Jueves Santo | Santa Cruz
De Santa Cruz al cielo con El Cautivo y ¡Macarena... guapa, guapa y guapa!
El corazón de la capital tinerfeña acogió una tan multitudinaria como emocionante procesión del Jueves Santo desde La Concepción

El Día

Como cada Jueves Santo, la capital tinerfeña se debate entre espectáculo y religión en la procesión de Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima de la Esperanza Macarena que desde las ocho y media de la tarde partió desde la parroquia matriz de La Concepción rumbo a San Francisco, donde se cumplió con la tradicional estación y, con la estampida del público, regresa en familia a su templo.
Sin duda, la emoción gana a los padrenuestros entre los cantos de El novio de la muerte o El Cristo de los gitanos, mientras las costaleras de El Cautivo se atreven a bailarlo una y otra vez con la destreza de quien porta una pluma, mientras el capataz de la treintena de mujeres parece acunar el paso con una mano mientras les grita: «¡vamos, valiente! ¡Arriba costaleras!» que da paso a una ovación. Y así, nada más superar la salida bajo el campanario de La Concepción, o en la calle Candelaria, en la plaza de España frente al monumento a la Patrona de Canarias o a las puertas de la iglesia de San Francisco.
Detrás, once legionarios veteranos –tantos como discípulos después de la traición de Judas–, la banda militar, que hace las delicias ya toque el tambor o la gaita, una docenas de señoras con mantilla y La Macarena. De apellido, guapa. Hasta repetirse tres veces. Guapa, guapa y guapa. Y da lo mismo quien lo griten. Todos la conocen.
Antes del inicio de la procesión, con el templo matriz de La Concepción de bote en bote, la hermandad le da el privilegio al alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez –como ya es habitual– de marcar con el llamador el inicio del recorrido. Se escucha el grito: «¡al cielo!» y la iglesia parece estremecerse cuando Leo da la vez y las costaleras portan el paso.
A partir de ahí, operación milimétrica para salir bajo la torre de La Concepción que parece que fue fabricada a la medida del paso. Ajenos a lo que pasa en la cabecera de la procesión que se alonga a la plaza de la iglesia, la nutrida representación de autoridades. Eso sí, con menos concejales del equipo de gobierno que en el recorrido del Señor de las Tribulaciones –y de Santa Cruz, dirán los puristas–.
Autoridades, muchas autoridades
La representación la encabeza Bermúdez, flanqueado por su primer teniente de alcalde, el líder del PP chicharrero, Carlos Tarife, y la concejala de Atención Social, Charín González, con un elegante traje de talle alto, bastante, y en la retaguardia, un tres en raya: Javier Caraballero, de Fiestas; Santiago Díaz, concejal de Ofra y de Cultura, y Javier Rivero, del Distrito Suroeste y Obras e Infraestructuras, y se hace sitio como puede en los tramos más angostos Belén Mesa, responsable de Viviendas Municipales. Queda representada la oposición por la exalcaldesa y portavoz socialista Patricia Hernández, que prescinde para la ocasión del carmín -rojo socialista- por aquello del Jueves Santo, acompañada por Matilde Zambudio, Alana Chinea y Andrés Martín Casanova. Y a la izquierda del PSOE, también intenta seguir el paso como puede por lo angosto de algunas vías, el concejal de Vox Luis de los Reyes Sosa-Tolosa del Valle, de quien en los plenos se desconoce su tono de voz.
También se hace notar la representación del Cabildo de Tenerife, con Rosa Dávila con vara de mando de la cofradía, al igual que el alcalde y el presidente Fernando Clavijo que prefirió ver salir la procesión y luego incorporarse, y es que al mandatario regional es más fácil verlo en una procesión que en un local de murga.
Llamó la atención el buen rollo entre Rosa Dávila –con un chaquetón apropiado para la procesión de la madrugada lagunera que saldría horas después– y Patricia Hernández; en el pasado compañeras de mesa en el Parlamento de Canarias.
No vino Lope Afonso, como sí ocurrió en Tribulaciones, pero ahí estuvo el incondicional José Carlos Acha, en esta oportunidad con su socio de gobierno, el consejero de Innovación Juan José Martínez, en el pasado edil de Santa Cruz. Y no fueron los únicos representantes del gobierno insular.
Entre la amplia representación militar y de la Guardia Civil, el jefe de la Zona Militar de Canarias, también con vara de mando; que se entregaron en la entonación de El novio de la muerte.
En la plaza de la iglesia y en la calle de Santo Domingo, gente. Mucha gente. Caras conocidas. Desde el Katusa, de Bambones, a Suso Trujillo, quien fuera el alma mater de la célebre comparsa Tamanacos y recogida en una esquina, Carmen Dolores; tan acostumbrada ella a estar apagando fuegos en Carnaval como secretaria del concejal de Fiestas y anoche disfrutando desde la barrera. Perdón, desde la acera, cerca de donde en el pasado estuvo la Casa Portuguesa, donde los niños de la época conseguían petardos y las madres, las piñatas para los cumpleaños. Entre el público, en el anonimato, una de las nueve candidatas mayores que aspiran a ser reina de las Fiestas de Mayo. Ella quiere ponerse un traje de reina de Carnaval, pero mientras... tradicional.
El Cautivo, abuelo y nieto
Si estremecedor es ver a Leo Cortés acunar el trono de El Cautivo, más emocionante es saber que en la otra punta estaba su nieto, Nauzet Salazar Cortés, un veinteañero diseñador de la murga femenina Tras Con Tras –de casta le viene al galgo–, también director de la Cabalgata de Reyes de Telde y anoche estaba con su abuelo, siguiendo los pasos de la familia Cortés, a la que Santa Cruz no solo le debe parte de La Macarena sino de la murga infantil Rebeldes.
Bajo el trono de El Cautivo y entre la treintena de costaleras, Davinia Castellano. Ella lleva nueve años cargando el paso; detrás le sigue su hija Valeria, de dos, en brazos de su padre, Moisés Afonso, otro de los incondicionales de Carnaval y Semana Santa.

