Patrimonio | Plaza de España

Los 123 escalones del Vía Crucis chicharrero

Visita al interior del Monumento a los Caídos, de la plaza de España, que se remonta al año 1944

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Levantado a mitad del siglo pasado, el Monumento de la Plaza de España ha asistido a la evolución de la ciudad; aunque cerrado a visitantes, mantiene un aceptable estado de conservación.

La curiosidad mató al gato, en este caso a la rata. Valga este parafraseado en reconocimiento del interés que, como muchos vecinos y visitantes, mostró Ricardo Marichal, un publicista que vive a caballo entre María Jiménez y La Salud y que desde la pandemia irrumpió en las redes sociales mostrando la cara del otro Santa Cruz y, sin entrar en valoraciones, acercar desde Instagram y Youtube lo que a simple vista no se ve. De ahí que su animal preferido, la rata, sea también un estímulo a la hora de colarse y lograr el objetivo. A raíz del reportaje publicado por EL DÍA sobre «Ratatour’, guía del otro Santa Cruz», propio Ricardo puso tarea y objetivo: visitar el interior del monumento de la Cruz de los Caídos que se levanta en la plaza de España, kilómetro cero de la capital.

Sin prisa pero sin pausa, porque las gestiones para lograr adentrarse en las tripas de este particular mirador de Santa Cruz se iniciaron en el último trimestre de 2022, pero la proximidad con el Carnaval y otros compromisos demoraron la anhelada visita, aunque a decir verdad desde el minuto uno que el concejal de Patrimonio, el nacionalista Juan José Martínez, tuvo conocimiento por el interés de conocer el interior del monumento, no puso sino facilidades y plena confianza, hasta contactar con el director general del área de Patrimonio.

Los 123 escalones del Vía Crucis chicharrero

Los 123 escalones del Vía Crucis chicharrero / Humberto Gonar

Origen Histórico

Por fin llegó el día. Miércoles 22 de marzo. En medio de guaguas turistas y centenares de visitantes que se agolpan para sacarse fotografías con el corpóreo en el que se lee Santa Cruz, incluso protegido con unas vallas y con el macizo de Anaga de fondo, el propio Juan José Martínez se sima a la visita para disfrutar de la primera vez que se adentra en las tripas del monumento de la plaza de España. El propio entorno de la original plaza –sin tomar en consideración la ampliación ejecutada según el proyecto de los arquitectos suizos Herzon ¬& De Meuron– tiene una superficie de 5.026 metros cuadrados, la más amplia de la ciudad desde su construcción en 1929.

No sería hasta el 24 de octubre de 1944 cuando el general García Escámez convocó un concurso para la construcción de un «Monumento a los Caídos de Santa Cruz en la Guerra de Liberación Nacional», resultando ganadora la propuesta del arquitecto Tomás Machado y Méndez-Fernández de Lugo. El conjunto está formado por está formado en total por cuatro piezas escultóricas: la alegoría de la Patria sosteniendo al Caído; una mujer alada representando la Victoria y en alusión a aquellas expediciones marítimas que retornaron gloriosas a su tierra nativa, y dos figuras de soldados con una espada entre sus manos, que representan los valores cívico y militar, respectivamente. Las paredes de la base están cubiertas por bajorrelieves.

Los 123 escalones del Vía Crucis chicharrero

Los 123 escalones del Vía Crucis chicharrero / Humberto Gonar

El elemento central, la propia cruz, hace referencia a la «Cruzada de Liberación» y al símbolo fundacional que portaban los conquistadores, y que da nombre a la ciudad. La alegoría del caído en manos de la patria fue encargada al escultor Enrique Cejas Zaldívar, mientras que Alonso Reyes ejecutó la de la victoria.

Hoy este monumento está amenazado por el cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, salvo la posible reasignación que garantizan su permanencia. En el estudio encargado por el Ayuntamiento a la catedrática en Historia del Arte María Isabel Navarro sobre la simbología de exaltación al franquismo existente en la capital se hace constar que «para cuya ejecución se empleó mano de obra recurriendo a presos políticos».

El propio Monumento a los Caídos como la playa de España en sí se levantan sobre las ruinas del Castillo de San Cristóbal cuya construcción se remonta a 1575, bajo la administración del gobernador Álvarez de Fonseca, aunque fue el 20 de enero de 1577 cuando entró en servicio, si bien fue demolido en 1928 y sobre el lugar en el que estuvo emplazada se esparcieron grandes cantidades de materiales con el fin de ganar espacio al mar y construir una plaza de grandes dimensiones, actual Plaza de España, que finalmente fue inaugurada en 1947.

