BARRIO A BARRIO | Valleseco

Valleseco, una playa con cafetería, dos plazas y charcos para disfrutar del mar

Dos años de obras y 13,6 millones de euros se han invertido para saldar una vieja deuda con el pueblo de Santa Cruz, que estrenará playa en septiembre tras 30 años de espera

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Santa Cruz de Tenerife

La reciente denuncia de dirigentes de las asociaciones de vecinos La Arboleda (Salamanca), Residencial Anaga y San Roque (Barrio La Alegría) sobre el cajón de hormigón levantado para dar acceso a la nueva playa de Valleseco unido a los recurrentes anuncios de la apertura –hasta convertirse en el cuento de la vieja majadera– motivan la visita a la obra para conocer el estado de los trabajos y la virulencia en el impacto visual del que advierten los referidos colectivos.

La arquitecta Elsa Guerra –madre del proyecto Sol y Sombra, junto a su esposo, el recordado Joaquín Casariego– accede a actuar de guía para explicar al detalle la intervención. Imposible no emocionarse nada más pisar la zona y agolparse los recuerdos de la lucha vecinal que lideró durante más de treinta años Javi González, Montse,Esperanza... tantos y tantos vecinos que integraron o respaldaron la Plataforma en Defensa de la Playa de Valleseco que hoy casi es una realidad y desde septiembre se podrá disfrutar.

De la parte más cálida –que implica los sentimientos de la lucha vecinal– a los números que resumen un sueño que ha tardado dos años en transformar la vieja zona industrial de Ligrasa en una playa urbana que ha costado 13.632.573 euros; más allá de la maqueta de la playa que se presentó en los noventa, en 2006 Elsa Guerra y Joaquín Casariego ganan el concurso y reciben la encomienda del proyecto que nace como Sol y Sombra, aunque se ejecuta la mitad, que se refiere a los charcos, quedando la zona de arena, donde ahora están los callados. 

Diecisiete años ha sido el tiempo invertido desde que se definió qué playa se quería hasta su finalización, para la que restan aún unas semanas, y en este tiempo ha capeado situaciones que pudieron tirar al traste la financiación, como en 2008, cuando por la crisis económica desapareció la partida presupuestaria de diez millones que quedó limitada en una tarde a cien euros. Pero el hecho que no se suprimiera el compromiso, como sí ocurrió con otros enclaves, permitió que se retomara y hoy sea casi una realidad, gracias precisamente a la lucha vecinal y la predisposición política.

Una playa urbana

La principal característica de Valleseco es que una playa urbana, que no cuenta con nuevos aparcamientos –«se habría necesitado una superficie similar a donde se ha intervenido», advierte la arquitecta. «Todas las administraciones que financian la obra –Gobierno de España, administración autonómica, Cabildo de Tenerife, Ayuntamiento de Santa Cruz y Autoridad Portuaria– estuvieron de acuerdo es este concepto», precisa Elsa Guerra, que se traduce en que para llegar a playa de Valleseco es preciso recurrir al transporte público, caminando o en bicicleta.

La nueva playa se localiza junto a la vía portuaria, en la antigua Ligrasa. Para diferenciar estos usos, y que el tráfico de vehículos que van al Puerto no altere la paz de la zona de baño, sinónimo de descanso, se ha construido una ladera verde que hace posible este oasis que está acotado entre el Cidemat y la Escuela de Náutica de la Universidad de La Laguna (ULL). 

Así, para llegar a la segunda gran playa de Santa Cruz se han construido lo que algunos vecinos denominan cajones de hormigón porque lo que ven en sus paseos por la avenida de Anaga. Se trata de dos rampas, que se conocen como Norte –la más cercana a Las Teresitas– ySur, la próxima a la Escuela Náutica, por su disposición geográfica. Ni siquiera son rampas, porque su pendiente es inferior al 6%, y que se han construido con el visto bueno de Sinpromi y colectivos como Queremos Movernos. El acceso Sur, con escalones; la entrada Norte, una pasarela con vocación de mirador en tres tramos de un paseo con un ancho que va de menos a avenida, hasta el encuentro con la playa: un eje peatonal de medio kilómetro de recorrido, desde el antiguo Cidemat, donde incluso se ha ejecutado un acceso al mar, hasta el espigón junto a la Escuela Náutica, llamado a contar con un restaurante en un mirador de la bahía que deberá desarrollar el ayuntamiento.

En el nivel de la zona de baño, dos plazas, también Norte y Sur, y bajo la pasarela más próxima a la Escuela Náutica, aunque en una construcción independiente, un bar-restaurante con terraza propia que linda con una plaza.

Después de transitar la pasarela-mirador Norte, el visitante se adentra en la nueva playa de Valleseco, que no tiene arena sino hormigón sometido a diferentes tratamientos –lavado, barrido, fratasado, coloreado, abujardado...– y que dibuja la rasa marina que recrea los charcos y el diálogo que caracteriza el encuentro del isleño con su costa que Elsa Guerra presenta en forma de cinco episodios.

Episodio 1: el salto. Nada más superar la pasarela Norte se descubre una lámina de hormigón en la que se han habilitado en un lateral pequeños árboles de lona para generar sombra y que está ideado para los saltos de los jóvenes y bañistas más diestros.

Episodio 2: rampa accesible. La nueva playa reserva gran protagonismo para personas con movilidad reducida, a las que se ha habilitado una rampa accesible que permite el diálogo directo con el mar sin sobresaltos.

Episodio 3: el charco del juego. A mitad de camino de la playa, el charco del juego en el que tres gradas sirven de columna vertebral a los quince escalones que separan la orilla del mar.

Episodio 4: solarium. Rumbo a la Escuela Náutica, dejando el agua a la izquierda, un gran solarium, donde los pequeños árboles de lona se alternarán con las sombrillas que se pondrá instalar en los orificios que se dejarán preparados en la lámina de hormigón.

Episodio 5: el charco natural. En el recodo que forma el solarium con el dique de protección se ha creado un charco natural, donde disfrutar de la marea baja, cuando se hace pie, a momentos con más de dos metros de profundidad al que entrar o salir desde una decena de escalas, además de poder disfrutar desde bancos de hormigón; ora sentado, ora echado en toalla... Donde único se cuela la ola que viene a recordar la letra de la banda sonora de la playa de Valleseco, de Africuya y su Rompen las olas; aunque en realidad esta ola tiene nombre: la ola de Fred. Olsen, en tributo a los buques de la compañía que las provoca cada vez que entran o salen de la bocana del puerto; aunque la arquitecta preferiría que ese rincón llevara una escultura o placa en tributo a Javi González y Montse Sentís y su lucha.

Y más detalles: como el prado o la ladera verde desde la que poder disfrutar de la lectura, la iluminación tanto indirecta, desde los bancos de hormigón, como desde los báculos que realzarán dos de las zona de baños: el charco natural y el de juego; y en el mar, dos pantalanes con capacidad cada uno para treinta personas, que se localizan en la zona de baño acotada por los tres diques de protección marina y el espigón martillo. 

A esto se suman las duchas y los servicios para los usuarios que podrán disfrutar hasta de dos plazas, una cafetería y diferentes diálogos posibles con el mar, en esa suerte de rasa marina que reivindica los charcos de las costas de Tenerife. La visita a la nueva playa de Valleseco permite adentrarse en otro Santa Cruz a tres paradas de guaguas del intercambiador.

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