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Comercio | La capital recupera su emblemático mercadillo

El Rastro de Santa Cruz vuelve a su hogar

Más de 600 puestos se despliegan en los alrededores del Mercado en una jornada en la que se dan cita miles de compradores

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El Rastro de Santa Cruz de Tenerife vuelve al entorno del Mercado Andrés Gutiérrez

La vuelta del Rastro de Santa Cruz de Tenerife a su ubicación habitual, en los alrededores del Mercado de Nuestra Señora de África, supuso ayer para muchos el final de las restricciones ocasionadas por la pandemia de coronavirus. Tras el final del confinamiento y la vuelta a la normalidad, a comienzos del pasado año, el Ayuntamiento chicharrero decidió trasladar el emblemático mercadillo a la avenida Marítima para así cumplir la normativa en materia de seguridad, extensión y la limitación de aforo. Pero desde entonces, la mayoría de los encargados de los puestos y los compradores deseaban que el rastrillo regresara a su enclave habitual, donde muchos de los puestos abren cada domingo puntualmente desde hace más de 25 años. Y el gran día llegó, al fin, ayer, aunque no exento de algunos problemas.

El Rastro de Santa Cruz regresó con más de 600 licencias y con un cambio importante de organización de los puestos y de cierre de calles. Y a pesar de que algunos vendedores no estaban del todo de acuerdo con los cambios introducidos por el Ayuntamiento, primó la alegría en estas calles ante la avalancha de ventas que se produjo durante la jornada. A los turistas y cruceristas que visitaron la zona durante la mañana se sumaron los tinerfeños asiduos a este mercadillo que, en muchos casos, visitan los mismos puestos cada domingo desde hace ya décadas y siempre se llevan a casa algún nuevo detalle, aunque sea pequeño.

Un rastro que no tiene nada que envidiar a otros

Es el caso, por ejemplo, del madrileño Óscar Ramos quien acude al Rastro desde hace más de 25 años puesto que lo descubrió cuando llegó a la Isla a hacer el servicio militar. Ahora ya no vive en Tenerife pero viaja a Canarias muy a menudo y siempre que viene aprovecha para pasear entre los centenares de puestos de este rastrillo. «Aquí no tienen nada que envidiarle al Rastro de Madrid porque este es mucho más auténtico. En la Península ya han perdido la esencia y no se encuentran demasiadas cosas de segunda mano, al contrario de lo que sucede aquí», relató ayer este comprador mientras pagaba varios discos de música. Ramos celebró de este modo la vuelta del Rastro a su ubicación habitual puesto que en el entorno de la avenida Marítima «no era igual» y no era propio de una ciudad como la capital tinerfeña contar con un mercadillo de esas características porque «cualquier ciudad importante que se precie tiene su rastro en un lugar céntrico», concluyó.

Pili Carbajal vende ropa de segunda mano y artesanía hecha con madera desde hace décadas y ayer estaba muy contenta por el nuevo lugar que le ha tocado gracias a la nueva disposición del Rastro llevada a cabo por el Ayuntamiento capitalino. «Ahora tengo más espacio para la mercancía y esta zona –en la calle José Manuel Guimerá– es muy buena», comentó mientras una cliente le hacía un encargo que ella tendrá listo en las próximas semanas. Ayer, pasadas las once de la mañana, ya había vendido una gran cantidad de mercancía, algo que no era de extrañar debido a las numerosas personas que paseaban por esta calle agradeciendo la sombra y el fresco que ofrecía la vegetación.

Pedro Rodríguez tiene un taller de relojes y cada domingo monta su puesto en el Rastro para vender relojes completos o correas sueltas, y recibir arreglos en los que luego trabaja en su taller durante la semana. Ayer estaba muy contento por regresar al entorno del Mercado: «Aquí la gente se anima más a pasear, mirar y comprar, así que teníamos muchas ganas de que llegara este día».

