El agua en Santa Cruz. Fuentes públicas (III)

Chorro de Santo Domingo.
José Manuel Ledesma
Las fuentes públicas que se instalaron en Santa Cruz para que los vecinos pudieran suministrarse del agua que llegaba desde los nacientes del Monte Aguirre, en el macizo de Anaga, serían también los primeros elementos de ornato urbano que se colocaron en esta ciudad y hoy forman parte de su patrimonio histórico, constituyendo uno de los pocos testimonios materiales que perduran del siglo XVIII.

Chorro de los Caballos. | EL DÍA
Fuente de la Pila
La Pila de piedra volcánica que en 1706 se colocó en la plaza que llevaría su nombre –La Pila, actualmente Plaza La Candelaria– tenía en su centro, y en alto, un surtidor de agua que llenaba la copa por cuyos seis mascarones salía el preciado líquido que recogían las vecinas, aguadoras y acemileros.
En 1802, al romperse el pedestal de la columna sustentadora que portaba la copa, el cual tenía dos cartelas con las armas reales de España, sería sustituido por otro más corto, realizado con piedra extraída de una cantera de Pedro Álvarez (Tegueste).
La instalación de la primera fuente pública con la que contó la población tendría tanta repercusión popular que la polvorienta plaza del Castillo perdió su nombre original y pasaría a llamarse Plaza de La Pila.
En 1813, La Pila sería trasladada junto al muro del castillo San Cristóbal, donde permanecería hasta que, en 1844, se retiró y se guardó en un solar municipal, de donde fue rescatada por Anselmo J. Benítez para exponerla en los jardines de su Hotel Villa Benítez. En 1986 sería devuelta y colocada de nuevo en la Plaza de La Candelaria, aunque no en su lugar exacto.
Fuente de Morales
En 1827, el comandante general de Canarias, Francisco Tomás Morales y Afonso, llevó a cabo diversas mejoras en las infraestructuras de canalización del agua proveniente de los nacientes del monte Aguirre, instalando una fuente junto a la desembocadura del barranco de Santos para que fuera utilizada por los vecinos del barrio del Cabo, aguadoras y acemileros.
Disponía de cuatro chorros o surtidores con forma de testas humanas y de un recipiente que recogía los derrames, donde solían abrevar los animales.
El proyecto fue realizado por Lorenzo Pastor y Castro, profesor de la Academia de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, quién también actuaría de director de la obra.
Como la Corporación municipal que inauguraba la fuente no era la misma que había decidido su construcción –ambas deseaban atribuirse el mérito–, la solución salomónica que se les ocurrió fue grabar en su frontis «Fuente de Morales. Año 1837. Dedicada en 1838». En 1907, con el fin de que tuviese doble boca de agua, el Ayuntamiento le encomendó al arquitecto Antonio Pintor y Ocete que colocara nuevos chorros en medio de los existentes.
En el año 2010, debido a la apertura de la calle Fuente de Morales, que transcurre paralela al barranco de Santos –desde la avenida Bravo Murillo a los bajos del puente Serrador–, hubo que desplazar la fuente hasta la esquina del Museo de la Naturaleza y la Arqueología, quedando situada de espaldas al barranco, pero no lindando con él, como estaba en principio.
Fuente de Isabel II
La fuente de Isabel II, instalada al inicio de la calle la Marina para suministrar agua a los vecinos del barrio del Toscal, fue construida gracias a dinero que adelantó el alcalde del agua, Bartolomé Cifra, y la aportación de 3.000 reales que hizo el jefe superior político y que habían sido aprehendidos en las casas de juego.
El proyecto de la fuente, fabricada de granito basáltico, color azulado y con las características propias del clasicismo romántico, corresponde a Pedro Maffiote Arocha, técnico de Obras Públicas y profesor de las Escuelas de Bellas Artes y Náutica de esta capital. A pesar de la escasez de medios con que fue hecha, la fuente destaca por su monumentalidad. Fue inaugurada el 25 de agosto de 1845.
La fuente se compone de un receptáculo, un primer cuerpo formado por seis columnas de orden toscano que sostienen el friso y un segundo cuerpo o remate coronado por el escudo de armas de la Ciudad y, bajo éste, la inscripción «Reinando Isabel II».
En los intercolumnios hay cinco espacios en los que destacan sendas cabezas de león, que arrojan agua por su boca cayendo sobre la alargada pila, a la que se accede por una escalinata.
A espaldas del monumento se situaba un depósito del que se surtía la propia fuente, se suministraba a los buques y se regaba la Alameda del Muelle. n
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