria Calduch, vecina de la barriada San Pío que recuerda los tiempos en los que convivió junto a sus padres de tres hermanos más en la iglesia en Los Llanos al no tener donde ir.
Su padre, Nicolás Calduch –al que cuida en la actualidad con 91 años–, era empresario de hostelería. De procedencia catalana, fue los trabajadores pioneros del sector servicios que estrenó los contratos temporales: seis meses trabajaba en Ibiza y el resto en Tenerife. Nicolás contrajo matrimonio con Julia González –que falleció con 57 años– y se instalaron en el templo de Los Llanos porque aunque ella procedía de la barriada de La Victoria, no encontraron una vivienda para establecerse, hasta que se puso en marcha el plan para realojar a los residentes de Los Llanos y la familia Calduch González se trasladó a San Pío.
«Aquellas viviendas tenían un largo pasillo con dos habitaciones, una cocina, un comedor –que en algunos caso se dividía para ganar una habitación– y un baño». El mal estado de la edificación obligó a su reposición dentro del plan desarrollado por la Sociedad Benéfica de Construcción La Candelaria, conocido popularmente como Patronato La Candelaria.
«Pasamos de vivir en 47 metros cuadrados tener un piso de setenta; ahora pagamos 10,80 euros de alquiler y 26 de comunidad. Y aún así muchos no pueden afrontar el pago, añade Nuria para agradecer la ayuda de Viviendas Municipales.
Como Nuria, 1.136 familias se han acogido desde 1992 y hasta 2013 a la reposición de viviendas que pertenecieron al Patronato de La Candelaria y que se han reconstruido en los barrios Santa Clara y San Pío y que también beneficio a Cuesta de Piedra. Viviendas Municipales construyó más casas de las necesarias y eso permitió afrontar la restitución de Cuesta de Piedra.
Adiós al viejo patronato
El pasado 26 de mayo la Subdelegación del Gobierno y los ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna liquidaron el Patronato de La Candelaria que desde 1957 promovió 1.116 viviendas sociales de Santa Clara y San Pío, y 1.598 en Somosierra, junto a una treintena en San Luis Gonzaga.
El Patronato estaba formado por el gobernador civil de turno, el delegado nacional del sindicato, representantes de la Caja General de Ahorros de Canarias, de los ministerios de Vivienda y Economía y hasta el Obispado. El patrono tenía la posibilidad de asignar la titularidad de la vivienda social.
El 23 de junio de 1992, siendo ministro de Obras Públicas yTransportes José Borrell, se suscribe un convenio para la reposición de viviendas entre su departamento, Comunidad Autónoma de Canarias, siendo consejero de Vivienda Ildefonso Chacón; el Cabildo de Tenerife, representado por Adolfo Hoyos, y el Ayuntamiento de Santa Cruz, con José Emilio García Gómez en la Alcadía.
Según explica el actual gerente de Viviendas Municipales, Juan Ramón Beltrán, en Somosierra se rehabilitaron las viviendas y en Santa Clara y San Pío, en régimen de alquiler, se repusieron, de ahí que ahora, con la extinción del Patronato, se tenga que proceder a regularizar la situación en los dos últimos barrios. En el Registro de la Propiedad consta cómo eran las viviendas antes de la reconstrucción que toca ahora actualizar. También afecta a una parte de los realojados de Cuesta de Piedra, que se instalaron en las casas excedentes en los otros dos barrios y que en su caso se tendrá que proceder al título de propiedad, porque disfrutaban de otro régimen.
Chary Sánchez.
La reposición de viviendas comenzó en Santa Clara, dentro del convenio de 1992. La participación ciudadana fue clave, como fundamental fue Chary Sánchez, que planta cara a la vida de forma ejemplar a pesar de la movilidad reducida que sortea en los últimos años.
Después de vivir en una casa a la vera del barranco de La Higuerita, Chary se trasladó en 1963 a Santa Clara junto a sus padres y cuatro hermanos. «Mi padre era zapatero fino. Tenía su despacho en la calle Pérez de Rozas y la gente rica lo iba a buscar para hacerle encargos».
Ocuparon una casa nueva en los sesenta, aunque no tenía ni puertas ni ventanas. Con el paso de los años, Chary lideró la demanda vecinal que facilitó el acuerdo con la administración para la reposición.
Hasta se realizó una encuesta previa a la entrega de las nuevas casas de Santa Clara en las que se preguntaba hasta a quiénes querían tener de vecinos, , proceso que vivió y mimó como técnico Isabel Alcaraz, de Viviendas Municipales, y que se repitió en otros barrios. A Chary bien se la puede considera el motor del grupo –parafraseando el nombre del equipo de trabajo que constituyeron los vecinos–.
