Historia | Patrimonio histórico portuario IV

Faro de Anaga

Faro de Anaga.

Faro de Anaga. / El Día

José Manuel Ledesma Alonso

El Faro de Anaga, instalado sobre la atalaya de la montaña de Tafada, en Roque Bermejo, comenzó a construirse en julio de 1861, finalizando las obras en septiembre de 1863. El Faro entraría en funcionamiento el 19 de septiembre de 1864.

El edificio que lo contiene, formado por una torre cilíndrica y tres viviendas familiares, dos para los torreros y una para el peón, fueron realizadas según el proyecto del ingeniero Francisco Clavijo y Plo, primer ingeniero de la Junta de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife.

Como el acceso al faro sólo era posible por mar, pues por tierra había que recorrer varios kilómetros de veredas entre las montañas del Parque Rural de Anaga, las piedras con las que se construyó se extrajeron de los acantilados cercanos a la baja de La Mancha, siendo transportadas por mar hasta el embarcadero de la Madera, junto al caserío de Las Breñas, donde se labrada a escoda por sus caras de paramento y a pico fino los lechos y caras ocultas, subiéndolas luego a lomos de mulas por un estrecho camino de más de tres kilómetros de largo.

El resto de los materiales fueron desembarcados por el pequeño muelle que Manuel de Ossuna Van den Heede había construido en una ensenada, protegida por el Roque Bermejo, para poder acceder a su hacienda –Casa del Cura o El Castillejo– y cargar los productos agrícolas que en ella se producían. Por este muelle también llegaban anualmente los 6.000 litros de petróleo y 2.000 litros de gasoil necesarios para el funcionamiento del Faro.

Panorámica de El Faro y los roques de Dentro (Tierra) y de Fuera. | | E.D.

Panorámica de El Faro y los roques de Dentro (Tierra) y de Fuera. | | E.D. / José Manuel Ledesma Alonso

El Faro

El faro de Anaga, el más antiguo y único de primer orden que existe en el Archipiélago Canario (Nº Nacional 12.630. Nº Internacional D-820), al estar situado a 247 metros sobre el nivel del mar, en la latitud 28º 34’ 8’’ N. y longitud 16º 8’ 3’’ W, servía de punto de referencia a los barcos que llegaban por el Norte al puerto de Santa Cruz de Tenerife.

La linterna de forma octogonal, de 1,60 m de diámetro y 2,10 m de altura, protegida por 16 cristales rectangulares, está situada a 12 m de altura. Su óptica, de primer orden catadióptrico, produce una luz blanca con alcance de 21 millas náuticas. La característica de su luz es de 2+4 destellos cada 30 segundos. A su alrededor tiene una sencilla balconada que permite rodearla. El primer combustible utilizado en 1864 fue el aceite de oliva, prensada en frío y empapada en una mecha cilíndrica de algodón, la cual se ponía dentro de un tubo de cristal (lámpara Maris). A partir de 1932 comenzaría a funcionar con petróleo, produciendo una potencia luminosa mucho mayor. Desde 1990, su lámpara multi vapor de 220 V. 175 W. funciona con energía solar, procedente de 46 paneles de 75 W.

En el libro del Faro, los primeros fareros nos dejaron escritos entrañables testimonios: Bernardo López Balboa, que lo inauguró en 1864, entre otras cosas cuenta que Roque Bermejo estaba habitado por 9 vecinos que vivían en pequeñas casitas, cuevas y chozas. Relata el hundimiento del vapor francés Flachat, el 15 de febrero de 1898, en el que hubo 86 víctimas. Se instaló en él con su mujer, Pilar Loureiro, y allí nacieron sus cuatro hijos. Su ayudante, Rafael Alvarellos, también llegó al Faro con su esposa, Dominga Díaz Pereira, y también tuvieron cuatro hijos.

Las esposas de los dos fareros citados se encargarían de preparar a sus hijos y a varios niños de Roque Bermejo, Punta Anaga y Las Palmas de Anaga, para su ingreso en el Instituto.

Demetrio González Velasco, que estuvo en el faro desde 1948 a 1976, relata que la gente de Anaga era extraordinaria, bondadosa, trabajadora y gentil, pero muy pobre, tremendamente pobre. Tenían tan poco para subsistir que las niñas vestían con un saco al que le habían abierto agujeros para los brazos. Su mujer, compadecida de ver como vestían aquellas jóvenes, les dejaba parte de su ropa y les enseñó corte y confección.

Cuenta que dos veces al mes se acercaban al Faro a buscar petróleo para cocinar en sus casas, dejándoles los cacharritos en la puerta para que se los llenara. En agradecimiento, al recogerlos les dejaban algún producto de la huerta (papas, verduras, etc.) o del gallinero (huevos, pollos, etc.). Relata que sólo comían gofio, pues el pan sólo lo consumían el día de la fiesta.

Ayuda a los pobres

Baudilio Brito Rodríguez (1976) puso en práctica un sistema para ayudar a aquella buena gente de su pobreza. Cada año, cuando el barco que abastecía al Faro llegaba con 6.000 litros de petróleo y 2.000 litros de gasoil, las mujeres de la zona eran las encargadas de trasvasarlo desde el muelle hasta el Faro de Anaga.

Para ello, desde primera hora de la mañana comenzaban a subir la empinada cuesta, cargando sobre sus cabezas cubos de 25 litros llenos de combustible. Como cada una solía realizar ocho viajes al día, les pagaba 200 pesetas.

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