El fin de un intenso pontificado

El día que el administrador diocesano concelebró con el papa Francisco

Más de doscientos jóvenes del grupo Hakuna, a los que se sumaron algunos mayores, dedicaron su vigilia de los miércoles en memoria del Papa

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Santa Cruz de Tenerife

Cumpliendo la tradición de muchos grupos de la iglesia, a las ocho y cuarto de la fría tarde-noche lagunera estaba prevista la vigilia que celebran los chicos de Hakuna todos los miércoles y comenzaron quince minutos después. Sin prisas. Sin oropeles ni boatos. En penumbra. Con la luz de las velas que generan intimidad y borra la identidad en medio de la majestuosa Catedral de San Cristóbal de La Laguna.

Hakuna es una de las últimas realidades incorporadas en la Iglesia Universal, precisamente con el aliento del Papa Francisco desde la las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) celebradas en Río de Janerio, allá por 2013. En la Iglesia muchos no cuentan su vida en años sino por JMJ. 

El nombre de este grupo ya provoca una sonrisa; imposible no responder a Hakuna con... pero, ¿Hakuna Matata?, como la expresión de la película de Disney que se traduce como «no hay problema».

Hakuna desembarcó en la Diócesis de Tenerife hace tres años por esta fecha y pronto encontró acomodo en la Catedral, también iglesia de Los Remedios, gracias a su párroco, Antonio Pérez Morales, quien fue vicario general de la Diócesis con Bernardo Álvarez al frente y desde su renuncia, hace siete meses, administrador diocesano.

Al trajín de estos días –a la responsabilidad diocesana suma los preparativos para la toma de posesión del nuevo obispo el 1 de mayo y encima atender a los medios que le requieren para interpretar la situación de la Iglesia tras el fallecimiento del Papa el lunes–, este miércoles se trasladó a El Hierro con Fernando García Cadiñanos, obispo responsable de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad Humana, que se encuentra estos días en Canarias para participar en las Jornadas Nacionales de Justicia y Paz que tendrán lugar desde el 25 al 27 de abril, en el Seminario Diocesano.

A las seis y media de la tarde estaba ya recién llegado a Tenerife y con tiempo suficiente para tener todo preparado para la vigilia, en la que se habilitó en un lugar preferente una fotografía de Francisco, y al lado una mesa donde fieles y visitantes poder incluir la muestra de pesar, agradecimiento, un deseo... en el libro de condolencias habilitado en la Catedral.

Antonio es de esos curas que huele oveja, como pedía el papa; que va al grano en las homilías –que nunca alcanzan los dos dígitos– y siempre sentencia la conversación con un jeje que delata su buen humor u optimismo.

Historiadora y hasta periodista emérito

El también párroco de Los Remedios quiso amasar a quienes acuden todos los miércoles a la vigilia de Hakuna con la presencia de quienes se sumaron a la celebración por el papa Francisco, algunos mutilados de la vida. Otros dignos de admiración, como una historiadora emérita o Antonio Herrero, periodista que protagonizó en EL DÍA una etapa de oro en las páginas de Sucesos junto a Antonio Bernal, desde los noventa a comienzos de Siglo. Eran agua y aceite. Uno se ponía firme al hablar por teléfono con el capitán de la Guardia Civil, otro acababa por los suelos del bar empujado por algún policía nacional.

Entre la penumbra, y pese a que había prensa, Antonio Pérez Morales se tiró al ruedo para recordar cuando concelebró con Francisco. Fue hace unos diez años. Se desarrollaba un Congreso Internacional de Catequesis. El 27 de septiembre era el aniversario de la ordenación como sacerdote y aprovechando que estaba en Roma, dirigió una carta a la secretaría personal del Papa para poder concelebrar con él en la capilla Santa Marta, en la eucaristía que oficiaba Francisco a diario. Días antes de partir a Roma recibió la invitación para concelebrar el 26 de septiembre a las seis y media de la mañana.

El día convenido Antonio se vistió con traje y alzacuello y enfiló la plaza de San Pedro, que estaba cerrada por vallas. En su afán por llegar a la capilla, se le ocurrió saltar las vallas hasta quedar dentro de la plaza, en medio de un silencio y el ruido del agua de la fuente... Hasta que aparecieron los carabinieri para cortarle el paso; suerte que llevaba la carta de invitación para la misa con el Papa...

Tras este recuerdo que acercó en primera persona a Francisco, Antonio echó mano de pastoral, recordando los consejos del papa. Siempre invitaba a buscar una imagen, que Antonio asocia con Francisco el Jueves Santo del covid, con la plaza de San Pedro vacía y el crucifijo destilando agua; un sentimiento... el ¡qué vergüenza! –sin más– que pronunció Francisco en Lamperusa cuando todos esperaban de él una homilía, y como idea del Papa: el primer documento que promulgó, La alegría del evangelio.

Fue la alfombra roja que tendió el administrador diocesano para facilitar un diálogo personal, o una oración, con la exposición del Santísimo, mientras los jóvenes de Hakuna desplegaron la especialidad de la casa, sus cantos, entre momentos de silencio e intimidad. Menos de una hora, y como nuevos al salir, con invitación incluida de Antonio Pérez. Sea quien sea el papa nuevo, «hay que estar siempre con Pedro», como decía el cura de toda la vida de su parroquia. Responso, bendición y... una inequívoca reivindicación: «¡ésta es la juventud del Papa!», precisamente Hakuna, a quien tanto animó.

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