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«No queremos que el Parque de las Indias acabe como el de Cuchillitos de Tristán»

Los usuarios reclaman limpieza y mantenimiento: «hace 15 meses que lo abrieron y mira cómo está»

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Parque de las Indias, Santa Cruz de Tenerife Carsten Lauritsen

«Hace solo quince meses que abrieron el parque y mira cómo está», cuentan algunas usuarias que se reúnen muchas tardes en la parte alta del césped del parque de Las Indias. «¿Que está mucho mejor que antes? Es cierto, pero si no lo cuidamos, mal asunto», y sentencia el debate sobre quien cuestiona que no está abandonado: «¿Que hay parque peores que éste? Sí, pero este tiene un año de abierto y mira qué poco lo cuidan», apostilla.

En compañía de algunos usuarios de la zona se descubren algunas carencias más allá de la estampa de la fotografía. Se trata de una queja en forma de grito de advertencia para que «el Parque de Las Indias no acabe como el de Cuchillitos de Tristán, donde se respeta la zona de los perros pero luego el exterior está sucio y con cristales».

A juicio de algunas de las familias que disfrutaban con sus hijos de la tercera terraza de estas instalaciones, «antes venían muchos más niños a jugar porque hay zonas donde el olor a la orina de perros denuncia la falta de mantenimiento». «El viernes me tuve que llevar al mío porque le picaron unas pulgas», apostilla, mientras su hijo Fabio, de seis años, sorprende: «El mejor día de fiesta es cuando está encendida la fuente».

El pequeño se refiere así a la lámina de agua que se localiza en el primer piso del parque de Las Indias, que se localiza en la zona más próxima a la avenida de Venezuela. «Ahí colocaron una fuente como la del Parque Boulevar; cuando lo abrieron, en mayo del año pasado, estuvo funcionando hasta septiembre. Y desde entonces... hasta la fecha. Aunque, a decir verdad, esa fecha a la que se refiere fue hasta el fin de semana pasado. «Muchas veces el ayuntamiento parece que trabaja a golpe de tweet. Puse en el redes que la fuente no estaba en funcionamiento desde hace casi un año y justo encendieron la fuente el viernes, sábado y domingo pasado». Otra madre que se incorpora en la visita se pregunta: «Entonces, si la fuente funciona, ¿por qué no la ponen en servicio? ¿Quién la debe activar? ¿Cómo se controla que esté en servicio?».

La visita al Parque de Las Indias comienza de abajo a arriba por las cinco terrazas. Quince meses después de su apertura y tras una inversión de 2,1 millones de euros, los usuarios creen que «el equipo de gobierno ha bajado la guardia en el mantenimiento».

«Presumen de haber puesto en servicio las tres fuentes del Cabo-Llanos junto al Castillo Negro, pero luego la lámina de agua de aquí no la han activado desde hace casi un año hasta que una madre lo reprochó en las redes sociales», cuenta otra vecina. «Aquí los niños tenían la costumbre de venir en bañador y jugar en esa fuente». Para ellos es (era) todo un acontecimiento por dos motivos: primero, por las propias características de la fuente, ya que sus padres los dejan corretear entre los chorros, y lo segundo, porque es como la fuente del Boulevar, lo que para los niños de esta zona de la avenida de Venezuela parece que es como tener un trozo del centro de Santa Cruz en su barrio.

Una de las madres se acerca a la parte de la lámina de agua –que ayer estaba cerrada– para advertir que la zona más próxima a la avenida de Venezuela está levantada, con el consiguiente riesgo para los usuarios.

Rumbo al segundo piso del parque, donde se localiza el área canina, los usuarios ponen de ejemplo que la altura del césped denuncia el tiempo que hace que no le dan una pasadita con la cortadora; es un lugar no apto para perros de poco porte que se pierden entre la vegetación. «Mira además esas plantas que se están secando», cuenta otra de las madres. En la terraza de los perros se advierte la falta de limpieza de las hojas de los árboles y un hedor que denuncia que el visitante se adentra en una zona canina; eso sí, ni hay pintadas –tampoco en el resto del parque– y funcionan los bebederos.

«Pedimos más y mejor mantenimiento, y la limpieza de la zona, y que cuiden también la vegetación», insisten.

A mitad de camino entre la avenida Venezuela y residencial Las Indias, la zona de juego de los niños, la más frecuentada en la tarde de ayer, si bien una de las atracciones infantiles se mantiene vallada desde poco después de la inauguración del parque, en mayo del año pasado, hasta el punto que esta estructura metálica parece haberse convertido en una parte añadida del mobiliario de la zona, «lástima el riesgo que supone». Otra de las madre, que tiene cuatro hijos, recuerda que a uno de sus pequeños se le coló un camión y el niño, ni corto ni perezoso, se le coló y se pinchó con uno de los alambres.

En el cuarto piso, y subiendo, una de las joyas del parque de Las Indias: la cancha polivalente. «Es precioso el ambiente que se respira aquí; esto está muy bien». Un padre se viene arriba para establecer su similitud a la etapa de su infancia, cuando «jugábamos a equipo calle». «Niños de diferentes edificios y edades, se reúnen y comparten ese ambiente de barrio, se mezclan con otros y disfrutan. Esto por las tardes-noches se pone de bote en bote».

Para culminar la visita, en el quinto piso del parque, la terraza de juego donde se localizan cuatro módulos que permiten el juego del ajedrez. «Eso lo pusieron hace poco», se apresura a comentar una madre, que asegura que «quitaron las mesas en la pandemia», hasta que la repusieron hace poco. En esta zona de acceso por la parte alta de Las Indias, se localiza un escalón que simula un escenario. «Pero nunca se han celebrado actuaciones».

Durante el tránsito entre escaleras, que permite descubrir la una red en forma de araña gigante junto al área de calistenia, tiembra una barandilla, que amenaza con caer ya vencida por el uso y con el consiguiente riesgo.

De frente al parque de Las Indias, a la derecha, las cinco terrazas, a la derecha, el prado, la zona de césped que compiten en altura con algunos arbustos. Desde la parte más alta, unas vecinas que fraguaron amistad desde el confinamiento, gracias precisamente a que tenían licencia para salir a pasear si tenían perro. Es el caso de la propietaria de Groucho. «Esto con Patricia (la anterior alcaldesa) estaba mucho mejor)», cuenta en referencia a la limpieza de la zona. «Aquí no se hace un zafarrancho desde hace años. Tendrías que venir a casa para que vieras las ratas, que hicieron un túnel de ocho metros y llegaron al primer piso». Los vecinos de Las Indias temen perder este pulmón por dejadez.

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