BARRIO A BARRIO | Añaza
Vecinos de las ‘casas azules’ y ‘amarillas’ de Añaza lamentan el estado de abandono
Visocan ha invertido casi 800.000 euros en 3.440 incidencias desde que los compró en 2019

Situación de abandono de las Casas Azules de Añaza / Arturo Jiménez

Los vecinos de las casas azules y amarillas de Añaza –que corresponden a las parcelas I8 e I7 del referido barrio del Suroeste– se las prometían felices cuando comenzaron a vivir de alquiler hace siete años, siendo su casero entonces el Banco Santander, la misma entidad que desistió en su intención de desahuciar a los inquilinos gracias a la mediación del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y vendió ambos inmuebles al Gobierno de Canarias.
Desde febrero de hace cinco años, la situación se ha tornado en insostenible, y la mejoría ha ido a peor, según explica un grupo de vecinos que colaboran a modo de guías para mostrar las carencias que denuncian, a la vez que piden que se les guarde el anonimato «porque nosotros queremos seguir viviendo aquí». «Esto es deprimente», cuenta una de las residentes. «Que sea pobre no significa que no tenga derecho a vivir en un lugar limpio», a la vez que advierte que no tiene a dónde ir.
Frente al Centro de Salud de Añaza, en la Rambla Bentacayse, se localizan las llamadas casas azules, por una de las todos tonalidades que se combinan con el blanco en su fachada. Dentro de este edificio, las casas amarillas. En ambas se reparten las 358 familias; algunos son okupas, pero ese es otro problema, cuenta los residentes que acompañan la visita.
«Cuando estábamos de alquiler con el Banco Santander contábamos con guardia de seguridad –en cada uno de los dos edificios y en tres turnos–, así como servicio de limpieza y mantenimiento. Desde que entró Visocan, porque los compró, es verdad que nos rebajó el alquiler pero nos quitó los servicios, y de eso hace más de 5 años».
Desde febrero de 2019, cuando el Gobierno de Canarias y en particular Visocan asume la gestión de los alquileres de las casas azules y amarillas, comienza el deterioro por la falta de mantenimiento y la retirada del personal de seguridad. «En los cuartos de la luz ya han cambiado tres veces la puerta desde entonces», explica uno de los vecinos, que recibe la visita en el acceso del portal 4 de las casas azules. Abre la puerta y la pestilencia se adueña de la zona, tal y como habían advertido los vecinos, hartos del abandono de basura. «La puerta está abierta y ahí dentro ha habido de todo», cuentan.
Ya en el pasillo principal, los interruptores desnudos, sin tapa de protección, son la tónica general, mientras una residente afirma que «las escaleras no tienen luz», mientras abre una puerta para mostrar el acceso desde el acceso a la primera planta de los aparcamientos subterráneos. «Yo lo que hago es ir por la puerta del garaje del otro bloque para llegar a mi plaza porque no se ve ahí y hay basura abandonada», explica mientras sostiene un móvil con el que alumbra la zona.
Los residentes agradecen a otro vecino, que es electricista, los apaños que realiza para colocar algunas bombillas y que la oscuridad no se adueñe de las dos plantas, explican, mientras muestra el acceso lleno de suciedad. «Mañana –este martes– viene un señor que se encarga una vez a la semana de la limpieza; pero es mucho y cuando acaba de limpiar ya vuelve a estar todo sucio; cuanto más si se acumula toda una semana», explican los vecinos.
La puerta del edificio carece de pestillera y de brazo hidráulico. «Están cansados de reponerlos y aquí las corrientes de viento las rompe y los ruidos son insoportables cada vez que hay un portazo», añade un residente mientras abre la puertita del cuatro de luz de la escalera al acceso de cualquiera.
Ocurre algo parecido en el cuarto de contadores de agua, donde se aprecia que siete de ellos están conectados directamente a la red. «Esos son de okupas», precisan, si bien parecen más preocupados porque meses atrás se produjo una avería que anegó el cuarto y se tardó más de dos semanas en subsanar. «Y ahí estuvo saliendo el agua durante todo ese tiempo».
«Yo llamé por teléfono a Visocan y no cogen el teléfono», explica. «El enganche de mi contador estaba goteando; al final encargué el arreglo de la avería que me costó 128 euros por reponer los flexos que estaban mal».
Poco a poco los vecinos van entrando en desaliento. «Esto está abandonado». Y se refieren a las dos puertas de garaje que se encuentran debajo de las casas azules. «Una era para entrar y otra, para salir. Al final una la dejaron cerrada y por la otra se utiliza de entrada y salida con el riesgo que eso entraña», comentan, a la vez que recuerdan que está todo el día abierta y cualquiera puede entrar.
«A veces entran chiquillos y cogen los extintores esparcen el polvo sobre los coches», se lamenta. Entre las situaciones más delicadas que han padecido, el caso de una vecina de avanzada edad que vive sola en un quinto con su perro. «Cuando se produjo la avería en el cuarto de contadores de agua se dañó el ascensor y estuvo dos semanas fuera de servicio. Durante ese tiempo la mujer no pudo salir de la casa», aseguran.
«El edificio está abandonado. Esto es deprimente», reiteran, mientras en un paseo por una de las dos plantas del garaje muestran coches que aseguran que están abandonados o incluso el lugar donde estaban colocadas unas cajas, delante de una caja de contadores y con el riesgo de que se prendiera fuego.
«Las condiciones insalubres del cuarto del ascensor son tales que hasta los técnicos nos han advertido de que no volverá en estas condiciones», lamentan los vecinos.
Averías casi millonarias
A raíz de la situación que soportan los vecinos de las casas azules y amarillas de Añaza, fuentes de Viviendas Sociales de Canarias, S.A. (Visocan) explicaron que desde que asumieran la titularidad del ambos inmuebles, en febrero de 2019, han procedido a atender un total de 3.440 incidencias; de ellas, 2.056 en la parcela I8 –las llamadas casas azules–, y 1.384 en la I7 –las casas amarillas–.
De otra forma, según los datos de Visocan, atiende casi dos incidencias al día desde que asumió la titularidad de ambos inmuebles, lo que le ha supuesto un desembolso de casi 800.000 euros para acometer la reparación.
En las viviendas de las casas azules se han invertido 392.615 euros en las reparaciones, mientras que en las casas amarillas se han gastado 388.000 euros, a pesar de la percepción que tienen los vecinos de que ambos edificios están abandonados. «Cada vez que nos llaman, acudimos a atender y reparar la incidencia».
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