Desde hace 25 años, Tomás Rodríguez vende discos de segunda mano en el Rastro. Él también ha cambiado de ubicación con este regreso al centro de la capital y está encantado. «En la avenida Marítima era horrible trabajar pero aquí tenemos cerca baños y comida y ahora solo falta que los clientes se acostumbren a la nueva ubicación para que nos encuentren como antes», comentó ilusionado ante todas las ventas que estaba realizando desde bien temprano.

La joven Zuleima González tiene 24 años y lleva acudiendo al Rastro cada domingo desde que estaba en la barriga desde su madre. Antes de la pandemia vendían menaje de cocina pero con el traslado del mercadillo a la avenida Marítima tuvieron que cambiar la mercancía porque era muy complicado trasladar los productos y además las ventas descendieron notablemente. «Durante los meses que no hubo Rastro debido a la pandemia fue muy duro porque para muchos son necesarios esos 30 o 40 euros que podemos sacar con las ventas de un domingo», explicó la joven, quien ahora vende flores de plástico. «El cambio fue por casualidad, porque un día, una floristería me regaló unas flores de plástico que le sobraban y las traje para vender, y tuvieron mucho éxito así que ahora es lo único que ofrezco», indicó la vendedora mientras ataba un ramillete para un cliente. «La zona de la avenida Marítima no era la ideal para este Rastro y mucha gente dejó de ir durante esos meses porque son personas de cierta edad que no aguantaban tanto Sol como había allí, donde tampoco teníamos baños», reconoció González, quien ayer lamentó «el descontrol» vivido durante las primeras horas de la mañana, cuando muchos vendedores no sabían dónde debían ubicar sus puestos.

Rocío Vargas y sus compañeras tampoco se mostraron muy conformes con la nueva organización y, de hecho, algunas de ellas optaron por no montar sus puestos ya que no les gustaba su nueva ubicación. Vargas sí desplegó sus mesas en el entorno de la plaza General Gutiérrez Mellado, en donde ayer vendió ropa interior femenina y ropa de baño: «Estamos contentos por volver a este lugar pero esperamos que se pueda organizar mejor en las próximas semanas. A pesar de todo, hay mucha gente que se ha animado a pasear y como ahora pueden comer y beber algo aquí mismo parece que hay más clientes».

Ordenanza municipal

El concejal responsable del Área de Promoción Económica del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Alfonso Cabello, paseó ayer por el Rastro acompañado de la presidenta del Rastro, Carmen Tejera, para comprobar cómo se desarrollaba esta primera jornada con más de 600 puestos en funcionamiento. «Sabemos que habrá que corregir algunos detalles pero en esta nueva etapa hemos querido al fin poner en marcha el desarrollo de la ordenanza municipal del Rastro y eso implica cambios», explicó el edil quien enumeró que el objetivo ahora es liberar bolsas de aparcamiento para mejorar la movilidad en esta zona a pesar de la existencia de los puestos, así como hacer cumplir a rajatabla los horarios de montaje de los puestos. Tras este primer día, el concejal se comprometió a organizar una reunión esta misma semana con las personas que poseen licencia para el Rastro para corregir los problemas que hayan podido surgir y avanzó que tanto los vendedores como los vecinos pueden presentar sus preocupaciones y sugerencias ante el Ayuntamiento, que las tendrá en cuenta para mejorar la organización en las próximas semanas.

Mientras se perfilan estos detalles, los curiosos no dejaron ayer de acudir a esta zona de la capital chicharrera y muchos aprovecharon la salida para comprar también en el Mercado de Nuestra Señora de África, que también se encontraba a rebosar. Gloria Rodríguez es la encargada de la carnicería Diego e Hija y, entre venta y venta, explicó que «no pensábamos que la vuelta del Rastro fuera a traernos tantos clientes. Normalmente hacemos bastantes ventas los domingos pero hoy hay un ambiente especial», celebró la carnicera mientras los compradores no dejaban de pasear por la zona.

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