Coincidiendo con la remodelación que se ejecutó a comienzos del siglo XX, el 28 de junio de 2006 fueron localizados unos restos que posteriormente se comprobó que pertenecían a los del castillo y que además de permanecer delimitado el perímetro de donde estuvo el diamante de la fortificación, en la actual charca de la plaza de España, también se habilitó un pequeño centro de interpretación subterráneo que recuerda la importancia de este enclave y que se localiza a unos metros del monumento a los Caídos.

En el corazón del monumento

Poco antes del mediodía del miércoles, entre el bullicio de turistas, el concejal de Patrimonio de Santa Cruz de Tenerife, Juan José Martínez, atiende cual anfitrión a la cita convenida para recorrer las tripas del Monumento a los Caídos. Su acceso, por la parte más próxima al Cabildo, ajeno al ir y venir de quienes se retratan en la zona.

Los aledaños dejan entrever restos de agua, por lo que hace temer al visitante que el anfitrión se tomó la precaución de limpiar también el interior de la Cruz, si bien tras la visita se evidencia que se trata de una mejora ordinaria para adecentar la zona, como tantas de las que se hacen para mantener en condiciones el lugar.

Con la puerta entreabierta, Martínez abre paso a la visita por un serpentín de escalones, un total de 123, que separan la base del monumento con la cota superior a la que no se puede acceder, en el último tramo de un metro, porque se trata de la parte más lata que se reserva para el mecanismo de luz.

Sobre la base cuadrada de la cruz, discurre en cuatro tiros de escalera la subida, que pone de manifiesto las buenas condiciones físicas del concejal, tan acostumbrado a las carreras, plantar en el campo o subir a la cota más alta de la plaza de España.

La construcción presenta en su interior un más que aceptable estado de conservación, con las paredes pintadas de hace más de una década y solo un esconchón que coincide con la fuente que existe en un latera del monumento. De resto, los únicos habitantes del lugar fueron las palomas hasta que hace ya también algunos años, el área de Patrimonio procedió a tapiar la parte más alta, donde anidaban. Tal vez algunos restos, pocos, de su paso, que permiten una visita para estos privilegiados por las entrañas que permiten realizar este particular vía crucis de la capital, precisamente en la antesala de la Semana Santa chicharrera; un vía crucis como el que saldrá esta tarde, eso sí, no por la plaza de España sino por el parque García Sanabria.

El recorrido por el interior del monumento se hace del tirón, por una escalera con el ancho suficiente para el paso de una persona y poco más, acotado el lateral de un hueco interior por unas rejas para garantizar la seguridad. En uno de los ventanales, el redactor gráfico Carsten W. Lauritsen aprovecha para inmortalizar la espectacular mano de uno de los elementos escultóricos, mientras continúa la subida que corona un rellano, desde el que se permite ver en cuatro ventalanes de mucho más alto que ancho, las cuatro caras de Santa Cruz: desde el Cabildo, el puerto, el auditorio y el recinto ferial; otro orientado a la plaza de La Candelaria y el Palacio de Carta, de próxima apertura; un tercero enfocado a Anaga, y un cuarto, que mira al Puerto.

Entre el resuello, surge el debate sobre si Santa Cruz pierde la oportunidad de explotar este enclave que es un tesoro. La primera sorpresa, y muy agradable, por el excelente estado de conservación, frente al desconsuelo de la oportunidad perdida, tal vez, sobe si no se saca más rentabilidad a un lugar, cual campanario y otros lugares que son demandados por los turistas y cobrados por sus propietarios.

Durante la conversación, el concejal de Patrimonio de Santa Cruz, Juan José Martínez, recuerda que las últimas actuaciones que se han realizado en el Monumento a los Caídos se refieren a la reposición de la red eléctrica que permitió su puesta en servicio, si bien de eso hace ya más de cinco años, y no oculta también la necesidad reasignar para que este enclave no esté afectado por el cumplimiento estricto de la Ley de la Memoria Histórica, lo que pasaría por una nueva denominación. Paradoja del patrimonio: el monumento de la plaza de España, el más céntrico de la capital, testigo del avance de la ciudad en las últimas siete décadas que bien podría ser un mirador aunque su trazado interior angosto lo impide, lo que convierte este paseo por sus 123 escalones en un privilegio de la vida y gracias a Juan José Martínez.

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