Entrevista | Andrés Brito Coach y pregonero de la Semana Santa de Santa Cruz de Tenerife

Andrés Brito: «Por decreto ley no se puede sustituir la espiritualidad humana»

«No es necesario ser sacerdote o religioso para dar un testimonio de cómo actúa Dios en la vida»

Andrés Brito

Andrés Brito / El Día

Humberto Gonar

Humberto Gonar

Como la conversión personal que vivió en 1985, Andrés Brito pasó de ser una de las voces en la radiofórmula musical de los años ochenta a teólogo, profesor y desde hace diez años coach. Estudioso de la Sábana Santa, ha sido designado pregonero de la Semana Santa. En esta entrevista sorprende con un lado más humano que divino, interpretando la vida desde su máxima: la conciencia.

¿Quién es Andrés Brito?

Andrés Brito es un cristianito (se ríe) de andar por casa que trata de hacer la vida más agradable a la gente. Soy una persona que en su momento tuvo una conversión religiosa y, como por suerte o por desgracia lo que tengo en el corazón lo tengo que racionalizar, se me ocurrió la bendita locura de estudiar Teología cuando eso solamente estaba reservado a sacerdote y monjitas, y me fascinó por la expansión que eso supuso para alguien inquieto intelectualmente.

¿Por qué optó por ser seglar y no religioso?

Porque me faltó valentía.

Pero nunca es tarde...

Creo que se me pasó el arroz y tengo un estilo de vida muy definido. No es necesario ser sacerdote o religioso para poder dar un testimonio de lo que hace Dios en la vida de las personas. Ser un tío del siglo XXI que tiene su trabajo y que tiene que salir todos los días a buscarse los garbanzos y no tiene que dar cuenta a nadie más que a Dios me da una posibilidad de llegar que personas que están consagradas, debido a los prejuicios, se les pone el usted no puede pasar. Me he planteado la vocación en ciertos momentos pero he descubierto que se no es mi camino; mi camino es vivir como un cristiano comprometido en el mundo contemporáneo.

¿Ser coach viene a ser la competencia desleal del sacerdote?

En absoluto. Y son dos figuras diferentes por una razón muy sencilla: el coach nunca aconseja, el sacerdote debe hacerlo; el coach no entra en analizar creencias del cliente y el sacerdote tiene precisamente esa misión de aclarar las creencias. Mi misión como coach consiste en coger a una persona que está bien y que quiere estar mejor, que quiere alcanzar un objetivo o perfeccionar algo de su vida.

Habla de más valores humanos que empresariales.

También existe el coach corporativo en el cual la persona con todo el derecho del mundo puede decir que quiere ganar más dinero o liderar mejor a su equipo o llevar a su empresa a un nuevo estatus. Evidentemente tengo la potestad como profesional de no coger determinados casos cuando veo que están en contra de mis valores personales y lo he aplicado en tres oportunidades en los diez años a los que me dedico a esto.

¿Goza de popularidad o aceptación la religión en los tiempos que corre?

Por decreto ley no se puede sustituir la espiritualidad humana que es lo que en ciertas ocasiones, culturas y estados se ha intentado hacer. Pero, como la presencia de lo trascendente forma parte de la vida humana, probablemente esté en crisis es la institucionalización de eso, no tanto el hecho de que las personas se pregunten quién soy yo, qué hago yo aquí y qué sentido tiene mi vida.

¿Es más del papa Francisco, de Juan Pablo II o de Ratzinger?

Yo soy de Jesucristo. Me parece un error crear bandos dentro de la Iglesia por una razón muy sencilla. Si esto es la barca de Pedro y cada uno rema para su lado, la barca no avanza. Se puede estar más de acuerdo o tener más simpatía o leer con más gusto los textos de uno o de otro pero yo no veo al papa como tal, sino a la figura que representa.

¿Es de los que dice que cree en Dios pero no en la Iglesia?

No. Según mi fe Dios quiere salvar a la humanidad a través de este medio que, como está formado por seres humanos, tiene luces y sombras. El hecho de que en la Iglesia quepamos todos, y no solo los santos y los puros es lo que me permite estar en ella. Si solo pudiera entrar la gente perfecta me quedaría fuera.

Pero hay asignaturas pendientes en la Iglesia.

¿Cuál?

Parejas homosexuales, el celibato que se vuelve a afrontar.

