Santa Cruz invertirá 2,2 millones de euros en la rehabilitación de la escollera que se encuentra en la parte final de la playa de Las Teresitas, con el objetivo de recuperar este espacio para el paseo y para el acceso al mar, cerrado desde el año 2020. El Ayuntamiento chicharrero tomó entonces tal decisión debido al deteriorado estado en el que se encontraba el dique por los efectos del oleaje y de los temporales. En la actualidad, muchas de las zonas de la escollera, que en su día fue un lugar de encuentro y disfrute para los bañistas de Las Teresitas, son intransitables y suponen un riesgo para la seguridad de los ciudadanos.

El alcalde de la capital tinerfeña, el nacionalista José Manuel Bermúdez, señala que el Consistorio solo está a la espera de que la Dirección General de Costas otorgue los permisos necesarios para poder licitar y ejecutar los trabajos, «pues el proyecto ya está listo». Su redacción se sacó a concurso en noviembre de 2021 y se adjudicó en febrero de este año. En este sentido, el regidor chicharrero insta a Costas a acelerar los trámites, «pues nos están poniendo muchos problemas».

«No entendemos por qué se retrasan tanto, si es el propio Ayuntamiento el que ejecutará la obra. Esta escollera necesita un arreglo urgente y el Consistorio ya tiene el proyecto y el dinero para intervenir. Solo faltan los permisos. Parece que Costas considera que este espacio no debería ser transitable para los ciudadanos, pero lo ha sido toda la vida», manifiesta.

José Manuel Bermúdez recuerda que de los 2,2 millones de euros que cuesta la mejora de este dique de la playa de Las Teresitas, 1,1 millones corresponden a financiación europea, a través de los Fondos Next Generation. Resalta la importancia de esta actuación, pues «este espacio se recuperará para su uso ciudadano».

José Manuel Bermúdez, alcalde de Santa Cruz.

«Sólo estamos a la espera del permiso de Costas para poder ejecutar los trabajos»

El denominado Proyecto del Dique Escollera Noreste Playa de Las Teresitas, infraestructura construida en los años 80 y cuya longitud es de 245 metros, consiste, en líneas generales, en la mejora del pavimento de la zona peatonal (unos 5 metros de ancho); en la generación de accesos al mar (hacia el interior), con nuevas escaleras y solárium, y en el refuerzo del dique de contención.

Para ello, se llevará a cabo la reposición de la escollera «donde sea necesario, instalando nuevos bloques o recolocando los existentes»; la sustitución de piedras en la parte final del paseo; la renovación del pavimento; la instalación de un pequeño botaolas en la parte exterior, y la colocación de nuevas escaleras de acceso en la parte inferior, además de otras obras complementarias.

Reposición de la escollera. Se llevará a cabo la reparación de las zonas del manto principal del dique, en las que se han desprendido bloques de la escollera. Para ello se colocarán bloques de entre 4 y 6 toneladas. En algunos casos éstos se recolocarán y en otros, «serán de aportación nueva».

Nuevas escaleras de acceso para el baño. Se llevará a cabo la demolición de las dos escaleras de acceso al baño existentes y se ejecutarán dos nuevas escalinatas, con «parte de superficie destinada a solárium».

Renovación del pavimento. Se renovará la pavimentación de la coronación del dique, mediante losas de hormigón. Las obras generarán una ligera elevación de la rasante en la zona más próxima al morro del dique, «lo cual es así compatible con los efectos del cambio climático, al ser la zona con mayor riesgo de rebase». Para ejecutar la nueva pavimentaciòn, será necesario demoler el pavimento actual.

Sustitución de piedras. Para proteger «adecuadamente» la pavimentación del dique, «se proyecta la colocación de bloques de escollera en el entorno de la pavimentación, sustituyendo las piedras de tamaño medio-bajo existentes. La escollera será basáltica.

Instalación de un pequeño botaolas. Para disminuir el riesgo de rebase del oleaje sobre la coronación del dique, se proyecta la ejecución de un pequeño botaolas por el lado exterior, de una altura de 50 centímetros. «Esta altura se limita para que sea compatible con la visibilidad existente, para permitir el asiento en situaciones de calma de mar y para no originar un posible desnivel mayor de 55 centímetros de caída hacia la escollera del talud exterior».