Procesión de La Macarena y Nuestro Padre Jesús Cautivo / Andrés Gutiérrez
Media hora después de la salida de la procesión la cabecera estaba en el cruce de la calle Candelaria con Ángel Guimerá. Primer alto, y no porque fuera a pasar el tranvía. Más de diez minutos de descanso para las costaleras y tiempo de espera para que se incorpore La Macarena y la comitiva se haga una.
«¡Agua, caramelos!», ofrece una de las ayudantes del paso de El Cautivo. No era el estadio ni el concurso de murgas pero hay que evitar bajones de azúcar tras tanto esfuerzo. «¡Solo tambor!», marca el director de la Banda Militar, que en el Martes Santo, cuando salió en Santa Cruz el Señor de Tribulaciones, acudió a la procesión del Encuentro, en La Cuesta.
Cerca del Urban, zona frecuentada por el viceconsejero de Presidencia Alfonso Cabello durante su etapa al frente de Fiestas de Santa Cruz –también estuvo el director general de Emigración, José Téllez, la representación del Gobierno canario parece más nutrida. Con el presidente Clavijo, su número dos, el popular Manuel Domínguez, la consejera de Bienestar Social, Candelaria Delgado, o Luz Reverón, diputada del PP en la Cámara Autonómica... Tanto ella como el vicepresidente no recibieron el escrito que hizo hace 30 años Manolo Pío a modo de recomendación para acompañar en una procesión y que replica la actual jefa de Protocolo de Santa Cruz, Vicky Fariña.
Nuevo alto antes de enfilar la plaza de España. Los hermanos Joel y Juan se divierten con unas piedritas ajenos a la procesión, como quienes están en las terrazas de los bares de la plaza de La Candelaria, a los que les pasó inadvertida la reverencia de El Cautivo y La Macarena a la Patrona de Canarias. También se bailó. Ovación. Descanso. ¡Al cielo!. ¡Macarena...! ¡Guapa! ¡Macarena...! ¡Guapa!. ¡Macarena...! ¡Guapa, guapa y guapa!
Quedaba el tramo hasta San Francisco. Entre el público, el concejal socialista Tino Guzmán, afanado en cuidados familiares y que se reservó para su procesión predilecta –hoy, la de los republicanos, desde El Pilar, cuando volverá a portar la corbata con los colores de la bandera republicana que le regaló su abuelo–. «Ahí está Patricia, que está muy guapa», dijo para darle su minuto de gloria.
En San Francisco, el empresario de los cines que cerraron meses atrás, sentado a los pies de Santa Rita, abogada de los casos imposibles; Jonny Daswani, lugarteniente del párroco, Miguel Ángel Navarro, que parecía una figura viviente con su roquete, porte y elegancia; o Víctor Juan Zurita, nieto del mismísimo Víctor Zurita, maestro de periodistas y director de La Tarde, o Carmen Déniz, presidenta fundadora de la murga Ni Muchas Ni Pocas y otra de las aspirantes mayores a reina de las fiestas de mayo, mientras fuera todavía es Semana Santa. Nuevo baile a El Cautivo. Gritos a La Macarena.
Estación penitencial, estampida de feligresía y regreso en familia a La Concepción, ante la atenta mirada del amante carnavalero Mingo, de Míster Smile. Y es que no solo de pan vive el hombre...
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