Mary González.
A sus 67 años, reside desde los 14 en Santa Clara. Antes vivió con su madre en El Salto, en el barranco de Santos, a la altura del barrio de Uruguay, cerca de la ciudadela a la que se accedía desde el antiguo cine Tenerife.
Con ojos de niña, ajena a los problemas de los mayores, asegura sin dudar que su etapa más bonita fue el tiempo que pasó allí de pequeña.«La puerta de mi casa estaba siempre abierta». «Estaba todo verde, parecía un prado. Había vecinos que tenían vacas que sacaban a pastar». Su casa era de bloques y techo de uralita. En la parte de atrás, la cocina en madera. Por baño, un cubo.
Del barranco de Santos se marchó a un piso en Santa Clara que estaba destrozado cuando llegó. «Pero tenía un techo y no tenía que temer que en invierno me llevara el barranco». Mary González vivió en el recordado bloque 4, el Santa María, donde sacó a su familia para adelante trabajando, como su madre, en la limpieza de la antigua Caja General de Ahorros de Canarias hasta su jubilación. También ella fue testigo de la reposición de la barriada a final de los noventa.
Carmina Pérez.
Toda Santa Clara tiene que ver con ella porque es la peluquera del barrio, profesión que desempeña hace 18 años. Con cinco se trasladó con su familia –formada por el matrimonio y dos hermanos– a esta barriada siguiendo la recomendación que le hizo el médico a su padre, de Tarrasa, que trabajaba en una fábrica textil y padecía asma. Recuerda que se fueron a vivir a la casa después de preguntar a Dácil Vilar y, cuando llegaron, se la encontraron que estaba ocupada. Tras advertir la situación, fue desalojada y se pudieron establecer. «Vivía encima de un pozo; debajo sentía que se movía las ratas. Era incapaz de ir al baño por miedo», cuenta.
Recuerda que la madre del chico que ocupó la vivienda antes de llegar fue un día a dar con ella para agradecerle que comunicara que la estaban ocupando aunque no le correspondía. Gracias a eso le dieron una a su hijo.
Tras la reposición, en los noventa comienzos del siglo XIX, Carmina asegura que vive muy feliz, porque es una enamorada de la barriara de Santa Clara y su gente.
El caso de Cuesta de Piedra
El gerente de Viviendas Municipales, Juan Ramón Beltrán, precisa que en total se repusieron 824 viviendas en Santa Clara y 300 en San Pío. Se comenzó con la asignación de 64 casas que había construido la Dirección General de Viviendas del Gobierno de Canarias y que gracias a la coordinación interadministrativa se reservaron para el realojo de Santa Clara. Esas casas se localizan en el testero del barrio de San Antonio, en la calle José María Perera. Tras esta fase cero se ejecutaron otras tres de 323 viviendas, 8 garaje y 29 locales; una segunda de 293 viviendas, 183 garajes y 40 locales y una tercera de 144 viviendas y 20 garajes en un proceso de reposición que fue ejemplo a nivel nacional por la calidad en la construcción, refrendado incluso por premios a los arquitectos de los bloques.
Un proceso similar se llevó a cabo con San Pío, con la reposición por fases de 174 viviendas, luego de 108 –tantas casas como garajes– y diez viviendas y garajes, lo que permitió esponjar el terreno para un amplio equipamiento lúdico deportivo.
Celso blanco.
Aprovechando el excedente de viviendas y para suplir las carencias en Cuesta de Piedra, se constituyó un grupo motor liderado por Celso Blanco, entre otros, y hasta lograron el compromiso de la entonces ministra de Viviendas, Carme Chacón, que recorrió el barrio un mes después de recibir una carta con la denuncia vecinal; recuerda Celso que pasó vergüenza ajena cuando, con ella embarazada, recorrió la barriada de la Cuesta de Piedra.
Referente también para la reposición de Santa Clara, Celso reivindica el protagonismo de los vecinos y espera que el ayuntamiento cumpla el compromiso adquirido en su día y se proceda a regularizar las escrituras y se respete el acuerdo por el cual no tendría que safisfacer una cantidad añadida por la casa de reposición al entender que fueron expropiados y se aplicó el justiprecio. Celso mira atrás y recuerda cuando junto a sus padres vivía él con sus once hermanos en una casa que tenía solo 21 metros cuadrados.
Belén Mesa, actual concejala de Viviendas Municipales, muestra su satisfacción por vivir este momento que supone el cierre de una etapa y el inicio de otra y pone en valor el trabajo realizado por sus predecesores en el cargo y en particular el personal de su área. Y compromete su esfuerzo para culminar el proceso que resta de regularizar ahora las escrituras. n
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