Durante mil años no hubo ningún problema con eso porque los sacerdotes se podía casa y de hecho Jesús sana a la suegra de Pedro. Una cosa es lo que es Derecho Divino y otra, de Derecho Humano. El celibato puede cambiar en cualquier momento y no puede influir para nada en la estrategia que tiene la Iglesia para poder expandir el evangelio. ¿Dónde estamos poniendo el foco, en lo que no es tan perfecto como a alguien le gustaría o en todo el beneficio que nos proporciona el conjunto? Cuando analizamos la historia de la Iglesia, no ha habido ni creo que haya una institución más beneficiosa para la historia de la Humanidad.

¿No es anacrónico el mensaje de la Iglesia?

Una de las cosas que me da fiabilidad de la Iglesia es que no se deja llevar por la veleta del tiempo ni de la época. Si se hubiera adaptado a todas las épocas de la humanidad con lo voluble que es la mente humana y la moda hace mucho tiempo que la Iglesia hubiera desaparecido.

¿Estamos ahora en la etapa de comamos y bebamos que mañana moriremos?

Probablemente. Si damos un valor exagerado a lo inmediato y todo lo que no sea placentero para mí está claro que la Iglesia es incómoda porque tiene una visión a largo plazo y porque para la Iglesia hay más placeres que el dominante que, por lo visto, es la obsesión que tenemos con la vida sexual de la gente famosa y queremos copiar a los influencer. Ese tipo de cosas son las que tenemos que poner en revisión y de qué manera una persona que se acerca a Dios a través del mensaje que transmite la Iglesia comienza a a estructurar su escala de valores. Para conocer la escala de valor de una persona no me hace falta que me la cuente, me basta con observar su conducta. Y la escala de valores es la columna vertebral de la conducta y depende de sus creencias, que puede ser o no el dinero. Alguien que tenga el dinero, que es un valor, por encima de la vida, matará para conseguirlo. El problema no son los valores sino cómo lo ordenamos y ahí está el guion de vida. ¿Qué hubiera sido de mi si hubiera la vida de un delincuente? Por eso he tratado de enfocarla hacia el bien y la bondad.

¿Por qué cree en Dios?

Porque he elegido creer en eso.

¿Pero la fe no es un don?

Es un regalo que se recibe en el bautismo.

Entonces, ¿cómo dice que lo puede elegir?

Yo puedo elegir regar o no la planta que me han regalado. La fe es una relación; si dejas de hablarte con tu pareja durante una semana, se mosquea; si dejas de hablarte durante un año, desaparece. Esto es igual. La relación con Dios hay que alimentarla todos los días.

¿Dios condena a los homosexuales?

Dios condena a quien se desea condenar, a quien hace por condenarse. Mira la libertad como una herramienta. Con un cuchillo puedo cortar el pan o matar a alguien. El drama del ser humano es que está condenado a ser libre. Sobre la homosexualidad tengo una mentalidad bastante abierta, como reza la canción de Los Pancho: «si es pecado el amor que el cielo de explicación porque es mandato divino». Una cosa es que alguien se enamore de otra persona y otra la libertad o el libertinaje que en ciertos momentos se puede llegar a vivir, pero es malo al margen de la orientación pero lo digo a título personal porque para mi la fidelidad es un valor prioritario. No soy quien para juzgar a nadie; cada uno va a actuar según su creencia. Hay una norma que está por encima de cualquier otra: la conciencia. Ahora estamos viviendo un movimiento de péndulo que se está yendo al otro lado. Ahora, por lo visto, lo peor que se puede ser es fumador, heterosexual y padre de familia, y eso tampoco, porque no es igualdad. Quienes están haciendo ingeniería social sabe que lo primero que hay que hacer es cambiar el lenguaje.

¿Su pregón de Semana Santa será más una sesión de coach o una homilía?

No actúa como coach. Soy coach las 24 horas al día, una cosa es que te hable en una sesión o como un amigo. Cuando me llamó el padre Juan Manuel para plantearme este gran honor, porque amo esta ciudad, le plantee: dígame algo que me inspire, y me dijo la portada del programa de la Semana Santa, que es la imagen del Cristo de la Paciencia y la Humildad. Pues ya sé de qué voy a hablar.

¿Sobre la imagen? ¿la vida?

Voy a hacer el camino inverso. En vez de decir lo que es la paciencia y la humildad, voy a explicar lo que nos la quita; qué es lo que nos lo impide, qué es lo que nos lleva a ser impacientes y egoístas, y luego voy a tratar eso como una enfermedad de quien la vive y quien la padece y voy a dar la medicina desde el evangelio.

¿Ya lo tiene plasmado?

No, lo estoy poniendo en oración. No es cuestión del sabiondo que busca la gloria del señorito sino que tiene que ser lo que Dios quiera para tocar los corazones.

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